El opositor venezolano Juan Guaidó, reconocido como presidente interino por medio centenar de países, continúa su gira en Bruselas para reunirse con responsables de una Unión Europea (UE) cuyas iniciativas sobre la crisis venezolana se encuentran en punto muerto.
Guaidó, apoyado por la UE como el presidente «legítimo» de la Asamblea Nacional venezolana en su pugna con Luis Parra, debe reunirse en la capital belga con eurodiputados y responsables europeos, entre ellos el jefe de la diplomacia comunitaria Josep Borrell.
«La reunión es un mensaje en sí misma», explicó una fuente europea sobre el encuentro entre Borrell y Guaidó, en plena ofensiva diplomática de este último que lo llevará también al foro económico de Davos, luego de haber pasado ya por Colombia y el Reino Unido.
De Bogotá, se llevó el compromiso del jefe de la diplomacia estadounidense, Mike Pompeo, de un mayor apoyo en su lucha para sacar del poder a Nicolás Maduro. Y el gobierno británico de Boris Johnson prometió trabajar para que «se rindan cuentas» por la crisis en la región.
Y, todo ello, en un contexto de estancamiento de la crisis política en Venezuela, desde que en enero de 2019 Guaidó, como líder del parlamento venezolano, se proclamara presidente encargado de Venezuela con el reconocimiento de medio centenar de país, entre ellos 25 de la UE.
«Si Guaidó quiere desbloquear el ‘impasse’, necesita contar con otros aliados más allá de los apoyos tradicionales de Estados Unidos y el Grupo de Lima. Europa emerge evidentemente como pieza clave», explica a la AFP Carlos Malamud, del centro de reflexión Real Instituto Elcano.
El líder opositor sí recibirá el respaldo claro de eurodiputados de la Eurocámara, adalid del apoyo europeo a la oposición venezolana a la que recompensó en 2017 con el premio Sájarov a la libertad de conciencia y donde ofrecerá una rueda de prensa a las 17H00 (16H00 GMT).
– Crisis «arrinconada» –
Pero, ¿qué puede hacer la UE? Sus iniciativas se encuentran en punto muerto. El Grupo Internacional de Contacto (GIC), que promovió junto a países latinoamericanos y europeos no se reúne desde hace meses y, pese a la presión de Washington para adoptar más sanciones, la última serie se adoptó en septiembre.
Venezuela se convirtió en 2017 el primer país latinoamericano sancionado por la UE que, desde entonces, ha impuesto un embargo de armas, así como sanciones contra 25 funcionarios venezolanos por el «deterioro del Estado de derecho, la democracia y los derechos humanos».
Pero esta crisis estuvo «arrinconada en los últimos meses» en la agenda de la UE, más centrada en su política exterior a los conflictos y tensiones en Oriente Medio y en el norte de África, reconoció Borrell el lunes posteriormente a reunirse con los cancilleres europeos.
Durante la reunión, el jefe de la diplomacia comunitaria constató la «situación de bloqueo» en el país y la imposibilidad de su enviado especial Enrique Iglesias de llegar incluso a Caracas, según otra fuente europea.
La flamante canciller española, Arancha González Laya, quien recibirá al opositor venezolano en su visita a España el fin de semana, propuso su país para albergar una futura reunión del GIC, para seguir intentando impulsar una salida a través de elecciones «democráticas».
Pero «la capacidad de acción de la comunidad internacional en crisis como esta es muy limitada y depende de la voluntad de las dos partes», explica Malamud, subrayando la «resistencia del gobierno de Maduro a negociar» como demuestra «el fracaso de la iniciativa de Noruega continuada en Barbados».
El analista sobre América Latina ve en este contexto el viaje de Guaidó el jueves a Davos como una manera de presentarse como un «líder legítimo y abierto» al mundo y dejar patente las diferencias entre sus aliados y China, Rusia, Nicaragua, Irán, Bielorrusia, aliados de Maduro.