Hiperinflación digital
Venezuela se está incorporando a la lista de mayores casos de hiperinflación conocidos.
Como consecuencia del financiamiento del gasto público través del Banco Central de Venezuela, la liquidez monetaria en poder del público está creciendo vertiginosamente. Según el informe semanal del BCV la liquidez superó los 3,3 «billardos» de bolívares. Personalmente ni siquiera conocía ese término. Significa 10 elevado a la 15.
En un año la liquidez en poder del público creció casi en 10.000%. Conforme a los indicadores del BCV, está creciendo aceleradamente cada semana. Se trata de una inyección monetaria masiva.
El BCV está creando dinero a un ritmo brutal. En el mercado existen muchísimos bolívares que antes hubiésemos llamado «inorgánico», pero que hoy me atrevo a calificar de «digitales». Esos excedentes monetarios demandan bienes, pero la escasez imperante no lo permite.
Esa, por supuesto, es la causa de la hiperinflación que padece Venezuela. Es la más alta del mundo y la más elevada en la historia del Hemisferio Occidental. El caso venezolano tiene una característica muy particular. Es la primera hiperinflación «digital» que conoce la humanidad.
La inflación ocurre cuando los gobiernos «ponen a funcionar la maquinita» e imprimen grandes cantidades de dinero para cubrir su déficit. Eso pasó por ejemplo en 1922 en Alemania después de la I Guerra Mundial, en Grecia en 1941, en Hungría en 1945, en China en 1947, en Perú en 1988, en Yugoslavia en 1992 o en Zimbabwe en 2007.
En Venezuela, como antes se dijo, la liquidez monetaria ha superado los 3,3 billardos de bolívares fuertes. Mayoritariamente sólo existen en la red. Al igual que los casos antes mencionados, es el resultado de que el Banco Central está emitiendo inmensas cantidades de dinero; pero, a diferencia de aquellos, ni siquiera se molesta en imprimir billetes. Apenas el 1,1% de esa liquidez está representada en billetes y monedas. Por eso ni los bancos, ni los cajeros automáticos, ni nadie tiene efectivo. El comercio está duramente afectado. La gente no tiene como pagar el transporte y muchos no van a trabajar ni asisten a sus colegios ni universidades por ese motivo.
Las emisiones monetarias del BCV se producen electrónicamente, son simples bits. La mayor parte está en depósitos a la vista transferidos digitalmente por el BCV a Pdvsa, a las empresas del Estado y en general al sector público. A sus vez estos entes, a la hora de realizar pagos, los transfieren vía digital a los beneficiarios. Lo mismo está ocurriendo con el sector privado. Ante la falta de efectivo, la economía se maneja, aún en el caso de las pequeñas transacciones, en base a transferencias, tarjetas de crédito o de débito. Los puntos de pago están abarrotados. No fueron diseñados para tal volumen de operaciones.
Toda esta intrincada maraña parte de un hecho inconstitucional. Nuestra Constitución prohíbe expresamente al Banco Central de Venezuela financiar el gasto público. Su artículo 320 dice:
«En el ejercicio de sus funciones el Banco Central de Venezuela no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias».
Lo peor está por venir. La hiperinflación va a entrar en fase de aceleración. Tal como lo establece la definición del término, el fenómeno adopta forma de espiral y en cada giro va adquiriendo mayor velocidad. Imaginemos un torbellino.
Hasta hace poco el Fondo Monetario Internacional había estimado para Venezuela una inflación de 13.000%. Tal pandemónium lucía difícil de alcanzar, pero el régimen se superó. Ese nivel correspondía al de una inflación promedio mensual del 50%. Recientemente el Fondo modificó su proyección elevándola a la alucinante cifra de 1.000.000% para el 2018, que se corresponde a una inflación promedio mensual del 115%.
Pero ahora la cifra ya luce conservadora. La Comisión de Finanzas de la AN señaló recientemente que en junio la inflación del mes alcanzó 128,4%. Peor aún, Ecoanalítica y Asdrúbal Oliveros estiman que el aumento de los precios en julio superó 145%. El promedio mensual se está disparando. Si ese promedio mensual sigue creciendo a ese ritmo, al final del año la inflación del 2018 en Venezuela podría superar 2.000.000%.
Quitarle ceros al bolívar ayudará con las contabilidades pero en nada contribuirá a resolver la hiperinflación. ¡Dios nos agarre confesados!
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