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18/02/2018 11:22 AM

Las petroleras usan el big data para abaratar el crudo

Las petroleras usan el big data para abaratar el crudo

A tan solo unos kilómetros del cuartel general de Facebook, el Centro de Innovación Tecnológica de Schlumberger ubicado en Menlo Park recuerda a otra empresa de Silicon Valley con ganas de cambiar el mundo.

Las paredes de las oficinas están cubiertas de Post-it con ideas sobre productos y diseños y el bar ofrece cuencos de fruta y un servicio de pizzería para el almuerzo de los viernes. Los empleados proceden de una gran diversidad de países y tienen distinta experiencia en el sector. De hecho, uno estuvo en la NASA antes de llegar allí y otro trabajó en HBO.

Lo que hace Schlumberger dista mucho de ser algo característico de Silicon Valley: la empresa trabaja para aumentar la producción y reducir los costes de una de las actividades más emblemáticas de la vieja economía: la producción de gas y petróleo, reseñó el Financial Times.

El centro tecnológico que ha creado el grupo de servicios petroleros es una señal de los enormes cambios que vive la industria, a medida que comienza a adoptar las últimas innovaciones informáticas. Técnicas como el análisis avanzado de datos, utilizado por Google, Facebook y Amazon, entre otras, se aplican cada vez más a la industria energética. Muchos ejecutivos del sector creen que los resultados podrían ser espectaculares.

Oportunidades

Entre las nuevas oportunidades que se presentan se encuentra el análisis de rocas para perforar pozos de petróleo, los modelos de yacimientos para sacar el máximo partido a la producción a lo largo de la vida de un yacimiento de petróleo y la automatización que aumenta la seguridad y eficiencia de las operaciones y mejora sus costes.

El incremento de la producción con la ayuda de la innovación contribuirá a rebajar los precios del crudo, lo que supone una mala noticia para las tecnologías que compiten con el coche tradicional, como el vehículo eléctrico, y para los productores de crudo de otros países incapaces de reducir sus costes. También transformará la industria del petróleo, como la destrucción de empleo. Matt Rogers de la consultora McKinsey, asegura que los analistas no han sabido prever el alcance de los cambios que se avecinan. En su opinión, «dentro de diez años todo será muy distinto. Será como Star Wars comparado con la situación que vivimos ahora».

Durante décadas, la industria del crudo siempre ha estado a la vanguardia en tecnología de la información. John Browne, ex consejero delegado de BP, empezó su carrera a finales de la década de los sesenta localizando reservas de petróleo en Alaska con un ordenador que en aquella época se consideraba avanzado.

Del Top 500 de los superordenadores más potentes del mundo, los propietarios de las empresas del sector privado incluyen las petroleras francesa e italiana Total y Eni, y Petroleum Geo Services. La diferencia ahora es el auge de los servicios de computación en la nube, que hacen posible el almacenamiento y análisis de datos a un coste relativamente bajo.

La industria del crudo genera grandes volúmenes de datos, estructurados-como la temperatura y presión- y no estructurados- como las grabaciones en vídeo – y la cantidad de datos se incrementa constantemente.

El coste de los sensores para recopilar más datos está cayendo, y su grado de sofisticación aumenta, lo que permite controlar más aspectos de operaciones como la perforación de pozos.

Bill Braun, director informático de Chevron, la petrolera estadounidense, asegura que el volumen de datos que gestiona una compañía se ha ido duplicando cada año.

La ampliación del yacimiento Tengiz en Kazajistán, donde se prevé comenzar la producción en 2022, incluirá un millón de sensores. Sin embargo, buena parte de los datos de la industria no se utilizan nunca. «Aunque se recopila mucha información, se guarda casi toda», explica Binu Mathew, responsable de gestión de producto de Baker Hughes, el grupo de servicios para yacimientos propiedad de General Electric.

Al Walker, consejero delegado de Anadarko Petroleum, el productor de crudo estadounidense, aseguró durante una conferencia celebrada en Houston el año pasado que, aunque la compañía había recopilado muchos datos «no les sacamos mucho partido; normalmente, se utiliza un 5%». Ahora eso está cambiando. Los datos que recopilan los ingenieros que normalmente se destinan al yacimiento, se pueden transferir de forma automática a la oficina.

Según un sondeo de Accenture llevado a cabo entre ejecutivos del sector el año pasado, el 70% de estos esperaban invertir más en tecnologías digitales y sus prioridades eran el almacenamiento de datos y los servicios.

Últimamente ha habido un gran número de alianzas entre empresas de informática y petroleras. El año pasado, Microsoft firmó acuerdos estratégicos con Halliburton, otra empresa de servicios a yacimientos, y Chevron.

Antes de colaborar con Schlumberger, Nvidia, que fabrica chips de alto rendimiento, ofrecía sus servicios a la industria de los videojuegos.

