Kenia quiere aprovechar la moda del aguacate en Europa
Kenia quiere aprovechar el auge del aguacate entre los europeos, dispuestos a gastarse una decena de euros en una tostada con aguacate, para desarrollar la producción de esta fruta.
Cada vez más kenianos plantan aguacates en sus campos color ocre, incluso a costa de abandonar sus tradicionales cultivos de café o té, ya que la demanda europea es fuerte.
«Recientemente, cuando el mercado de aguacates se disparó, pensamos que era más interesante plantar estos árboles. Así empecé yo», explica Sumon Kimani apuntando con el dedos los primeros árboles que plantó, hace menos de 10 años. Actualmente posee dos hectáreas de esta especie.
Las tostas con aguacate se propagaron por las cartas de los restaurantes europeos. Según Laura Hannoun, una bloguera de 25 años que hizo una lista de las 10 mejores direcciones para comer esta tostada verde en París, «el precio justo está entre 10 y 11 euros» (11 – 12,5 dólares).
En Kenia, la producción de aguacates se organiza en pequeñas explotaciones y los campesinos venden después sus cosechas a empresas de exportación.
Simon Kimani, de 73 años, y sus dos jóvenes empleados recolectan con ayuda de machetes las agucates aún verdes. Las frutas terminarán de madurar durante su largo trayecto hasta Europa.
Simon forma parte de un grupo de agricultores que vende sus aguacates a la Fair Trade Company Limited.
Desde que fue contratado por esta empresa, en 2015, Bernard Kimutai observó que hubo un fuerte aumento de la producción de aguacates Hass, una variedad muy codiciada en Europa. «En 2016 exportamos 20 toneladas y en 2017, 40 toneladas», explica el dirección de producción de esta empresa.
– «Más dinero y menos trabajo» –
Cada año, Simon Kimani recolecta hasta siete toneladas de esta fruta tan a la moda, que vende a 50 chelines por kilo (0,43 euros; 0,5 dólares), esto es, unos cuatro aguacates, a la Fair Trade Company Limited que a su vez los exporta, principalmente a España y Holanda.
En los supermercados europeos, los aguacates kenianos, que cuestan alrededor de un euro la unidad, se codean con los de Chile, México e Israel.
«El 100% de los aguacates están destinados a la exportación. Intentamos mejorar la calidad para que el 90% de la producción de los agricultores sean exportables y el 10% restante se dedica a los productores de aceite», explica Bernard Kimutai, quien proyecta abrir una fábrica de aceite de aguacate.
El cultivo de los aguacates está adaptado particularmente al clima keniano –con dos temporadas de lluvia y una exposición regular al sol–.
En el huerto en terrazas de Simon Kimani, los aguacates se mezclan, sin un orden concreto, con bananos y plantas de café, una mezcla de cultivos que hacen que el suelo sea más fértil.
«Con el café hay mucho trabajo de cosecha y de preparación, pero con los aguacates es más sencillo, es más dinero y menos trabajo», celebra.
Él compró sus plantas en una cooperativa gubernamental para plantarlas en su terreno. Dos años y medio después, ya cosechaba sus primeras paltas, dos veces al año.
El gobierno keniano anima a los agricultores a producir estas frutas y propone cursos para que quienes tienen pequeñas explotaciones mejoren sus conocimientos sobre el cultivo de aguacate.
«Animamos también a los jóvenes que no tienen trabajo», precisa Esther Kimani, directora del Kephis (Kenya Plant Health Inspectorate Service), que certifica las semillas de los aguacates.
– El factor salud –
El gobierno keniano considera que el mercado del aguacate está en expansión y que podría beneficiar a muchos jóvenes emprendedores. Kenia es el sexto exportador mundial de aguacates, con un 3% de parte del mercado (63.000 toneladas en 2017 frente a 15.000 en 2015) y el primero de África.
La demanda aumenta «sobre todo en los países ricos, donde la salud es un factor importante», apunta Bernard Kimutai, quien celebra que eso le permite tener pedidos durante toda la temporada.
La palta se considera una fruta buena para el organismo, con muchas vitaminas, fibras y oligoelementos, por lo que ocupa un lugar importante en muchos regímenes alimentarios en Europa.
Sobre una tostada de pan, acompañado de un huevo escalfado o de granada, Laura Hannoun consume esta tosta de aguacate al menos una vez a la semana. «Tengo mi ración de glotonería al tiempo que como algo más sano que panqueques o hamburguesas», resume.
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