La cuarta mayor hidroeléctrica de Brasil retoma operaciones tras 14 día parada por sequía
La caída del nivel de los ríos amazónicos a niveles mínimos ha perjudicado la navegación, la pesca, la agricultura y el equilibrio ambiental.
La central de Santo Antonio, cuarta mayor hidroeléctrica de Brasil, con una capacidad instalada de 3.568 megavatios (MW), retomó sus operaciones tras haber estado 14 días parada por el bajo caudal del río Madeira, provocado por la grave sequía que afecta a la Amazonía brasileña.
El reinicio de operaciones fue anunciado en un comunicado al mercado divulgado en la noche de este lunes por el consorcio Santo Antonio Energía, responsable por la construcción y la operación de la hidroeléctrica.
La empresa explicó que, «gracias al aumento del caudal del río Madeira en los últimos días, los límites operacionales de la hidroeléctrica fueron restablecidos», lo que permitió la retomada de las operaciones.
Según el comunicado, el reinicio de la generación de energía en la central fue acordado con el Operador Nacional del Sistema Eléctrico (ONS), órgano regulador del sector en Brasil.
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Las 50 turbinas de la hidroeléctrica estaban paradas desde el 2 de octubre cuando el consorcio consideró que el bajo nivel de las aguas del Madeira, que estaban en un 50% por debajo de su promedio histórico, amenazaba la seguridad de la central.
Fue la primera vez que esta central en el estado amazónico de Rondonia, responsable por el 4% de la generación brasileña, fue paralizada por la escasez de agua en la Amazonía, el ecosistema considerado como la mayor reserva de agua dulce del mundo.
Mientras que el Madeira recuperó parte de su caudal, el nivel de las aguas en el río Negro, principal afluente del Amazonas, cayó este lunes hasta 13,59 metros de altura, su menor nivel histórico.
Desde inicios de julio, el caudal del Negro ha disminuido 14,4 metros, desde los 28 metros hasta el nivel actual.
La actual e histórica sequía en la Amazonía, donde hay enormes áreas aisladas por dificultades en la navegabilidad de los ríos, puede extenderse hasta enero y es consecuencia de los efectos del fenómeno de El Niño, que redujo las lluvias, y del inusual calentamiento en las aguas del Atlántico.
La caída del nivel de los ríos amazónicos a niveles mínimos ha perjudicado la navegación, la pesca, la agricultura, el equilibrio ambiental y el abastecimiento de agua, alimentos y combustibles en numerosos municipios.
La combinación de altas temperaturas y bajo caudal de los afluentes del Amazonas provocó la muerte entre septiembre y octubre de más de 140 delfines fluviales de dos especies en peligro de extinción.
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