Gobierno de Luis Arce tiene un enfoque pragmático pero se mantiene el rol predominante del Estado
Después de una victoria contundente en las elecciones presidenciales en octubre de 2020, el nuevo mandatario boliviano, Luis Arce, ha constituido un gabinete más técnico, pero que aún no abandona del todo el modelo basado en el rol predominante del Estado dentro de la dinámica económica.
Sin embargo, Arce apunta a un enfoque más pragmático, que pone su mirada hacia el endeudamiento externo, mientras asume el desafiante camino para abatir los déficit fiscal y comercial (los llamados déficits gemelos) así como la reactivación de la economía, que aún padece los efectos negativos de la Covid-19, sostiene Torino Economics, la unidad de investigación de la consultora financiera internacional Torino Capital en su más reciente informe sobre la nación sudamericana.
– El desafío de los déficits gemelos –
Al tomar el poder, Arce aseguró que su gobierno sería sumamente austero. Una posición que contrasta enormemente con la gestión que tuvo como ministro del gobierno de Evo Morales, en la que priorizó el gasto y la inversión pública.
Por ello, se espera que su administración tome decisiones que puedan ser impopulares en la práctica, pero necesarias para mejorar las cuentas públicas.
Hasta el año 2014, el gobierno boliviano había logrado mantener un superávit comercial sostenido, propiciado por el incremento de los precios de las materias primas.
No obstante, a partir de ese momento, empezó a evidensiarse un deterioro de los términos de intercambio del país, producto de la caída de los precios internacionales de los principales rubros de exportación del país suramericano.
Tomando en consideración que entre estos destacan el gas natural, el oro y el zinc, se explicaría la fuerte contracción en el valor de las exportaciones, arrojando así un saldo comercial negativo a partir de ese mismo año.
Para el 2020, el total exportado del país alcanzó USD 6.897,9 millones, de los cuales, su principal rubro de exportación siguió siendo el gas natural (29%), seguido del oro (18%), zinc (12%), soya (11%) y plata (9%).
Del 2013 al 2020, los ingresos por exportaciones de gas han caído en 68%, pasando de USD 6.113 millones a USD 1.980 millones. En el caso del oro, su rendimiento ha sido fluctuante, aunque por lo general ha promediado USD 1.088 millones desde el 2013 hasta la actualidad.
Por su parte, el zinc ha promediado USD 1.091 millones, teniendo un comportamiento volátil. No obstante, en la mayoría de los casos la tendencia ha sido creciente.
Asimismo, en cuanto a los principales socios del 2020 se destaca Brasil (16%), seguido de Argentina (15%), India (10%), Japón (8%) y Perú (6%). En el caso de Argentina, la relación va directamente al ámbito gasífero.
A finales del 2020, ambas naciones sudamericanas renovaron el contrato para la venta de gas vigente desde 2006. En esta oportunidad, se acordó que por el gasoducto se irían hasta 20 millones de metros cúbicos diarios de gas, cuando el convenio inicial establecía que fueran 27 millones de metros cúbicos.
La reducción de la cantidad está auspiciada en parte por el hecho de que Argentina comenzó a proveerse su propio sale gas, del yacimiento de Vaca Muerta, mientras que Bolivia, por motivos ecológicos, no logra incrementar su producción, sostiene Torino Economics en su informe.
– Política Cambiaria y Reservas Internacionales –
En su gestión como ministro, Arce emprendió una serie de medidas orientadas a la “bolivianización” de la economía, entre las que destacan: i) apreciación de la moneda nacional auspiciado por el boom de las exportaciones. Este punto es importante, ya que de allí nace el éxito del modelo económico de Bolivia.
La moneda se apreció por un tiempo lo suficientemente prolongado como para dar señales al mercado de un fortalecimiento; ii) creación del impuesto a las Transacciones Financieras, gravando solo a las operaciones en moneda extranjera y modificaciones a las tasas de encaje legal en favor del uso del BOB; iii) ampliación del diferencial entre el precio de venta y el de compra de dólares a 10 centavos. Dichas medidas, en un contexto de gran confianza en la economía nacional y con el aumento sustancial de las reservas internacionales, fueron propulsores del éxito económico del país.
Por otro lado, desde noviembre de 2011, Bolivia mantiene un tipo de cambio fijo en 6,97 bolivianos, lo cual a juicio del Banco Central ha sido determinante en el avance y consolidación de la “bolivianización” de la economía y el anclaje de las expectativas sobre la tasa de cambio de bolivianos por dólar. Esto fue decisivo para la consolidación de la moneda doméstica como principal medio de pago, depósito de valor y unidad de cuenta en el país.
Para las autoridades monetarias, un tipo de cambio fijo ha evitado devaluaciones que lleven a las personas a comprar de forma masiva de dólares para evitar la pérdidade la capacidad de compra de la moneda local. Asimismo, elimina la opción de abaratar el costo de las exportaciones.
