Informe | ¿El gobierno reconoce el fracaso de una política o actúa guiado por la coyuntura?
Más allá del acto de justicia que implica la reversión de la expropiación del Centro Comercial Sambil de La Candelaria, esta decisión representa un gesto concreto de un cambio posible de la orientación de la política económica del gobierno, a partir de un reconocimiento más claro del derecho a la propiedad privada.
La propiedad privada, con sus componentes integrales de libre disposición, uso y usufructo, es un requisito fundamental en cualquier estrategia de promoción de inversiones y, hay que reconocerlo, la propensión del gobierno venezolano a matizar o desconocer ese derecho constitucional ha constituido un riesgo de primer orden para la actividad económica en los últimos 20 años.
Por lo tanto, la reversión de esta expropiación de un inmueble que constituía una fuente de empleo formal para más de 3.500 trabajadores es más que una buena noticia, sino la posible evidencia de un cambio económico que hasta ahora, también hay que reconocerlo, se circunscribía más al discurso que a los hechos.
Se puede especular mucho sobre las causas de este hecho concreto, pero entendemos que está en marcha un proceso de diálogo que está conduciendo, no necesariamente por una vía expedita, a una relación más constructiva entre el gobierno y el sector privado, en la cual prive una sana colaboración, enmarcada dentro de las obligaciones de cada parte y con el debido respeto a las normas y derechos que rigen la actividad económica.
Implícitamente, el gobierno parece reconocer el fracaso de una política que, en principio, buscaba reducir la participación privada en la generación del Producto Interno Bruto (PIB), con el objetivo de que las actividades dependientes del Estado generaran alrededor de 70% de la producción interna.
Esa idea pudo ser posible en medio de un “boom” petrolero que, al extinguirse, dejó a la economía venezolana en condiciones de extrema fragilidad. Entre los muchos elementos de la crisis que comenzamos a padecer desde finales de 2013 está la destrucción de capacidad operativa de la economía. Se estima que más de 1.000 empresas fueron expropiadas y/o intervenidas por el Estado.
El resultado de ese ejercicio de “hiperestatismo” está a la vista. El propio Sambil de La Candelaria es un buen ejemplo. Se dijo que sería un hospital o una gran universidad pública y, al final, fue por más de una década una instalación abandonada y en proceso de destrucción. Lo más triste es que, de ser un proyecto comercial de alto valor económico y social, pasó a convertirse en un activo inútil para todos.
Pero aplaudimos la decisión que se ha tomado con el Sambil La Candelaria, pues es evidente que, para poder lograr crecimiento económico sostenido, lograr empleo estable y bien remunerado, mejorar las expectativas de los agentes económicos y atraer inversiones, la propiedad privada y su respecto se hace imprescindible.
El diálogo intersectorial en el que participan los gremios del empresariado organizado y diferentes actores políticos comienza a dar frutos; sin embargo, no conviene exagerar las expectativas. Se requieren claras y concretas reformas, especialmente en el plano legal, para acelerar el paso de la recuperación que ha sido mucho más lento de lo esperado, a tal punto que muchos sectores sociales cuestionan las bases que sustentan la mejora de las expectativas.
En medio de la difícil situación en la que se encuentra el país, que se abra el Centro Sambil La Candelaria y comience a generar una cadena de efectos positivos sobre la economía será una señal clara hacia el camino correcto, que permitirá, si se toman las decisiones correctas, generar un indispensable crecimiento del PIB con inclusión social.
Con consumidores empobrecidos, sumidos en el desempleo o la informalidad laboral –en el mejor de los casos-, y socialmente desprotegidos no puede haber crecimiento en los mercados. Ya lo advirtió la presidenta de Consecomercio, Tiziana Polesel, en una entrevista concedida a nuestro portal Banca y Negocios: el comportamiento del sector privado en el primer trimestre no alcanzó las expectativas.
Igual situación se vive en el sector turismo, mientras que la manufactura sigue sumida en un sinfín de problemas que debilitan el esfuerzo que los empresarios hacen para mantener niveles de producción razonables.
Así que hay que saludar la reversión de la expropiación del Centro Sambil La Candelaria, pero hay que, igualmente, seguir insistiendo en comenzar con más claridad a recorrer el largo y difícil camino del rescate de nuestra economía. Esta es, sin duda una señal muy positiva, pero la construcción de la confianza y la mejora de las expectativas es un proceso que se hace sobre hechos constantes.
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