Las rodillas son el punto débil de Rafael Nadal
Rafael Nadal ha ganado 80 títulos a lo largo de su carrera, entre ellos 33 Masters 1000 y 17 del Gran Slam. A sus 32 años, suma un palmarés rico en éxitos y una hoja clínica plagada de dolencias.
Sus rodillas, sobre todo la derecha, han sido el talón de Aquiles de un tenista único que ha protagonizado junto al suizo Roger Federer y al serbio Novak Djokovic varios de los momentos más brillantes de su deporte.
Este sábado, en el que iba a ser el 39º enfrentamiento con su archirrival y amigo Federer, su rodilla derecha le obligó de nuevo a parar. Y no es la primera vez.
«Tengo esto desde hace mucho tiempo. Algunos momentos son mejores, otros peores pero siempre está ahí. Siempre me limita a practicar menos de lo que querría y a jugar menos de lo que querría», dijo cabizbajo ante los medios.
«A veces me siento triste porque me siento en desventaja contra el resto de mis oponentes, en términos de preparación, de prácticas y a veces de competición. Pero por otro lado he vivido grandes momentos así que voy a seguir hacia adelante, haciendo las cosas que funcionan bien para mí», explicó.
Una década de dolor
Todo comenzó en 2008, con la aparición de la tendinitis crónica que lo acompaña desde entonces. Más de una década en la que solo ha abandonado nueve veces durante un partido en más de los 1.100 que ha disputado.
Entonces, se perdió la Copa de Maestros en Shanghái y la final de la Davis ante Argentina en Mar del Plata. Un año después, en 2009, tampoco pudo jugar en Wimbledon.
«Yo tengo problemas en mi rodilla siempre, tengo dolor en mi rodilla casi siempre», profundizó sobre su dolencia.
Tras tres temporadas «tranquilas», el español causó baja de los Juegos Olímpicos de Londres-2012 por culpa de una rotura parcial del tendón rotuliano de la rodilla izquierda, lo que provocó que estuviera siete meses fuera de las pistas.
«Mi carrera se ha dado así. He tenido la mala suerte de jugar muchas veces con dolor», aseguró este sábado.
Con el paso de los años y la suma de kilómetros, se han ido sucediendo los problemas. Hacía un año y medio que Nadal no jugaba contra Federer, desde el Masters 1000 de Shanghái, en octubre de 2017. Entonces, el español llegó a jugar vendado pero sucumbió ante su oponente y fue incapaz de regresar a la cancha en los meses siguientes.
Su último percance llegó en el último Abierto de Estados Unidos, cuando sintió dolor en la rodilla derecha ante el ruso Karen Khachanov en tercera ronda y siguió avanzando en el torneo hasta verse obligado a abandonar contra el argentino Juan Martín del Potro en semifinales.
A pesar de todo, Nadal guarda espacio para sentirse afortunado por lo que ha conseguido, dentro y fuera de la pista.
«He tenido momentos fantásticos y aún conservo ese sentimiento muchas veces. Debo aceptar la situación, aunque hoy sea un momento triste para mí. Intentar mantenerse positivo y agradecido por todas las cosas que el tenis me ha dado y por todo lo que tengo en la vida. No puedo quejarme demasiado porque me siento muy afortunado por todas las cosas que he hecho en la vida y por todo lo que me ha pasado en el mundo del tenis», sentenció.
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