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19/08/2021 07:35 AM

Las expectativas de John Magdaleno frente a la negociación en México y el escenario político venezolano

Las expectativas de John Magdaleno frente a la negociación en México y el escenario político venezolano

El politólogo John Magdaleno hizo una serie de planteamientos respecto al actual escenario político venezolano; lo que vislumbra en el porvenir de cara a las presidenciales que corresponde realizar en 2024; y sus expectativas frente al proceso de negociación entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición en México.

Las declaraciones las ofreció a Jorge Botti, en Hoja de Ruta.

Pese a que la entrevista fue realizada previo al inicio del proceso de diálogo la semana pasada (aunque difundida este martes) Magdaleno se permitió declarar los puntos que considera destacados en el actual proceso en comparación con los que han sucedido antes, pero aclaró “Tengo mucha cautela sobre el proceso en México”.

“Lo que sí veo en esta oportunidad son dos cosas que no estaban antes. La primera es que esta vez el madurismo tiene un incentivo real por el cual sentarse a negociar: necesita cuando menos la flexibilización de las sanciones y, en efecto, cuando se revisa la agenda que se intenta introducir desde ambos lados, ese es un punto prioritario”, dijo.

Continuó señalando que el segundo factor que ha cambiado entre esta negociación y las anteriores es que “la oposición está tan mal en términos orgánicos y de coordinación estratégica que sabe que está urgida de un logro, de un avance, para poder relegitimarse frente a la opinión pública y la sociedad”.

“Y algo equivalente también pasa con el gobierno. Sabe que tiene que mostrar algún triunfo, alguna conquista en la situación. Sabe que si la inercia se mantiene va a seguir perdiendo respaldo. Es decir, lo que veo que no estaba antes es que ambas facciones ahora sí tienen incentivos reales para hacer un esfuerzo de cara a la negociación”, indicó.

Sin embargo, aclaró que no vislumbra que se vaya a producir un acuerdo global. “Lo que yo no veo es que de aquí vaya a salir un acuerdo integral, como es la aspiración maximalista de la oposición; como tampoco se va a producir el levantamiento total de las sanciones a no ser que el gobierno concediera una restitución tan extraordinaria de garantías que nos llevara a una suerte de etapa previa una democratización, pero eso no ocurre tan rápido”, expresó.

-Lectura del momento ¿Dónde estamos parados?-

 

Magdaleno planteó que actualmente tanto del lado del gobierno de Maduro como de la oposición se están encarando dificultades serias.

“Estamos en una circunstancia en la que, en mi opinión, el régimen autoritario empieza a encarar dificultades sistémicas serias, pero la oposición tiene unas debilidades orgánicas, organizativas y problemas de coordinación estratégica que encarar para intentar aprovechar un contexto que puede llegar a ser favorable en el futuro no tan lejano”, dijo.

-Razones de las dificultades sistémicas del gobierno-

 

Sobre lo que llama “dificultades sistémicas” del gobierno, el politólogo expuso que existen, primero que todo, por el desempeño económico-financiero «que le condujo a unos indicadores muy preocupantes (incluso previo a las sanciones). Las sanciones vienen a reforzar y agravar un poco la crisis, pero la crisis sin duda alguna está creada, engendrada y desarrollada por Hugo Chávez; y el remate lo dio Nicolás Maduro”.

Indicó que los problemas fiscales en Venezuela se agravaron en 2011 cuando el exministro Jorge Giordani confesó que “se botó la casa por la ventana”.

“Es decir, se llevó el gasto público a límites extraordinarios comprometiendo, en lo esencial, la salud de la economía. Todas las dificultades sistémicas tienen una traducción muy concreta: el mal estado que tienen las finanzas públicas hoy; la imposibilidad práctica de que se recuperen en el corto plazo; la imposibilidad práctica de que se encuentre un sustituto eficaz a la renta petrolera”, dijo.

