La influencia de Putin en Venezuela, un desafío para Estados Unidos
Rusia emergió como un actor influyente en la crisis de Venezuela esta semana, cuando Washington acusó a Moscú de convencer al presidente Nicolás Maduro de que no huyera a Cuba.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, afirmó que Maduro tenía un avión en pista listo para volar a La Habana, cuando «los rusos le dijeron que debería quedarse».
Moscú respondió, asegurando que esas afirmaciones eran falsas y acusando a Washington de apoyar un golpe «que no tiene nada que ver con la democracia», al respaldar al líder opositor Juan Guaidó.
Moscú tiene sus razones para apoyar a Maduro, pues es uno de sus pocos aliados en América Latina y Rusia ha invertido millones en la economía venezolana.
Pero, según los analistas, Vladimir Putin estaría apostando por una estrategia a largo plazo, esperando aprovecharse del caso de Venezuela en su tira y afloja con Washington.
«Rusia busca transformar su influencia en Maduro -que, de hecho, no es absoluta- en una oportunidad de tener un diálogo con Estados Unidos», declaró a la AFP Tatyana Stanovaya, directora de R.Politik, un gabinete de análisis con sede en París. Para Rusia, «Maduro es una moneda de cambio».
La tensión en Venezuela se acentuó desde que Juan Guaidó se proclamó presidente interino en enero, afirmando que la reelección de Maduro el año pasado fue ilegítima y apoyándose en tres artículos de la Constitución.
Más de 50 países, con Estados Unidos a la cabeza, respaldaron al presidente de la Asamblea Nacional, de 35 años, mientras que China y Rusia dieron su apoyo a Maduro.
Azotado por las sanciones occidentales, Moscú percibió rápidamente una oportunidad, aunque ello supusiera abrir un enfrentamiento con Estados Unidos en América Latina, tradicional esfera de influencia de Washington.
En marzo, Moscú envió dos aviones con unos 100 soldados y equipos a Caracas, donde se cree que también estarían trabajando mercenarios rusos.
– ‘Hacer un trato con Trump’ –
Los lazos entre Rusia y los países occidentales se deterioraron enormemente a raíz de la anexión de Crimea en 2014 por parte de Moscú, su apoyo a los separatistas en el este de Ucrania y al presidente Bashar Al Asad en Siria.
Pero la audacia con la que el Kremlin consiguió hacerse un hueco en la crisis de Venezuela causó inquietud en Washington.
«Rusia está haciendo la siguiente jugada en nuestro hemisferio, y la OTAN está rezagada», escribió el mes pasado Frederick Kempe, presidente del centro de reflexión Atlantic Council.
«Vladimir Putin podría estar allanando el terreno para hacer de Venezuela el ejemplo del fiasco de la política exterior del presidente Trump, del mismo modo en que lo fue Siria para la administración de Obama».
Rusia y Venezuela mantienen vínculos desde hace tiempo y el antecesor de Maduro, Hugo Chávez, conocido por sus diatribas contra Estados Unidos, fue invitado distinguido al Kremlin.
Tras la muerte de Chávez en 2013, la relación con el país con las mayores reservas de petróleo del mundo siguió fortaleciéndose.
Rusia es el segundo prestamista más importante de Caracas después de China, y Moscú ha invertido enormemente en los recursos petroleros de Venezuela, además de venderle al país latinoamericano armamento valorado en billones de dólares.
Según los analistas, Rusia tendría mucho que perder si se produjera un cambio de liderazgo. Pero lo que podría ganar a partir de un posible acuerdo con Washington podría ser mucho más importante para el Kremlin.
«Putin podría hacer un trato, si a cambio de aceptar la partida de Maduro obtuviera algo realmente grande por parte de Trump», apuntó Timothy Ash, estratega en BlueBay Asset Management.
Ash sugirió que Moscú quisiera que Washington levantara las sanciones, permitiera que las compañías petroleras rusas operen libremente en Venezuela y acepte las «esferas de influencia».
«Creo que ellos [la administración Trump] estarían felices de hacer un trato con Putin, según el cual éste sacaría a sus tropas de Venezuela a cambio de que Estados Unidos hiciera la vista gorda con lo que ocurre en Ucrania», dijo Ash.
– Reunión de alto nivel –
Pompeo y el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, prevén discutir sobre la crisis en Venezuela al margen de la reunión del Consejo Ártico en Finlandia a partir del lunes.
Esta semana, en sendos comunicados, Pompeo acusó a Moscú de «desestabilizar» Venezuela y Lavrov, a Washington de ser una «influencia destructiva» en el país.
Para los analistas, ambas partes parecen reacias a considerar la opción militar y podrían estar intentando hallar un acuerdo entre bastidores.
Pero las acciones sobre el terreno podrían tener más peso. Después de que un alzamiento militar en su apoyo fracasara esta semana, Guaidó llamó a los venezolanos a manifestarse en los principales cuarteles del país.
Algunos expertos dudan de la capacidad real de Rusia de influir en la crisis.
La administración Trump está «exagerando enormemente el papel de Rusia y China. No creo que eso sea un factor decisivo, en absoluto», defendió Ted Galen Carpenter, experto en Caton Institute, un centro de reflexión libertario con sede en Washington.
«La base del poder de Maduro permanece razonablemente intacta. Los militares serán el poder clave».
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