El laboratorio Johnson & Johnson y tres distribuidores estadounidenses de medicamentos acusados de alentar la epidemia de opiáceos están dispuestos a pagar hasta 26.000 millones de dólares para poner fin a miles de demandas judiciales, anunció el miércoles la fiscal general del estado de Nueva York.
J&J aceptó pagar 5.000 millones de dólares en nueve años, y los tres distribuidores 21.000 millones en 18 años, para poner fin a unas 4.000 demandas judiciales lanzadas por varios estados y comunidades del país, dijo la fiscal Letitia James en un comunicado.
«Johnson & Johnson, McKesson, Cardinal Health, y Amerisource Bergen no solo ayudaron a encender el fósforo, pero siguieron alimentando el fuego de la adicción a los opiáceos durante más de dos décadas. Hoy, hacemos que rindan cuentas», dijo James.
– «Histórico» pero parcial –
El acuerdo, que fue catalogado de «histórico» por la fiscal, ya fue aprobado por Nueva York y otros seis estados del país (Carolina del Norte, Connecticut, Delaware, Luisiana, Pensilvania y Tennessee). Pero todavía debe recibir el visto bueno de varios otros estados en un plazo de 30 días, y de numerosas comunidades en 150 días.
Nueva York recibirá 1.250 millones bajo acuerdos previamente anunciados con las cuatro empresas, que serán destinado a la prevención y tratamiento de la adicción a los opiáceos.
Si es confirmado, este será el mayor acuerdo en la larga batalla legal entre los gobiernos estatales y locales y la red de fabricación y distribución de opiáceos, que durante años cerró los ojos al consumo abusivo de poderosos medicamentos contra el dolor.
Pero no abarca a todos los fabricantes ni distribuidores: otros laboratorios que son blancos de demandas judiciales como Purdue -fabricante del medicamento OxyContin, que muchos consideran uno de los primeros responsables de la epidemia-, Teva, Allergan o Endo no se unieron al acuerdo.
Tampoco incluye a las grandes cadenas de farmacias estadounidenses, objeto de demandas judiciales por su papel en la distribución.
– Cambios en la industria –
La promoción agresiva de medicamentos contra el dolor muy adictivos desde mediados de la década de 1990 es considerada por muchos como el desencadenante de la crisis de los opiáceos, que ha provocado más de 500.000 muertes por sobredosis en los últimos 20 años en Estados Unidos.
Al tornarse adictos a estos opiáceos entregados con receta médica, muchos pacientes comenzaron a consumir luego potentes derivados ilícitos como la heroína o el fentanilo, en el origen de muchas sobredosis.
El acuerdo también prevé cambios en la industria farmacéutica para poner fin a la epidemia y evitar que se repita.
«Johnson & Johnson dejará de vender opiáceos a nivel nacional, y McKesson, Cardinal Health, y Amerisource Bergen finalmente han acordado coordinar y compartir su información con un monitor independiente para garantizar que este incendio no se extienda aún más», dijo James.
«Aunque no hay dinero que pueda compensar los cientos de miles de vidas perdidas o los millones de personas que se han tornado adictas a los opiáceos, podemos tomar todas las acciones posibles para evitar más devastación en el futuro», concluyó la fiscal.
La epidemia se agravó durante la pandemia de coronavirus: más de 93.000 personas murieron por sobredosis ligadas en gran parte a los opiáceos en 2020, según estadísticas publicadas el miércoles pasado.