El presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, se enfrenta al desafío de encontrar un delicado equilibrio entre el pragmatismo que le demandan las necesidades financieras y económicas del país y la intención de reagrupar fuerzas progresistas frente al avance de la derecha en América Latina.
A este peronista de centro-izquierda que asumirá el gobierno el 10 de diciembre, tras ganar las elecciones con 48% de los votos, lo espera un entorno adverso y la urgencia de reprogramar los vencimientos de la abultada deuda con el Fondo Monetario Internacional, a la que se dijo decidido a honrar.
Pocos días después de su elección, el presidente estadounidense Donald Trump lo llamó para felicitarlo y le ofreció apoyo «para ayudarlo a superar los desafíos económicos», aunque esta semana anunció que impondrá aranceles al aluminio y el acero de Argentina y Brasil.
– Expectativa latinoamericana-
Amigo de los ex presidentes de Brasil Luis Inacio ‘Lula’ Da Silva, a quien visitó en prisión y por cuya libertad reclamó, y Dilma Rousseff, así como de Evo Morales, a quien ayudó a salir de Bolivia hacia su asilo en México, Fernández calificó a las masivas protestas en distintos países de la región de «reclamos progresistas».
«América Latina se está rebelando contra la derecha. Nosotros -Cristina (Kirchner, quien asumirá la vicepresidencia), yo y nuestro gobierno- vamos en el mismo sentido que la gente. Latinoamérica nos mira con expectativa. Ganamos y en América Latina se desató una demanda social que parecía dormida», dijo.
Un Fernández recién electo recibió en noviembre en Buenos Aires al Grupo de Puebla, que reúne a una treintena de dirigentes y ex mandatarios izquierdistas y se propone «desarrollar una agenda progresista en América Latina».
Desde que lanzó su candidatura, Fernández viajó a España y Portugal, luego a Perú y Bolivia, con Evo Morales aún al gobierno, y finalmente a México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, le es políticamente afín.
Argentina dará un vuelco en relación a Venezuela. Fernández respalda la posición de México y Uruguay que proponen una «salida negociada» de la crisis sin reconocer al jefe del parlamento Juan Guaidó como presidente encargado, a diferencia del presidente saliente Mauricio Macri, uno de los impulsores del Grupo de Lima, que apoya las aspiraciones del opositor venezolano.
– La deuda –
Argentina recibió en 2018 un crédito de 57.000 millones de dólares a tres años, de cuyo último tramo de 11.000 millones, aún pendiente, Fernández anunció que desistirá a cambio de que lo «dejen crecer» para sacar adelante una economía en recesión y con alta inflación.
«Argentina afronta una situación económica y social muy delicada y es muy improbable que Fernández pueda dedicarse a temas internacionales», afirmó a la AFP el analista Juan Gabriel Tokatlian.
La economía marcará gran parte de la agenda de política exterior, más allá de dar un giro respecto de Macri, un liberal de derecha convencido de la apertura.
Según Tokatlian, «la política pragmática va a ser por necesidad, dada las condiciones de Argentina. Se va a requerir de enorme paciencia».
– «Pragmatismo sin sometimiento» –
«Tenemos objetivos que nos obligan a ser pragmáticos. Si uno marca cuál es su identidad el pragmatismo no va a ser de sometimiento, sino de avance», afirmó ante un auditorio de estudiantes universitarios el futuro canciller Felipe Solá.
Con larga trayectoria política pero «neófito» en el mundo diplomático, según su propia definición, Solá aboga por objetivos «pragmáticos y desideologizados» en las relaciones exteriores.
Esto es válido para la relación con Estados Unidos -«puede ser muy buena», dijo Solá- y para el acuerdo de libre comercio Mercosur-Unión Europea, con el que no hay resistencia a priori, pero debe ser consultado y revisado para conseguir su aprobación por el Congreso argentino.
Más allá de las fricciones personales de Fernández con el ultraderechista presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, del giro político en Uruguay y del gobierno de derecha en Paraguay, Argentina seguirá apostando a «profundizar el Mercosur».
«Vi con alegría que el presidente de Brasil propuso tener un vínculo pragmático para el Mercosur. Es lo que tenemos que hacer porque el Mercosur lo va a superar a Bolsonaro y a Alberto Fernández», dijo el próximo presidente argentino.
Pero será difícil negociar codo a codo con Brasil, se lamentó Solá. «Estamos haciendo un duelo de ilusiones con Brasil, un país con el que tuvimos encuentros hace 30 años. El golpe es fuertísimo. No tiene nada que ver con lo ideológico, es práctico», afirmó.