Las papas son la "columna vertebral" de los productores del altiplano de Bolivia
La papa es la «columna vertebral» de la alimentación y economía de muchos productores del altiplano boliviano, que cada vez prefieren sembrar las variedades requeridas en los mercados y dejar de lado las nativas, que tienen más nutrientes pero son poco comercializadas.
Los pobladores de Chairumani, a 100 kilómetros de La Paz, como en muchas otras comunidades del país, viven de los réditos económicos que les brinda la venta de estos tubérculos en los mercados del país, cultivando en cantidad entre tres a cinco variedades de papas que son altamente requeridas en las cocinas de las ciudades.
«Nosotros producimos para la venta, para comercializar, porque es nuestra fuente de trabajo, vendemos la papa y compramos nuestros alimentos, la ropa, y también ayuda en la educación de nuestros hijos», comentó a Efe la productora Gaby Quispe.
Sin embargo, los productores del lugar cultivan en pequeñas parcelas papas nativas «olvidadas» o poco «valoradas» para su consumo, resguardando los saberes ancestrales que sus padres y abuelos les transmitieron sobre este tubérculo milenario.
Por ejemplo, Quispe cultiva al menos 40 variedades de papas nativas, algunas para convertirlas en chuño, papa deshidratada, y otras para comerlas sin pelarlas.
«Es una gran fuente de alimento, nosotros antes de salir a trabajar siempre comemos unas papas para tener energía», añadió.
Entre las variedades hay alargadas, redondas, gruesas, pequeñas, con muchas protuberancias, rojas, negras y amarillas, que los productores las cocinan con técnicas ancestrales como la whatia, que es la cocción bajo la tierra, y en muchos casos las acompañan con phasa, una tierra blanca comestible, según la productora.
Una de las más particulares es la denominada por los locales como la «papa matrimonial», un tubérculo lleno de protuberancias que las suegras les daban a las novias de sus hijos para que las pelen como una «prueba» para saber si será una buena esposa, explicó Quispe.
Otra de las papas que se produce en menor cantidad en el lugar es la denominada como «malcacho», porque tarda mucho en la cocción, y la gente prefiere comprar otras, por lo que los productores ya no quieren producir esa variedad, según manifestó a Efe el productor Lucio Coro del municipio de Betanzos en el departamento de Potosí.
«Esa papa está queriendo desaparecer, pero no vamos a dejar, todas las papas son importantes para nosotros», sostuvo Coro.
Según la coordinadora del Centro Internacional de la Papa en Bolivia, Paola Flores, en el país existen al menos 1.500 papas nativas de las cuales solo 12 están inscritas en el sistema nacional de semillas.
Flores apuntó a Efe que este centro con más veinte años en el país trabaja para difundir estas variedades que son poco conocidas y a la vez en el fortalecimiento de capacidades a los productores, en temas como el manejo de la semilla para mantener su calidad y la conservación la «gran biodiversidad» de papas que hay en el país.
Además, según investigaciones de ese centro, las papas nativas tienen por lo menos tres veces más de nutrientes que las que se comercializan en las ciudades, mencionó Flores.
«La contribución nutricional de las papas nativas en la alimentación es alta, por ejemplo si los niños consumen estas papas en época de abundancia, llega a cubrir hasta el 25 a 37 por ciento del requerimiento diario de zinc y hierro», aseveró.
Algunas de las variedades que aportan esos nutrientes son la sak’ampaya, chilltu, kellu y ajawiri.
Es por ello que para los productores es importante encontrar oportunidades de mercados para que sus variedades de papas sean más visibles, consumidas y producidas para que no se pierdan con el tiempo.
Un potencial mercado está en los restaurantes Gustu y Jardín de Asia en La Paz, que visitaron ese lugar para conocer todas esta diversidad e idear la forma de incluirlas en un menú inspirado en productos del altiplano boliviano.
Su expedición recorrió la última semana de marzo más de 2.000 kilómetros por una decena de comunidades de Oruro y Potosí, junto a biólogos de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS, sus siglas en inglés) para «redescubrir» alimentos que son poco conocidos o utilizados.
Bolivia es el segundo país en diversidad de papas nativas, ya que el primero lo ostenta Perú con más de 3.000 variedades, y al menos unas 200.000 familias bolivianas producen este tubérculo, según Flores.
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