Halliburton y otras compañías adaptan su tecnología para interpretar información sísmica. Hace un año, la compañía anunció una alianza con Baker Hughes sobre el uso de inteligencia artificial para ayudar a extraer y procesar gas y petróleo. Las nuevas tecnologías crean muchas oportunidades de negocio.

Schlumberger, que hoy por hoy se considera el mayor grupo cotizado del mundo de servicios para yacimientos, fue fundado por dos hermanos franceses que en 1926 crearon una compañía para rastrear rocas subterráneas con equipos eléctricos.

Entender lo que ocurre bajo la superficie en las reservas de gas y de petróleo sigue siendo la principal competencia de la compañía, aunque con el tiempo ha aumentado el número de servicios que ofrece.

El año pasado lanzó un nuevo software, Delfi, que coordina el modo en el que los pozos se perforan y entran en fase de producción para sacarle el máximo rendimiento a un yacimiento. Belani espera que, a finales de año, las petroleras utilicen la tecnología de forma habitual, tanto en EEUU como en el resto del mundo.

En los yacimientos de shale -hidrocarburos no convencionales- de EEUU, el nuevo sistema podría recortar los costes de producción un 40% en la próxima década.

No obstante, hay algunas estimaciones más modestas sobre el impacto de las tecnologías digitales. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), anunció el año pasado que podría recortar los costes de producción de gas y petróleo entre un 10 y un 20%. En cualquier caso, Belani cree que la digitalización representa un cambio radical en la economía del sector, como los avances en técnicas de perforación horizontal y fracturación hidráulica que hace 15 años hicieron viable la comercialización del shale. «Contribuiría a mantener los precios del crudo en niveles razonables, en torno a los 60 dólares el barril», explica Belani.

Al igual que Schlumberger, GE ha optado por trasladar parte de sus operaciones digitales a la Bahía de San Francisco para crear vínculos con las empresas de la zona y la Universidad de Stanford y sacar partido del talento de la región.

Baker Hughes tiene un centro tecnológico digital cerca de Silicon Valley, en un edificio que comparte con la división de operaciones de software de GE, la empresa matriz. También comparte la plataforma de software de GE, Predix, que utiliza para aplicaciones de gas y petróleo.

Uno de los sectores de la industria que se mueve a más velocidad para captar el potencial de las nuevas tecnologías es el del shale en EEUU.

Cada año se perforan miles de pozos, lo que facilita el aprendizaje de experiencias pasadas y la rápida evolución. En los últimos años ha habido incrementos de producción espectaculares gracias al uso de las técnicas de perforación más avanzadas.

Sin embargo, el progreso se ha conseguido a base de ensayo y error: experimentando con una nueva técnica y manteniéndola si funciona. El análisis de datos ofrece la oportunidad de dar un carácter más científico a los experimentos y de introducir novedades en la productividad. Algunos resultados han sido prometedores: el consejero delegado de BP, Bob Dudley anunció la semana pasada la colaboración con una start-up de Silicon Valley para desarrollar un nuevo modelo que le había permitido aumentar la producción en 180 pozos en la fase inicial, lo que significaba un 20%. Los beneficios potenciales son enormes.

Las empresas extraen entre un 8 y un 10% del crudo de las reservas de shale de EEUU, y los nuevos sistemas podrían elevar esa cantidad unos cuantos puntos porcentuales, lo que significa un gran avance.

Además, la industria del shale tiene mucho margen para la automatización. En opinión de Belani, si ahora hay 26 personas trabajando en una torre de perforación, dentro de cinco años, podría haber cinco. Braun coincide con él y asegura que «con el tiempo, todos los procesos estarán más automatizados».

Schlumberger ha empezado a desplazar a los expertos en perforación horizontal del yacimiento a sus oficinas de Houston, desde supervisan seis pozos al mismo tiempo en lugar de uno. Al igual que otros sectores afectados por las últimas innovaciones, la industria del crudo se enfrenta a cambios radicales en cuanto a pérdida de puestos de trabajo y pautas de empleo. «Durante un tiempo la transición no va a ser fácil», reconoce Rogers.

Conocer todo el potencial de las nuevas tecnologías implicará contratar a más personal experto en software y datos. También implicará una revisión de las estructuras corporativas. «Todavía quedan muchos problemas por resolver», opina Kausar Qazilbash de Accenture. «No es fácil. Es un proceso de transformación que requiere cambios tecnológicos y operativos». Si se lleva a cabo con éxito, la adopción de nuevas técnicas digitales ayudará a defender el gas y el petróleo frente a la creciente amenaza de las energías renovables y el vehículo eléctrico. Las nuevas tecnologías del sector energético contribuyen a mejorar la eficiencia y el recorte de costes. «Estamos estudiando todas las posibilidades para saber exactamente qué se puede hacer con la inteligencia artificial», explica Mathew de Baker Hughes. «Estas nuevas tecnologías cambiarán el mundo». concluye.

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