Sobre este último punto, Magdaleno señaló que por no ser factible en el corto plazo, el Estado se ve obligado a buscar otras fuentes de recursos.

“Y no hay otra que el sector privado, entonces allí surge un curso de acción que es el que ha venido implementado el gobierno que es intentar elevar impositivamente la carga sobre el sector privado en una circunstancia en la que hay una recesión continua de ocho años. Allí hay una dificultad sistémica. Ellos están en un dilema estratégico, que es importante porque si esa inercia se mantiene las agendas de intereses que le dan soporte al madurismo pueden verse en peligro, pueden resultar afectadas. Y si es así probablemente empiecen a anidarse conflictos internos y mayores tensiones dentro de la coalición dominante, es decir en los factores que le dan poder al régimen autoritario”, explicó.

Enfatizó: “Yo creo que esa es una tendencia en desarrollo que nadie está viendo con precisión cómo se puede aprovechar. Me parece que nadie ha visto cómo trabajarla con una estrategia robusta de corto y mediano plazo”.

-Elecciones regionales-

 

Respecto al debate de si acudir o no a las elecciones regionales y locales pautadas para noviembre, Magdaleno analizó el accionar electoral en los últimos años.

“En verdad hasta 2015 la oposición utilizó la elección como un instrumento para configurar una mayoría, y el diseño estratégico original -desde que Teodoro Petkoff ejercía mucha influencia sobre la dirección política opositora- se creó bajo la tesis de la acumulación de fuerza por la vía de las elecciones, por la vía pacífica, electoral, constitucional y democrática. Se pensaba que ello iba a llevar a un punto en el cual podíamos desafiar al régimen autoritario hasta lograr su reemplazo. Pero, en el camino, particularmente después de las parlamentarias de 2015, en efecto cambiaron las reglas de juego”, indicó.

Aseguró que “eso no significa que las reglas dejen de ser útiles, pero ahora las elecciones no pueden bastar con un llamado para que la gente vaya, vote y listo”.

“Ahora se requiere elevarle el costo al gobierno por irregularidades, por cambios en las reglas de juego-sobrevenidos o no- que cambien o afecten la competitividad de la oposición y por la eventualidad de un fraude”, mencionó.

Y agregó que la elección no puede ser solamente el instrumento para convocar y movilizar consumatoriamente. “Al lado de la elección tiene que haber una organización social detrás que se movilice antes, durante y después de la elección. No basta con hacer llamados para que la gente vaya a votar si no tenemos cómo elevarle el costo a la eventualidad de una irregularidad”.

«Hemos ido a elecciones aspirando a que nos reconozcan los triunfos. Ahora debe implementarse una variante. Tenemos que seguir llamando a la gente a votar pero también tenemos que organizarla para elevarle el costo al régimen autoritario antes, durante y después de la elección”, recalcó.

-¿La dirigencia opositora ve las elecciones regionales como una oportunidad?-

 

El politólogo mencionó también que una parte del liderazgo político percibe las elecciones de noviembre como una oportunidad para reconstituir a la oposición y recomponer el vínculo con la sociedad, “que por cuatro años se ha debilitado”.

“En cuatro años lo que se ha hecho es construir una amenaza externa y puedo conceder que se hizo en parte. Tengo reservas con los efectos sociales que tienen las sanciones porque intentando debilitar las capacidades estatales también se debilita a las redes políticas y sociales que le hacen frente al régimen, pero al margen de esas reservas puedo conceder que en efecto se ha logrado la amenaza externa, porque tanto las sanciones internacionales como el destino de la causa en la Corte Penal Internacional están presionando al gobierno. Pero, en esos cuatros años se descuidó el flanco interno, el plano doméstico”, dijo.

