¿Es posible un ajuste liberal en Venezuela y cómo se plantea?
En Venezuela ha habido un consenso histórico sobre la existencia de un Estado fuerte que regule la economía, de manera que el mercado funcione dentro de ciertos parámetros que fija la administración del Estado para proteger los intereses de los más débiles.
En consecuencia, hemos vivido casi un siglo -el siglo del imperio del petróleo- bajo la sombra de un «Estado benefactor», único responsable de la prosperidad del país y donde el sector privado no es más que un proveedor de bienes y servicios, pero que no necesariamente ha constituido un pilar sobre el cual apoyar el desarrollo sostenible de la economía.
Luego de la peor crisis económica que ha padecido el país, comienza a abrirse un debate sobre la pertinencia de este modelo. La discusión no es nueva, pero lo cierto es que los defensores de la libertad económica y el libre mercado nunca habían logrado una influencia política apreciable en Venezuela.
El estatismo con sus expresiones políticamente populistas no solo ha sido la fuerza históricamente mayoritaria, sino que ha encarnado un amplio consenso político. Las preguntas que surge ahora son: ¿Ese consenso puede romperse? ¿Está el país preparado para un cambio de modelo?
Consultamos a la economista Sary Levy Carciente, profesora titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales (FACES) de la Universidad Central de Venezuela (UCV); doctora en Estudios del Desarrollo por el CENDES-UCV; becaria Fullbright y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, sobre este tema.
“Si algo nos ha dejado claro el Socialismo del Siglo XXI es que impedir las dinámicas de mercado solo genera pobreza, destrucción de capacidades humanas, y deterioro de la calidad de vida de todos los ciudadanos”, dijo.
Y agregó que se trata de una lección “muy dolorosa y que no debemos olvidar”.
Sary Levy puso sobre el escritorio el caso de los empleados públicos, que se vieron obligados a emigrar o a emprender negocios propios, descubriendo las nuevas dinámicas del mercado, con sus dificultades, pero también con sus satisfacciones.
“En los peores momentos fueron las empresas privadas las que trataron de apoyar a sus trabajadores, cada una de modo distinto, cosa que no se vio en las empresas públicas, ni en la administración pública”, quiso ser contundente en este punto.
Remachó los malos resultados financieros del Estado como empresario, con malas prácticas, la depredación del ambiente y la indolencia con sus propios trabajadores.
Esto –garantiza la economista- desencadenó el absoluto rechazo de la ciudadanía.
Ahora, una parte sustancial de la población -asegura Levy Carciente- prefiere que la producción de bienes y servicios esté en manos privadas, ya que “esto le garantiza respeto a sus relaciones laborales y la persistencia de la empresa en el largo plazo, y, por ende, su calidad de vida”, subrayó.
Un mito llamado PDVSA
Esto –opina- también aplica para PDVSA. ¿Por qué? Porque las condiciones actuales de la empresa estatal exigen una enorme inyección de capital, “que el país no posee».
Levy añade que el financiamiento externo debería destinarse para atender la enorme deuda social que ha dejado el modelo actual, «no para atender únicamente el rescate de una empresa, más allá de lo importante que haya sido en el pasado”, se fue por la libre.
“Primero deben estar los ciudadanos, y, en este caso, aquellos que más han sido más afectados por el entorno”, indicó.
Pasando a otras arenas, Levy destacó que es importante que el Banco Central de Venezuela (BCV) tenga “independencia”. Con un objetivo central: “mantener el valor –interno y externo- de la moneda”. En otras palabras: “controlar la inflación y frenar la depreciación del bolívar”.
Para esto, en su opinión, deben instrumentarse políticas con claros objetivos de inflación, con la meta de llevar el indicador a un dígito lo antes posible, aproximadamente en un año y medio, como considera la economista y exdirectora de la Academia de Ciencias Económicas.
Competencia en el sector financiero
El BCV es el supervisor y regulador del sistema bancario, y su rol es de enorme trascendencia. Para estimular la inversión interna, es necesario reactivar y fortalecer el sistema financiero nacional, y el bancario debe contar con una institucionalidad que le permita cumplir con su papel de intermediación, para lograr una sana competencia entre los entes participantes.
En lo que va de siglo, sea –primero- a través de la obligación de adquirir títulos públicos, o por el direccionamiento del crédito en las gavetas, o por la reciente elevación sin sentido del encaje legal, la banca se ha visto impedida de cumplir con su rol de intermediación y de evaluación de vida del riesgo crediticio. Todo ello hay que revertirlo lo antes posible, insiste.
