Histórica movilización conmueve a Chile y exige una nueva transición
Chile busca retornar a la normalidad, un día después de una histórica movilización que reunió en la capital del país a un millón de personas que manifestaron pacíficamente para exigir al gobierno una sociedad más justa.
Una marea copó el viernes las principales avenidas de Santiago y generó una postal única que evoca la firme voluntad de los chilenos para buscar cambios en el modelo económico neoliberal que instauró la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y se consolidó en democracia.
Este sábado Santiago amaneció con grupos de vecinos y organizaciones sociales limpiando los escombros de incidentes aislados que rompieron la armonía de la movilización, para así retomar poco a poco la normalidad.
El Metro funcionaba parcialmente en cinco líneas, mientras dos continúan paralizadas. Los buses operaban a un 98% de su capacidad habitual y muchos comercios comenzaban a abrir sus puertas.
«Todos hemos escuchado el mensaje», aseguró el viernes el presidente Sebastián Piñera, a través de un escueto pero conciliador mensaje en su cuenta de Twitter.
El magnate, que gobierna a Chile por segunda vez desde marzo de 2018, reconoció la dimensión de la marcha que vivió Santiago y otras ciudades de norte a sur del país. «La multitudinaria, alegre y pacífica marcha hoy, donde los chilenos piden un Chile más justo y solidario, abre grandes caminos de futuro y esperanza», acotó.
Piñera reaccionó a las protestas que se iniciaron hace nueve días, en rechazo al aumento de las tarifas del ferrocarril metropolitano, decretando el «estado de emergencia», lo que le permitió desplegar militares en las calles y decretar siete toques de queda consecutivos en la capital.
Pero ni los militares ni el discurso al principio combativo del presidente derechista frenaron la ebullición de los ciudadanos, cansados de vivir en uno de los países más estables de la región pero también uno de los más desiguales.
Con las calles colmadas de protestas y más de 70 estaciones de metros dañadas, algunas inutilizables, Piñera viró luego hacia un tono conciliador y lanzó una batería de medidas que incluye cambios en el criticado sistema de pensión privado, puesto en marcha durante el régimen de Pinochet, prometiendo un aumento de 20% a las pensiones más bajas.
Este sábado, el presidente chileno anunció que pretende levantar el estado de emergencia que rige en Santiago y otras ciudades del país a partir del domingo, «si las circunstancias» de seguridad lo permiten, para contribuir a la normalidad perdida por la crisis social.
Segunda transición
«Unidos en la misma causa», así resumió la atmósfera reinante Betzabé Segovia, una obrera de 28 años que participó en Santiago en la colosal manifestación.
Sin un líder ni guías políticos, los chilenos, organizados en las redes sociales, piden un cambio para combatir las inequidades de un país que destaca por su estabilidad y un ingreso per cápita superior a los 20.000 dólares, el mayor de la región.
La movilización «interpela a los dirigentes políticos para impulsar cambios profundos en el modelo de desarrollo capitalista. Una suerte de segunda transición», comentó Marcelo Mella, analista político de la Universidad de Santiago.
Este estallido social que irrumpe tras décadas de estabilidad «constituye la irrupción de un sujeto político sin membresía partidaria que exige que la democracia se exprese no solo en procedimientos, sino también en resultados. Esto es, una sociedad menos desigual y con derechos más fuertes», acotó el analista.
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