Informe Especial | La industria petrolera necesita una reconstrucción total
Como otras áreas de la economía venezolana, la actividad petrolera no reporta cifras oficiales para determinar cuál es la realidad que registra, en términos productivos, ni existe la posibilidad de hacer un análisis certero, porque todo es extraoficial.
Un escenario posible es que Pdvsa necesite incrementar en alrededor de 90.000 barriles por día su producción mensual para alcanzar la meta establecida por el ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, si se toma como punto de partida la producción estimada en 441.000 bpd en diciembre de 2020.
Este simple dato, contrastado con la realidad reportada mensualmente por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), permite concluir que no será posible alcanzar una producción de 1.500.000 barriles diarios al cierre del año, por lo que Aristimuño Herrera & Asociados mantiene una proyección prudente de alrededor de 600.000 o 650.000 barriles por día.
El debate en algunos escenarios se ha centrado en la inversión necesaria para salir de la crisis productiva que agobia a la industria, la cual –por cierto- comenzó a hacerse patente desde 2016, cuando la producción comenzó a bajar sin detenerse, hasta ahora, desde los 2.115.000 barriles por día; sin embargo, esa discusión, necesaria sin ápice de duda, es solo un elemento de los muchos que hay que señalar para sacar al sector petrolero del foso.
En nuestra opinión, la industria petrolera necesita una reestructuración completa e integral, desde su marco jurídico hasta la gerencia de sus activos, pasando por su modelo de gobernanza y la modernización de sus plantas productivas. Y parte fundamental de ese proceso tiene que ser previo a la búsqueda de inversiones a gran escala.
No es con voluntarismo ni determinismos en la fijación de las metas como se va a salir de esta crisis inédita en la industria, sino con un nuevo modelo, donde el Estado ejerza soberanía sobre la renta pero en el cual el capital privado asuma el rol protagónico en la actividad productiva, lo que supone un mayor nivel de gobierno sobre las estructuras gerenciales, a cambio de una retribución justa y competitiva.
Es necesario, además, citar un elemento más: la transición hacia energías más limpias y modelos productivos más amigables con el ambiente. Este no es un tema para un futuro indeterminado, sino que ya forma parte del aquí y ahora.
Hay que entender que esta crisis tendrá consecuencias graves que pueden llegar a trascender el mero hecho de volver a producir “x” millones de barriles por día, sino que se trata de ver, en una industria intensiva en capital y en transición tecnológica, si el modelo productivo actual sigue siendo viable en un entorno nuevo y cambiante.
Pdvsa pasó de ser una de las corporaciones más modernas en la industria, de operar con los estándares tecnológicos más actualizados, a una industria que no puede reactivar sostenidamente la actividad de su parque refinador y que solo puede producir un crudo mezclado de baja calidad. No se sabe con claridad qué pasa con el mantenimiento de los yacimientos, ni con la infraestructura de producción de gas o las instalaciones petroquímicas, las cuales, por cierto, deberían haber sido privatizadas hace más de 20 años.
No podemos dejar de lado el efecto de las sanciones. Evidentemente, estas medidas han significado un golpe brutal para una industria que ya venía en decadencia y para un fisco nacional crónicamente deficitario; sin embargo, no se puede magnificar ese efecto, por cuanto en una industria en condiciones adecuadas, el daño habría sido menor.
Aun si no se toman las medidas necesarias para comenzar a replantearse el modelo productivo y de gestión de la industria, con una vocación de desarrollo sostenible, puede ser que lleguen inversiones que permitan recuperar la producción y, tomando en consideración el recurso petrolero del que dispone el país, se pueda regresar a esa producción de 1.500.000 barriles diarios, pero no será posible restablecer plenamente la competitividad de la industria, e ir a modelos de negocios potencialmente más rentables por el valor agregado que añaden.
En el Informe Privado de Aristimuño Herrera & Asociados de esta semana se pone el foco en la industria petrolera nacional para realizar una panóramica sobre su situación para concluir que la recuperación integral de la industria parece muy poco probable con las políticas actualmente en ejecución.
La conclusión es que la situación es tan grave que se requieren cambios estructurales y decisiones de fondo sobre la misma estructura del sector.
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