Y continuó: “La pregunta de fondo es ¿Cuál es nuestra fuente de poder potencial? Es decir ¿Con qué contamos los que deseamos una redemocratización del país? No contamos con armas; la posibilidad de influir en las Fuerzas Armadas es muy remota; tampoco con la posibilidad de una intervención militar extranjera, que además no es deseable, como tampoco es deseable colocar en manos de la Fuerza Armada Nacional la responsabilidad de producir la transición. La mayor parte de los golpes de Estado en el mundo no conducen a regímenes democráticos”.

Explicó que según casos que investigó sobre intervenciones militares extranjeras que conllevaron a una democracia, de 19 casos 16 estuvieron mediados por algún tipo de conflicto armado previo.

“Y 11 de los 19 casos, corresponden a la Segunda Guerra Mundial. Y otros 5 casos más venían de conflictos militares previos. Solo 3 de los casos estudiados no tenían conflicto armado (Panamá, Granada y Timor Oriental, y en este último caso solo hasta que hubo un referéndum que generó un conflicto armado posterior)”, añadió.

“Volviendo al ¿Con qué contamos? Con lo que contamos es con el malestar de la gente. El malestar acumulado por la frustración de expectativas; por el deterioro de la situación socio-económica; por el desempeño autoritario, arbitrario, discrecional, violador de garantías; por la precarización del país, de los servicios, etcétera. Pero el punto es ¿Qué hay que hacer entonces con ese malestar? Organizarlo, articularlo, coordinarlo, formarlo, entrenarlo y movilizarlo”, indicó.

Expresó que los únicos dos vehículos para que esa “energía dormida” se active y se movilice son la protesta no violenta y las elecciones.

“Y mi tesis es que hay que juntar esas dos cosas. Tiene que haber simultaneidad de la protesta y las elecciones, aprovechando la coyuntura de la crisis económica”, precisó.

-Elecciones de 2024 y conflicto de sucesión-

 

A su juicio, la operación que se tiene que ejecutar desde la oposición es elevar la probabilidad de aproximarse al punto de inicio de la transición, elevar la probabilidad de una fractura.

“De 102 casos de transiciones a la democracia que he analizado, en 83 las variables domésticas fueron las decisivas”, recalcó.

Dijo que ve que una parte del liderazgo está consciente de eso. “Y puedo decir que he conversado cada vez con más líderes de oposición y parece haber un consenso mayoritario acerca de eso. Creo que además hay un aprendizaje colectivo: la gente está animada en ese sentido. Está cambiando el clima de opinión”.

Agregó que la probabilidad de que Venezuela experimente el inicio de una transición a la democracia antes del 2024 es muy baja. Razón por la cual las elecciones presidenciales que deben efectuarse ese año ofrecen lo que considera “una oportunidad que no está dada antes, porque, entre otras cosas, pudiera plantearse una crisis de sucesión presidencial”.

“A la fecha, por la información que me llega, no hay acuerdo en el oficialismo acerca de que Maduro perdure aún más en el poder”, afirmó.

“Ahora, en 2024 la situación puede estar mucho más agravada. Si hay alguna mejora sería muy sectorial, selectiva; si llega a haber crecimiento económico de aquí  a allá sería muy modesto y no doy garantías de que se pueda sostener. El país tal y como está no puede asegurar mejora sostenida. Y eso es otro elemento que se suma en contra del oficialismo, pues, las crisis de ineficacia reiterada también socavan las bases de respaldo de un régimen autoritario”, aseguró Magdaleno.

Comentó que una muestra de ello ocurrió con las elecciones parlamentarias del año pasado. “Una elección que no fue libre, no fue competitiva, estuvo confeccionada a la medida del madurismo, y ocurrió que su base de respaldo se disminuyó”, apuntó.

Con todo ese escenario, dijo que cree que “oportunidades como las elecciones regionales de este 21 de noviembre y los hitos políticos no electorales que pudieran surgir el año que viene podrían ayudar a construir una fuerza social y política poderosa, organizada, que constituya lo que ha hecho falta en los últimos cuatro años: una fuerza de presión interna».

 

 

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