Industria cubre solo 30% de la demanda: Los grandes retos del sector calzado en Venezuela
La industria nacional se encuentra a media marcha y los costos de producción superan los niveles óptimos dada la falta de materia prima, la escasez de la mano de obra, los cortes de energía y la obsolescencia de la tecnología.
Se necesitan alrededor de 60.000 pares de zapatos para cubrir la demanda nacional, de los cuales apenas se fabrican entre 15.000 y 18.000, según cifras aportadas por la Cámara Venezolana del Calzado y Componentes (Cavecal).
La industria nacional se encuentra a media marcha y los costos de producción superan los niveles óptimos dada la falta de materia prima, la escasez de la mano de obra, los cortes de energía y la obsolescencia de la tecnología y de la maquinaria, que denotan al menos una década de atraso por los embates de la crisis económica.
Los importadores, que suplen el 75% restante del mercado, tampoco la han tenido fácil. “En 2020 muchas fábricas chinas cerraron por la pandemia afectando la cadena de suministros y las pocas que sobrevivieron han aumentado los precios; a ello se sumó la crisis de los contenedores y más recientemente, el aumento del flete marítimo”, explica Richard Jreich, representante para Latinoamérica de la firma española Panots.
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Las pérdidas chinas por el coronavirus
Jreich apunta que producir calzado se ha incrementado alrededor de un 25% en los últimos dos años, “los empresarios tenemos que maniobrar para que ese coste no se traslade al producto y pueda seguir siendo accesible para el consumidor”.
“Es una situación difícil para todos, desde los importadores de siempre hasta los que quieren comenzar de cero: el capital que tienes no te alcanza para comprar la misma cantidad de materia prima que hace uno o dos años y por otra parte, China debe cumplir con muchas compañías alrededor del mundo y da preferencia a los clientes habituales o de mayor volumen”, comenta Richard Jreich, quien posee una larga experiencia en la comercialización de calzado en el mercado venezolano.
Los efectos de la guerra
Se calcula que hasta el 80% de los bienes mundiales transitan por agua. Se estima que la guerra entre Ucrania y Rusia ha incrementado el coste del flete marítimo en un 40% y el Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que los efectos inflacionarios sobre los precios se extenderán hasta 2023.
Después del impacto de los cuellos de botellas a consecuencia de la pandemia del Coronavirus en 2020, cuando las tarifas en algunas rutas desde Asia llegaron a multiplicarse por diez, el conflicto militar en Ucrania le asesta otro duro golpe al comercio internacional.
A los problemas de transporte se suma el incremento del precio del combustible: el petróleo está por encima de los 100 dólares el barril, lo que significa un aumento de más del 10% respecto a antes de la guerra y el diésel alcanza sus máximos históricos.
Richard Jreich puntualiza que “Si empezáramos a sumar los aumentos desde el inicio de la cadena, el precio de un par de zapatos podría llegar a duplicarse fácilmente. Pero los importadores hacemos magia”.
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