Si bien es cierto que Arce ha manifestado estar en contra de la devaluación, ya que, a su juicio, la industria local no se beneficia claramente de un boliviano más barato, porque es muy dependiente de maquinarias e insumos importados, además, de los efectos que tiene sobre la inflación y la deuda en moneda extranjera.
Con su llegada a la presidencia, dicho escenario no está descartado, aunque sería en el menor rango posible. Evidentemente, la devaluación del boliviano está asociada a una medida impopular, por lo que requiere su necesaria evaluación.
Sin embargo, podría ayudar a equilibrar las cuentas públicas, mejorar la competitividad de su cesta exportadora y atraer capital privado. Por su parte, las reservas internacionales han sido las principales afectadas ante el deterioro de los términos de intercambio y la caída sustancial de las exportaciones.
Desde el 2014 hasta octubre 2020, la caída de las reservas internacionales superaba el 63%, pasando de USD 15.084 millones a USD 5.553 millones, señala Torino Economics en su informe.
– Panorama de la deuda –
Deuda externa
Motivado a los elevados déficits fiscales del país suramericano, la deuda pública ha tenido un importante aumento en los últimos años, pasando a representar 27% del PIB en 2019, luego de ser aproximadamente 18% en 2014.
Alcanzar USD 11.267 millones en deuda externa representó un hito para la nación suramericana, al ser la más alta en su historia.
Según el Banco Central de Bolivia, para mayo de 2020, la cifra ascendió a USD 11.300 millones, apenas un poco mayor que cinco meses antes. No obstante, si se compara con años previos, la diferencia es mucho mayor.
La evolución de la deuda ha sido ascendente del 2008 en adelante, a pesar de que el país se encontraba en un período de bonanza. En años previos, excepto en 2003, las variaciones eran frecuentemente negativas.
Sin embargo, a partir de 2008, se han evidenciado abruptos incrementos respecto a los períodos previos, siendo los más resaltantes el 23,4% de aumento en 2013 y el 29,7% de aumento en 2017. Para 2019, a pesar de ser uno de los montos más elevados en la historia de Bolivia, la variación fue menor al 15%.
Del 2014 en adelante, empezaron a registrarse nuevamente déficits fiscales y la economía entró en un período de desaceleración, en el que el endeudamiento creció significativamente, alcanzando niveles récord. Entre 2007, cuando se registró el nivel más bajo, y junio de 2020, la deuda externa se incrementó en más de cinco ocasiones.
En los años 2012, 2013 y 2017 se registran desembolsos particularmente altos, ya que, en ese momento el Estado emitió deuda a través de los denominados Bonos Soberanos. En ese sentido, como resultado del crecimiento del endeudamiento, el servicio de deuda creció notablemente en 2019, alcanzando USD 787 millones.
Una de las medidas anunciadas por Arce al llegar a la presidencia fue la renegociación de la deuda pública externa con los organismos multilaterales.
Para 2020, la deuda pública externa de Bolivia alcanzó 28,4% del PIB, mientras que la deuda interna en la tesorería creció aproximadamente 46,5%.
En total, es posible que la deuda pública bruta oscile el 60%, donde la mayor parte se les adeuda a dos organismos multilaterales, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) con USD 3.369,3 millones (29,8%) y la Corporación Andina de Fomento (CAF) con USD 2.633,7 millones (23%); en bonos soberanos con USD 2.000 millones (17,7%) y en préstamos bilaterales, específicamente con China de USD 1.030,1 millones (9,1%), entre otros, destaca Torino Economics en su informe.
– Deuda interna de Bolivia –
Desde 2003, la deuda interna tuvo una tendencia creciente, desde el equivalente USD 2.477 millones a USD 4.502 millones. Posteriormente, entre 2010 hasta 2017, el comportamiento se mantuvo en el rango entre USD 4.000 millones y USD 4.500 millones.
A partir del 2018, cuando el déficit fiscal se profundizó y alcanzó niveles superiores al 8%, la deuda interna comenzó a crecer de forma importante.
Para el 2020, su aumento estuvo auspiciado en gran parte por los créditos de emergencia del Banco Central para atenuar los efectos del COVID-19 en la población.
Para octubre alcanzó el equivalente a USD 9.322 millones, mostrando un incremento superior al 100% en menos de tres años. Respecto a la composición de la deuda interna por acreedor, hasta el 2018, en promedio, 65% correspondía a deuda con el sector privado.
La situación cambió a partir de 2019, y actualmente, el principal acreedor de la deuda interna es el Banco Central con 54,6%. La deuda pública total para junio 2020 ascendió a USD 19.380 millones, lo que significa un incremento del 10% respecto a diciembre del 20120. El mayor aumento se evidenció en la deuda externa, tal como sucedió en años anteriores. No obstante, también puede observarse un incremento en la deuda interna, indica la unidad de investigación de Torino Capital en su informe.
