La economía, prioridad número 1 tras la caída de Mugabe
A sus 76 años, Chareka Mutungwazi acaba de pasar otra noche frente a la oficina de un banco con la esperanza de poder sacar su dinero. Igual que muchos zimbabuenses, apenas puede vivir en un país arruinado por las políticas económicas erráticas del expresidente Robert Mugabe.
«Tenía que dormir en la cola para estar seguro de sacar mi dinero», explica este jubilado que espera en una calle de Harare. «Después de 55 años de trabajo, es como volver a trabajar otra vez», lamenta.
En su banco, la falta de liquidez obliga a limitar la retirada de efectivo a un máximo de 20 dólares. En otro banco cercano, el máximo es de diez dólares.
Charles Mutimhairi, de 35 años, propietario de una papelería en Harare, espera pacientemente en la cola mientras comenta la caída de Mugabe, que el martes dimitió empujado por el ejército tras 37 años en el poder.
La llegada de su sucesor, Emmerson Mnangagwa, que será investido el viernes, suscita «esperanzas», reconoce Mutimhairi, aunque advierte que «necesitamos cambios de verdad, y eso quiere decir crear un entorno estable para atraer nuevas inversiones, dinero y crear empleos».
La crisis financiera es solo uno de los problemas de la economía de Zimbabue, con un crecimiento débil, una inflación al alza y un desempleo masivo.
Mnangagwa prometió el miércoles en su primer discurso desde su designación abordar estos problemas. «Queremos el crecimiento de nuestra economía, queremos empleos», dijo sin dar más detalles.
Durante años Zimbabwe fue un modelo de éxito en África, hasta el punto que se lo apodaba «el granero de trigo» del continente. Pero ahora la tarea será inmensa.
Cuando llegó al poder, en 1980, Mugabe puso en marcha un sistema de educación y de sanidad, gestionó los intereses de la minoría blanca y estabilizó el país.
Pero en el año 2000 instigó a los veteranos de la guerra de independencia a atacar a los agricultores blancos y más de 4.000 huyeron del país en medio de la violencia.
La consecuencia fue el derrumbe del sector agrícola, que arrastró a su vez a todo la economía.
– «Vagabundos»
El régimen recurrió entonces a la impresión de billetes para financiar sus gastos, provocando una hiperinflación vertiginosa.
En 2009 tuvo que renunciar a la moneda local y adoptar el dólar y el rand sudafricano. Y a finales de 2016 puso en marcha una nueva divisa para intentar frenar la salida de dólares hacia el extranjero, aunque no ha sido muy eficaz.
Mugabe «nos ha convertido en vagabundos», explica la diputada de oposición James Maridadi.
«La economía se recuperará gracias al camarada Mnangagwa» espera Berry Makiyi, de 35 años, un ingeniero eléctrico favorable al nuevo presidente, al que aconseja que se «ocupe primero de la crisis financiera».
«También tendría que intentar tener una mejor política de inversiones y ser más flexible con las leyes de indigenización», explica.
Las leyes llamadas de «indigenización» fueron votadas en 2007 para obligar a las empresas extranjeras a ceder la mayoría de su partes a inversores locales. Aunque no se aplican totalmente, han tenido el efecto de ahuyentar a los inversores extranjeros.
Emmerson Mnangagwa, de 75 años, que fue ministro de Mugabe, está considerado a nivel internacional como más favorable a las reformas económicas, según la consultora BMI Research.
«Hay razones de ser optimista sobre la vuelta a Zimbabue de los inversores internacionales durante los dos próximos años», indica la consultora.
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