La ONU como albacea de Venezuela, un plan en blanco con futuro incierto
El ambicioso plan, advierten las partes, es insuficiente para hacer frente a las acuciantes necesidades de la población, en un país que tiene al 53% de sus ciudadanos en pobreza extrema, según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida
La Organización de las Naciones Unidas está frente a un desafío inédito: manejar cerca de 3.000 millones de dólares de Venezuela -actualmente bloqueados en el extranjero y que Gobierno y oposición buscan descongelar- para ayudar al país a aliviar la crisis humanitaria, después de que el organismo internacional fuera designado para gestionar los fondos.
A finales de noviembre, el Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición acordaron, en la mesa de negociación en México, crear un fondo para canalizar los recursos bloqueados en varios países, resultado de sanciones económicas y procesos judiciales, el cual será diseñado y ejecutado por Naciones Unidas.
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Desde entonces, han surgido numerosas interrogantes sobre este mecanismo que, según las partes, manejará, en un principio, unos 3.000 millones de dólares. Mientras tanto, la ONU guarda silencio, no ha recibido ni un centavo y el funcionamiento del fondo no ha sido acordado.
Lo que se ha dicho
Los negociadores del diálogo han adelantado, con algunas inconsistencias numéricas, que el dinero será usado en reparar 2.300 escuelas y 14 hospitales, habilitar 11 bancos de sangre, aumentar la generación eléctrica, mejorar el plan de inmunización, asegurar los tratamientos a 60.000 personas con cáncer y otras miles con VIH/Sida, entre otros objetivos.
El ambicioso plan, advierten las partes, es insuficiente para hacer frente a las acuciantes necesidades de la población, en un país que tiene al 53% de sus ciudadanos en pobreza extrema, según la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida, una medición de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), que se ha convertido referente nacional, a falta de datos oficiales.
La aplicación de los proyectos a través de agencias de Naciones Unidas se hará «bajo las leyes venezolanas» o «apegado a los estándares de la ONU», según el chavismo y la oposición, respectivamente, que insisten en mostrar a sus delegaciones y el papel que jugaron en las negociaciones como lo más determinante del acuerdo.
Lo que la ONU calla
La Oficina del Coordinador Residente de la ONU en Venezuela no respondió las preguntas de EFE sobre el proceso de creación del fondo y, por ahora, el organismo sólo ha hablado a través del portavoz del secretario general, António Guterres, para decir que «toma nota» de la solicitud planteada por las partes.
Fuentes ligadas al trabajo humanitario que ONU lleva a cabo explicaron a EFE que, mientras sostienen numerosas reuniones con el Gobierno y la oposición, la institución multilateral ha empezado a diseñar el mecanismo, un proceso que llevará meses antes de empezar a atender necesidades urgentes como el hambre y la insalubridad.
La acostumbrada diplomacia silenciosa de Naciones Unidas, según las fuentes que pidieron el anonimato, se mantendrá mientras transcurre esta fase de definición que, auguran, no será sencilla, especialmente por la necesidad de incluir licitaciones nacionales e internacionales para la ejecución de los proyectos.
Mientras tanto, organizaciones humanitarias están preocupadas por el efecto que tendrá en los donantes internacionales la idea de que el país tiene recursos, sin saber para cuándo estarán disponibles, lo que podría frenar aún más las aportaciones para la emergencia venezolana, una de las más subfinanciadas del mundo.
Lo que no está claro
Ni el presidente Maduro, consultado durante una rueda prensa, pudo mencionar un solo país del cuál procederán los recursos que esperan canalizar a través del fondo fiduciario. El mandatario dijo que solo de Citgo, la filial en EEUU de la petrolera venezolana Pdvsa, podrían recibir unos 4.000 millones de dólares, sin aclarar cómo esperan recuperar ese dinero.
Se trata, indicó, de ir «país por país» buscando esos recursos, un planteamiento similar al hecho, días atrás, por el jefe de la delegación de la oposición en las negociaciones, Gerardo Blyde, que subrayó la necesidad de hacer en adelante «todo un trabajo de implementación técnico para poder ir creando y alimentando» el fondo.
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Mientras el antichavismo calcula en 15.000 millones de dólares el capital de Venezuela bloqueado en el exterior, el Gobierno asegura que el país cuenta con casi el doble de esa cantidad.
Además, ninguna de las partes ha explicado cómo serán las contrataciones para llevar a cabo estos programas, algunos de los cuales requieren de infraestructura, ni cuánto podrán influir dentro de la asignación de las partidas, una vez que empiece a llegar el dinero a Naciones Unidas, en una fecha tampoco estimada.
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