La UE se interroga sobre el lugar del gas en su futuro energético
La Unión Europea (UE), muy dependiente del gas que representa la cuarta parte de su consumo energético, se enfrenta al dilema sobre el avenir de este hidrocarburo, cuando aspira a alcanzar la neutralidad carbono para 2050.
La disyuntiva se cristaliza en el Banco Europeo de Inversiones (BEI), que debe decidir el jueves sobre si continuar financiando en el futuro proyectos vinculados a energías fósiles vista la ambición climática del bloque.
La publicación la semana pasada de la lista de Proyectos de Interés Común (PIC), sobre infraestructuras transfronterizas que permitan vincular los sistemas energéticos de los países del bloque, profundizó la contradicción.
Unos 30 proyectos de gas se encuentran entre los 151 que buscan beneficiarse de procedimientos simplificados y del derecho a solicitar financiación europea, algo «absolutamente ridículo» para la oenegé Amigos de la Tierra.
«Las empresas venden la idea de que el gas es una energía de transición. Pero al final, hay que ser 100% energía renovable», precisó Colin Roche, de esta organización, que abunda en el dilema en el bloque.
La futura Comisión Europea, liderada por Ursula von der Leyen, «ambiciona una Europa con neutralidad carbono, pero sigue trabajando con una antigua política energética», lamenta.
La próxima titular del ejecutivo comunitario prometió de hecho convertir a Europa para 2050 en el «primer continente» con un equilibrio entre emisiones y absorción de gases de efecto invernadero.
Pero antes, la UE debe reducir sus emisiones de manera más drástica, ya que, a su juicio, el «objetivo actual del 40% para 2030 no es suficiente», elevando la exigencia hasta un 50% o, incluso, un 55%.
La actual Comisión Europea destaca así el objetivo de una «transición hacia energías más limpias», pero considera que «el gas desempeñará sin duda un papel durante algún tiempo», según su portavoz Anna-Kaisa Itkonen.
«Opciones radicales»
El gas produce un 40% menos de emisiones de dióxido de carbono (CO2) que el carbón, por lo que a menudo se presenta a este hidrocarburo como el más «limpio» de las energías fósiles.
La Comisión estima que el gas representará un 20% del consumo energético para 2030, nivel que caería a un 7%-9% para 2050 en un contexto de reducción del 80% de los gases de efecto invernadero o quizás un poco más.
El gas «está llamado a desempeñar un papel, incluso esencial, en los próximos diez años como mínimo», estima Carole Mathieu, del Centro Energía y Clima del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI).
«En cambio, cuando miramos más allá de 2030 y sobre todo cuando consideramos la neutralidad carbono para 2050, nos enfrentamos a opciones más radicales», explica la investigadora sobre políticas europeas a la AFP.
«Y, en general, las energías fósiles ya no tienen cabida en los escenarios», agrega.
Pero los PIC, entre cuyos objetivos está apoyar la visión climática europeo y la decarbonización de su economía, son proyectos de infraestructuras a largo plazo, difíciles de ver en marcha sólo durante diez años.
Mathieu considera que «a corto y medio plazo» puede haber un beneficio ambiental, pero «a largo plazo» aboga por prever su disminución o considerar otras técnicas de «ecologización del gas» con un despliegue, por ejemplo, del biogas.
En julio, el BEI pidió que ya no se invirtiera en proyectos vinculados a las energías fósiles, entre ellas el gas, un proyecto acogido con prudencia por los países del bloque.
La experta considera que países, como Alemania, podrían seguir utilizando durante un tiempo el gas, a través de «centrales de alto rendimiento», para facilitar su abandono del carbón y asegurar el suministro energético.
Bélgica por ejemplo se acerca al gas para acompañar su abandono de la energía nuclear.
En este contexto, el BEI podría decidir el jueves definir simplemente criterios de emisión para acordar inversiones, según Mathieu, para quien esto implicaría la financiación sólo para «las centrales de gas más eficientes».
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