Dr. Renny Yagosesky Ph.D en Psicología, Conferencista y Escritor @DoctorRenny
La actitud de ganador
En un entorno complejo signado por la crisis, se requiere una combinación de ingredientes que permitan generar salidas funcionales y sustentables para poder mantenerse. Esos ingredientes, son: actitud, aptitud, estrategia, recursos y acciones oportunas, coherentes y flexibles. De todos esos aspectos, quiero detenerme en la actitud, por ser el combustible básico sin el cual los demás ingredientes no pueden activarse.
Hablar de actitud es hablar de motivación, disposición, deseo, ganas. La actitud se refleja en la energía para actuar, en la iniciativa, para dar los primeros pasos y en la voluntad para mantenerse en pie a pesar de las adversidades. Cuando carecemos de ese empuje, de esa fuerza, de esa chispa no hay manera de saltar muros, de vencer retos, de rebasar al miedo ni de trascender la mediocridad. Lo primero es entonces, tener la actitud, la actitud de un ganador.
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Roberto Shinyashiki, estudioso del tema, ha dicho que es posible definir un perfil en los ganadores, un paquete de cualidades que los identifica y nos permite predecir quienes lograrán los mejores resultados y quienes se resignarán a conformarse con lo que la vida les mande. Estos rasgos que describo a continuación, conforman su perfil:
Determinación: Los ganadores son personas determinadas, decididas, que creen poder sortear exitosamente los obstáculos del camino. Muestran un ánimo resuelto y no es fácil desanimarlos. Por su parte, quienes portan mentalidad de perdedores, exhiben una tendencia mental pesimista, que se percibe apenas se entra en contacto con ellos.
Autenticidad: Los ganadores muestran autenticidad. Tienden a expresar lo que les gusta y lo que no les gusta, y la gente sabe a qué atenerse con ellos. Evitan las complicaciones derivadas de la hipocresía o la mentira. Con frecuencia se les acusa de ser “demasiados sinceros”.
Entusiasmo: Los ganadores son tremendamente entusiastas. Se muestran como personas dinámicas, activas y dispuestas a la acción de logro. Su ritmo es vigoroso y contagioso. Los perdedores suelen ser agrios y aflictivos, lo que reduce notablemente sus horas de bienestar personal.
Ambición: Los ganadores piensan en grande, tienen ambición y no se conforman con poco ni con lo pequeño. Buscan llegar a lo más alto de la montaña y vivir «en primera clase», en vez de resignarse y esperar a que otro le dibuje sus límites. El perdedor prefiere vivir «al son que le toquen», no como voz, sino como eco.
Eficacia: El ganador va tras los resultados, ama concretar y ser eficaz. Huye de las coartadas y las distracciones. El perdedor, por el contrario, desea pero no hace, anhela pero no se mueve de donde está su meta. Vive atrapado en un mar de de justificaciones, excusas y culpables sobre quienes proyecta sus resultados mediocres. Uno sueña, el otro hace. El perdedor cree que «querer es poder». El vencedor sabe que «hacer es poder».
Aprendizaje: El vencedor reconoce errores y aprende de ellos, pues intenta perfeccionarse constantemente. Sabe que siempre hay algo más que puede aprender para superarse. Para el perdedor otros son la causa de sus fracasos. Es una víctima militante sin control de su existencia.
Relaciones: Otra característica de los ganadores es su habilidad para relacionarse con las personas. Saben que todo se logra a través de las personas y su presencia es motivante para quienes les rodean. Los perdedores son dados a la discordia a causa de sus actitudes vinculares limitadoras, como: celos, envidias, imposición y conflictividad. El ganador disfruta en presencia de otros, el perdedor se siente amenazado. Su desvalorización lo hace aislarse o mostrarse agresivo y pocas veces cooperativo. Incluso cuando ayuda, lo hace de manera desbordada y para sentirse querido.
Vocación: El vencedor sigue su vocación; hace lo que le gusta y va tras de aquello que le hace sentir realizado. El perdedor vive alejado de sí mismo, trabajando por dinero y bajo estrés. No sabe con claridad lo que le gusta y si lo sabe no persigue su ideal. Se queja, se lamenta por lo que no ha podido ser.
Ética: El vencedor tiende un código ético que se esfuerza en respetar, mientras que el perdedor no sigue reglas, es anárquico y desadaptado, se ríe de los ideales y por eso jamás se siente realizado, a causa de su declarado pragmatismo.
Iniciativa: Los ganadores son personas de muy alta iniciativa. Crean realidades en vez de sentarse a esperar por la llegada de la buena suerte. Saben que su esfuerzo es la semilla del éxito y se dedican a sembrarla con afán indetenible. Confían en que la diferencia la marca su conducta y el tipo de decisiones que se toma. Creen más en ellos que en la buena suerte.
No tengo duda alguna de que reflexionando acerca de estar premisas y siguiéndolas como pauta o mapa de trabajo diario, es posible desarrollar una mentalidad exitosa una actitud de ganador que no tardará en generar los resultados que deseamos, a pesar de los pesares. Gracias por leerme.
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