Mercedes E. Rojas Páez Pumar @merce_rojas
Expectativas y reflexiones acompañan los "nuevos" billetes
La expectativa ante los nuevos billetes del cono monetario, llenó los muros de las redes sociales, se radicó en los chats de los grupos de Whatsapp y se mantuvo como tema central en las conversación de numerosas sobremesas y reuniones. Los mitos y chismes, hicieron lo suyo. Hasta se abrieron apuestas para adivinar los nuevos rostros del papel moneda.
“El gobierno no va a sacar el de Chávez, eso significaría que todos los billetes con su cara serían pintados por la gente: bigotes, dientes negros, cachos”, predijeron algunos.
Las teorías conspirativas, suposiciones y hasta los mitos del imaginario colectivo, llegaron a su fin el pasado miércoles cuando el semanario Quinto Día rompió el silencio y publicó la imagen que todos esperaban ansiosos, las nuevas caras del cono monetario habían sido reveladas.
El Francisco Miranda regordete en el anverso del billete de Bs 500, Negro Primero en el de Bs 1.000, el cacique Guaicaipuro en el de Bs 2.000, Luisa Cáceres de Arismendi en el de Bs 5.000, Simón Rodríguez en el de Bs 10.000 y Simón Bolívar en el de Bs 20.000.
Los mismos de siempre, que quizás decepcionaron a uno que otro que querían ver otros personajes impresos.
Hay algo cierto en este polémico tema de la ampliación del cono monetario, la acción supone un reconocimiento inflacionario por parte del gobierno. Sin embargo, sobre el asunto se han suscitado numerosas opiniones. Existen quienes incluso creen firmemente que la reaparición de los próceres con nuevo valor monetario, mejorará la situación económica y aliviará la inflación.
Pero las cosas seguirán valiendo lo mismo y hasta más, la búsqueda de artículos de primera necesidad será igual de complicada y usted ganará el mismo sueldo. Simplemente no tendrá que pagar con billetes de Bs 10 o de Bs 20 un mercadito de Bs 15.000, que solo durará un par de días en la nevera.
Y es que en un país de escasez, los billetes también se habían ido de parranda. Luis Vicente León explica para Prodavinci que: “Cuando un venezolano común necesita sacar del cajero electrónico de su banco el equivalente a cien bolívares de aquella época (2008), ahora tiene que pedirle a la misma maquinita que le dispense cien billetes de cien. Y ésa es una tarea inviable, porque esos aparatos no están diseñados ni rellenos con suficientes billetes para eso. Y todo esto sin contar con el hecho de que, ante la falta de divisas y repuestos, la banca ha tenido que responder eliminando cajeros automáticos de su red para llevarlos a una chivera particular donde se canibalizan para poder mantener funcionando los que quedan… por ahora”.
Hagamos un breve ejercicio de memoria. Antiguamente, en esa Venezuela que tanto criticamos pero añoramos, las colas en los supermercados para pago en efectivo, eran las más rápidas. Usted elegía sus productos y los pagaba con algo de cash en cuestión de segundos. Incluso el proceso de pago con débito o crédito se hacía eterno y tedioso.
Hoy en día pasa todo lo contrario. Si el individuo que le antecede en una cola se dispone a pagar su compra con billeticos, seguramente usted se acordará de toda su familia, pues pasarán minutos-mercado (que son más largos que los minutos de la vida en el exterior de dicho recinto) para que logre finalizar su transacción.
Entendiendo esto, las acciones del Banco Central de Venezuela pudieran resultar insuficientes. Sin duda el problema del efectivo, los cajeros y los límites diarios se solventaría a corto plazo, pero hace falta controlar la inflación para que la historia no se repita en el futuro cercano.
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