En torno a la potencial derrota de la inflación Sary Levy declara que se necesita “una política clara, firme y creíble, tanto en plano fiscal como monetario, ambos debidamente coordinados. Por un lado, una reforma fiscal que impida este creciente y recurrente déficit fiscal y que apunte –por el contrario- a lograr un superávit primario”, es tajante.
Crecimiento productivo, y estimulación de precios
Y avanza en su declaración: un BCV independiente, «en la medida que se va fomentando un crecimiento productivo, también se estimula una estimulación de precios”, apunta. La idea es lograr una estabilización dinámica del tipo de cambio, con libertad cambiaria. Ese es el entorno al que un ajuste, un cambio real de modelo, debería apuntar.
«La atracción de inversión extranjera es una variable siempre presente en todo proyecto de crecimiento y desarrollo. No solo sirve para complementar el financiamiento interno, sino que –además- apoyo con transferencia de tecnología», señala otra prioridad.
No hay país en nuestra región que no esté tratando de atraer inversión extranjera, sostiene la economista.
«Por eso, desde un primer momento se debe establecer un ambiente amigable a la inversión; esto significa institucionalidad, respeto de la propiedad de los inversionistas –nacionales y foráneos-, políticas de simplificación de trámites, entre otros elementos», apunta.
Hay un elemento en contra: las fallas en recursos. Venezuela tiene diversas áreas con claras posibilidad de atraer inversiones, y eso, a su vez, va a favorecer una diversificación productiva.
«Tenemos el sector energético, por lo cual debe impulsarse un proyecto de generación de electricidad, dado que contamos con energías renovables: eólica, solar, hidráulica. También el turismo, y una infinidad de áreas del sector industrial», indica al señalar que se deben liberar las fuerzas productivas largamente constreñidas por políticas intervencionistas.
¿Otra Apertura Petrolera?
Llegados a este punto de la conversación era inevitable hablar de la política petrolera. Expertos de alto voltaje como el doctor José Toro Hardy –exdirector de la vieja Pdvsa, la que llegó a estar en segundo lugar en el orbe- han planteado la necesidad de una nueva “Apertura Petrolera” como la que tuvimos en los 90 del siglo pasado, y que llevó la producción a 3.4 millones de b/d.
Sary levy no duda en su respuesta: “El sector petrolero es un área de inversión muy importante, tanto para empresarios nativos, como foráneos. En el área nacional hemos escuchado con muchísimo interés lo que se llama corrientes intermedias, o “midstream”, y la extranjera en proyectos de más alta envergadura”, abre fuegos.
Resalta el gran potencial de nuestro país en Hidrocarburos, y destaca que el mismo debe ser usado de modo idóneo para la recuperación socioeconómica de Venezuela.
“Claramente debe ser un sector para la participación de inversión privada”, se fue por la calle del medio.
Indicó que las nuevas corrientes mundiales apuntan a sustituir los combustibles fósiles por renovables. “Y por ello se tienen previsto proyectos de captura, utilización y secuestro de CO2”.
En otro orden de ideas, se tocó el punto de comercio con Colombia. “La apertura del comercio siempre es necesaria”, se limitó a contestar.
¿Esta transición prevé subsidios y políticas de apoyo para sectores sociales vulnerables? Una pregunta crítica que Levy Carciente responde afirmativamente: deben existen amplios planes de ir antes los organismos multinacionales para atender a las poblaciones más vulnerables. “se favorece la entrega directa a los beneficiarios”, remarcó.
Del populismo a un esquema liberal
Todo lo anterior suena muy loable, pero ¿Cómo habilitar una transición del populismo a un modelo liberal? “La transición será de un política populista, engañosa, discriminadora, costosa, opaca e ineficiente a una política liberal justa, con equidad de acceso, con transparente ejecución”, desmenuza la economista. “El populismo no es dadivoso, sino expoliador”, fustiga.
La economista Sari Levy Carciente, señala que Venezuela tarde o temprano -y espera que sea temprano- debe acudir a organismos multilaterales, como el FMI, el BID, la CAF, entre otros, para solicitar respaldo amplio para un plan de estabilización, que incluya el refinanciamiento de la deuda externa, el saneamiento de las finanzas públicas, y recuperar la infraestructura del país, en todos los ámbitos.
“Lo que la ciudadanía pide a gritos un programa de estabilización, una clara política monetaria, reestructurar la deuda, transparencia y rendición de cuentas”, remata la economista.