El fiscal Deltan Dallagnol, coordinador de la mayor operación anticorrupción de la historia de Brasil, advirtió que el establishment se está «vengando» para frenar las investigaciones, como ocurrió en la Italia de los 90 con el caso Manos Limpias.
En una entrevista con AFP en Brasilia, Dallagnol defendió la legalidad de los cuestionados métodos usados en la operación, que desde 2014 puso tras las rejas a centenas de políticos y empresarios involucrados en una vasta red de corrupción centrada en la estatal Petrobras.
Elogiado por muchos como héroe, la suerte de este joven de 39 años formado en Harvard dio un giro cuando en junio el portal The Intercept Brasil reveló conversaciones privadas que sugieren una intimidad entre él y el ex juez Sergio Moro, actual ministro de Justicia, que según juristas podría comprometer la imparcialidad de algunas decisiones.
El caso motivó una investigación en su contra en el Ministerio Público y acciones judiciales contra Moro.
La entrevista coincidió con el juicio de un recurso en el Supremo Tribunal Federal (STF) que podría derivar en la anulación de decenas de sentencias de la Lava Jato, entre ellas una de las que afecta a su preso más célebre, el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
El alcance del recurso, que podría suponer el golpe más duro recibido por la megaoperación hasta ahora, solo se conocerá el próximo miércoles.
«No creo que Lava Jato vaya a ser anulada en masa. Lo que más la protege son sus resultados. Si se anulan los casos, ¿qué pasará con los 14.000 millones de reales (3.400 millones de dólares) que están siendo retornados a las arcas públicas?», advirtió.
– Usted suele decir que la Lava Jato está siendo atacada.
– Somos un país que sufre del capitalismo de compadreo, una asociación entre las élites económica y política montada para garantizar la impunidad de los criminales de cuello blanco. Por primera vez, la Lava Jato surge para romper con eso y sacude al ‘establishment’, al pacto oligárquico (…). Es natural que ahora estemos viviendo una reacción.
– ¿Por qué sectores y con qué fin?
– Hay un movimiento de autoprotección (del ‘establishment’). En el Congreso hay una serie de proyectos de ley para dificultar las investigaciones de personas poderosas, para debilitar los instrumentos que usamos en la Lava Jato.
También estamos en la fase del revanchismo (…) para cambiar las reglas de la Lava Jato y cortar la cabeza de sus líderes. Hoy existen presiones en el Ministerio Público para que haya castigo contra mí.
Lo mismo pasó en la Operación Manos Limpias, en la década de los 90 en Italia. En un determinado momento, la clase política consiguió volverse a unir y reaccionar contra ese movimiento anticorrupción, con proyectos contra supuestos abusos de autoridad.
– ¿Usted reconoce la autenticidad de los mensajes filtrados a The Intercept Brasil?
– Los procuradores de Lava Jato fuimos hackeados (los celulares). Esas personas que obtuvieron los mensajes sí tienen mensajes verdaderos. Pero la recomendación oficial fue que saliéramos de las aplicaciones y cuando salimos, los mensajes, tanto en el celular como en la nube, fueron borrados.
No confiamos en el origen criminal de ese material y no tenemos cómo probar la autenticidad de frases que se sacan de contexto para cambiar el sentido. Ahora, sí reconocemos que varios de esos asuntos fueron tratados.
– En uno de esos mensajes divulgados, usted parece dudar de las pruebas que llevarían a Lula a la cárcel.
– Eso es mentira. Antes de ofrecer la acusación, sometí al equipo a una serie de preguntas, ‘¿eso está correcto?, ‘¿esto otro está bien justificado?’. Eso pasó en el caso del expresidente y en todos los otros casos. La mayor prueba de que todas las pruebas fueron consistentes es que ese caso fue sentenciado y la condena fue mantenida en segunda y tercera instancia.
– ¿Hubo exceso de prisiones preventivas o delaciones a cambio de reducción de penas en la Lava Jato, como sostiene parte de la sociedad? Incluso el nuevo fiscal general nombrado por el presidente Jair Bolsonaro, Augusto Aras, se comprometió a corregir esos excesos…
– Cuando se hace algo completamente innovador, como la Lava Jato, se puede errar, en el sentido de mejor o peor. Pero no actuamos de forma ilegal. Gran parte de esas acusaciones son parte de una narrativa contra la operación.
– En STF solo hubo una condena de políticos con fuero privilegiado
– Si el STF juzgara a esas personas, senadores, diputados, es de esperar que haya tantas condenas en la alta corte como en la primera instancia. El sistema tiene sus engranajes ajustados para no funcionar contra personas poderosas.