Latinoamérica explora el turismo idiomático para captar viajeros que generen valor añadido
El objetivo es seguir creciendo, una tarea no exenta de retos, como las restricciones comerciales y migratorias que pudiera adoptar la administración Trump, o el fenómeno de la ‘turismofobia’, que las escuelas llaman a combatir fomentando el reparto de los alumnos por las zonas menos saturadas.
Argentina, Ecuador y México, entre otros países, se perfilan como destinos emergentes para los turistas idiomáticos que, cada año, viajan a territorios hispanohablantes para ampliar su conocimiento del español en experiencias inmersivas que combinan las lecciones ‘in situ’ con actividades culturales y hasta de aventura.
Según la Federación Española de Escuelas de Español como Lengua Extranjera (Fedele), América Latina compite, en cierta medida, con España en este subsegmento turístico al ofrecer un aprendizaje de la lengua a menor costo y unas vivencias «únicas» propias de una región que cuenta con alrededor de 150 bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
Uno de los enemigos del turismo idiomático es la escasez de bases de datos confiables y de estudios que analicen el perfil de estos viajeros, la demanda de destinos y su impacto económico y cultural, como se ha expuesto en la 45ª edición de la Feria Internacional de Turismo (Fitur), que se celebra esta semana en Madrid.
Un problema que se agrava en América Latina. No obstante, el Instituto Cervantes, en su reciente anuario ‘El español en el mundo’, se hace eco de iniciativas dirigidas a potenciar esta área en provincias argentinas.
EEUU y Brasil, por su cercanía, son sus mayores emisores por delante de Francia, Reino Unido, Alemania e Italia, si bien llegan incluso de Corea por la comunidad coreana que hay Argentina, cuenta el presidente de SEA Asociación de Centros de Idiomas, Marcelo García, que detecta una mayor diversificación de la demanda.
Y es que si antes se identificaba con un turismo joven, ahora los profesionales «de mediana edad» que precisan de la lengua por temas laborales comparten espacio con el «mochilero de siempre».
También Ecuador avanza en esa dirección. En los últimos años, las localidades de Quito, Guayaquil, Cuenca y Montañita han sido seleccionadas por un turista interesado en aprender el idioma, atraído por su valor cultural, natural y gastronómico.
A tenor de una publicación de la revista académica Coloquio, de la Universidad del Azuay, con datos de 2019 sobre una muestra de 279 personas, el estudiante medio que se desplaza hasta Ecuador para estudiar español es de género femenino (65%), procede de EEUU (63%), tiene entre 21 y 30 años (39%), habla inglés (72%), su estancia dura más de ocho semanas (60%) y gasta unos 100 dólares al día.
El texto, consultado por EFE, pone en valor, además, las diferentes tipologías de turismo, como el cultural y de aventura, con las que los alumnos completan su tiempo libre.
México es otro enclave demandado, como documenta Susana Medina, de la Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo, que habla del turismo idiomático como una modalidad «sostenible» en la que sus consumidores tienen «gran interés» sociocultural en el destino, su permanencia es «más prolongada y desestacionalizada» que la del turista convencional, y su gasto es superior.
Reino Unido, un ejemplo
Actualmente, hay más de 600 millones de hablantes de español en el mundo, de los cuales casi 500 millones son nativos, unos cien millones viven fuera de los países hispánicos y más de 24 millones son estudiantes, un colectivo que crece a un ritmo medio del 2% y que «todavía tiene un amplio margen del crecimiento», apunta el Instituto Cervantes.
Ello supone una oportunidad para que otras geografías desarrollen el potencial del turismo idiomático. Una de ellas, recoge el anuario del ‘Cervantes’, sería Perú, que debería plantear acciones en el ámbito institucional y político haciendo valer su condición de destino consolidado y su riqueza histórica, cultural y lingüística.
El ejemplo a seguir es Reino Unido, líder en este campo por las décadas -siglos si se cuentan los exámenes de Cambridge- que lleva «trabajando, invirtiendo y posicionándose» en la enseñanza de lenguas, la cual forma parte de la economía y está respaldada desde las universidades, cuenta el presidente de la Asociación de profesores ELE en suelo británico, Carlos Soler.
Un 2024 récord para España
«Las vacaciones lingüísticas están en auge, especialmente aprendiendo español en las playas de República Dominicana o con vistas a los Picos de Europa de España, haciendo el Camino de Santiago o caminando por los Pirineos», reza una agencia especializada en turismo sostenible desde hace más de dos décadas.
Con independencia de sus competidores, Fedele defiende que la oferta educativa española debe «valorar su producto» y no entrar en «guerra de precios» con otros destinos o ciudades.
«Apostar por un precio acorde a los servicios de calidad que se ofrecen ayudará a mejorar el perfil del estudiante que acude a las aulas y, por tanto, los ingresos económicos que se obtendrán de él», recalca.
Por lo pronto, España viene de cumplir con las perspectivas, superando, por primera vez en 2024, la barrera de los 150.000 turistas idiomáticos, un 11,4% más en comparativa interanual, récord con el que ratifica la recuperación poscovid.
Lo hizo en mitad de un panorama geopolítico con grandes focos de tensión como el conflicto en Oriente Medio entre Israel y Palestina, la guerra entre Ucrania y Rusia y el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense.
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