– Calificadoras de riesgo en Bolivia –
En abril de 2020, S&P Global Ratings redujo las calificaciones crediticias soberanas de largo plazo en moneda local y extranjera de Bolivia a ‘B+’ desde ‘BB-’ en medio de un perfil externo más débil como resultado de la pandemia de coronavirus y los bajos precios del petróleo.
A su vez, la agencia calificadora argumento que los déficits sostenidos en cuenta corriente de Bolivia han erosionado sus fuertes amortiguadores externos anteriores. Por su parte, el 22 de septiembre del 2020, la agencia de Moody’s rebajo las calificaciones de emisor en moneda local y extranjera, así como la deuda senior no garantizada del Gobierno de Bolivia de ‘B1’ a ‘B2’, además, cambio la perspectiva del país de negativa a estable.
Mientras que el 30 de septiembre, la agencia Fitch Ratings rebajó la calificación de incumplimiento de emisor (IDR) de largo plazo en moneda extranjera de Bolivia a ‘B’ de ‘B +’ y revisó la perspectiva de calificación a “estable” desde “negativa”.
La decisión de rebajar las calificaciones de Bolivia refleja:
• La erosión material de las reservas fiscales y cambiarias: los colchones de reserva fiscal y cambiaria de Bolivia han respaldado el perfil crediticio del país. Sin embargo, estos colchones han disminuido significativamente, lo que ha resultado en una erosión material de la fortaleza crediticia de Bolivia.
• Además, se prevé un deterioro en las perspectivas de crecimiento del país, menor generación de ingresos públicos y menores ganancias de divisas en un contexto de demanda relativamente débil del sector de hidrocarburos y persistente incertidumbre política.
La agencia Fitch, proyectó que el déficit del gobierno general de Bolivia aumentaría a 10,8% del PIB en 2020 desde 6,9% en 2019 debido al impacto en los ingresos del gas y los impuestos, con un aumento en las transferencias sociales para ayudar a los hogares afectados por la pandemia compensado en gran medida por una fuerte contracción en inversión pública.
Además, estimaron que la deuda del gobierno general aumentará al 56% del PIB en 2020 desde el 44% y aumentará por encima del 60% en los años siguientes, ubicándose en una clasificación por debajo de la mediana ‘B’ actual.
En contraposición, Moody’s espera un aumento más pronunciado del déficit fiscal y la deuda del SPNF, al proyectarlas en 13,5% del PIB y al 72% del PIB, respectivamente, en 2020.
A su vez, las agencias sostienen que la sostenibilidad de la deuda a corto plazo está respaldada por intereses/ingresos bajos que se prevé que aumenten desde el 5% en 2019, muy por debajo de la mediana ‘B’ del 12%, explica Torino Economics en su informe.
Además, los vencimientos de la deuda en los próximos años son particularmente bajos, con un promedio del 2,2% del PIB en 2020-2022, incluida la primera amortización de eurobonos de Bolivia (USD 500 millones) en 2022.
Sin embargo, se espera que para lograr la sostenibilidad de la deuda a mediano plazo se requerirá un gran ajuste fiscal de alrededor de 6 puntos porcentuales del PIB en relación con los niveles previos a la crisis de 2019, y aún mayor considerando las pérdidas de ingresos por gas en 2020.
– Enfoque de Torino Economics –
Si bien Torino Economics proyectó que la economía boliviana se contraería cerca de 7,4% en 2020, como consecuencia del impacto del nuevo coronavirus y la drástica caída de la inversión (-21,7%), de las exportaciones (-16,7%) y del consumo privado (-7,9%), para 2021, la economía podría retomar la senda de crecimiento económico con un impulso mucho mayor de la inversión (18%), de las exportaciones (10,7%) y del consumo privado (8,1%).
Del 2013 al 2020, los ingresos por exportaciones de gas han caído en 68%, pasando de USD 6.113 millones a USD 1.980 millones.
En el caso del oro, su rendimiento ha sido fluctuante, aunque por lo general ha promediado USD 1.088 millones desde el 2013 hasta la actualidad.
Desde la perspectiva del financiamiento externo, dada la fuerte dependencia de Bolivia a los acreedores multilaterales, el costo de acceso a recursos financieros es muy bajo y los pagos de intereses representan el 2,3% de los ingresos del gobierno general durante los últimos cinco años, en comparación con el 7,8% de la mediana de los países con calificación de B (según el rating de Moody’s).
Sin embargo, los desafíos en materia fiscal persisten: según el Ministro de Economía y Finanzas Públicas, el déficit fiscal de Bolivia cerró 2020 en 12%.
Los mercados perciben que el alcance de Bolivia para la acción fiscal y cambiaria se ha restringido significativamente, lo que ha resultado en una erosión material de la fortaleza crediticia del país, concluye Torino Economics en su informe sobre Bolivia.
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