Los comerciantes de Teherán, entre el miedo al contagio y a caer en la ruina
El gobierno iraní permitió la reapertura de algunos comercios de Teherán, lo que puso a los vendedores en el brete de tener que elegir entre abrir sus tiendas y arriesgarse a caer enfermos de coronavirus, o seguir confinados y arruinarse.
El ejecutivo alegó que la economía iraní, socavada por las sanciones, no puede soportar el confinamiento y aprobó medidas similares en otras provincias la semana pasada.
Y aunque algunos ciudadanos de Teherán admitieron que seguían preocupados por la epidemia, afirmaron que tenían que volver al trabajo porque su sustento depende de ello.
«No creo que sea seguro todavía», comentó Reza Jafari, vendedor en una tienda de bolsos al por mayor de la capital.
«Pero tenía que volver al trabajo por razones financieras. Si pudiera elegir, no lo habría hecho, pero si la tienda seguía cerrada más tiempo nos habríamos quedado en la calle», afirmó.
Por teléfono, Jafari explicó que los vendedores al detalle de otras provincias habían acudido a la tienda el sábado para renovar sus existencias, y que ni ellos ni los clientes, en su mayoría, llevaban mascarilla ni guantes.
Cerca de allí, en el Gran Bazar, muchos vendedores permanecían sentados en los escalones de sus puestos, cerrados, porque hasta el 1 de mayo no pueden abrir.
Se quejaron de lo que ven como una injusticia, pues las tiendas de fuera del bazar pueden estar operativas y las suyas, no.
«¿Cómo voy a seguir quedándome en casa? Mi familia tiene hambre», apuntó Hamdollah Mahmoudi, un vendedor del bazar, de 45 años.
«Uno se vuelve loco sin trabajar», agregó.
Morteza, de 30 años, contó que no había podido reabrir su puesto, pese a la presión de los acreedores. «Esta es la segunda fase del coronavirus para mí», dijo. «Estaría mejor muerto».
– «Distanciamiento social inteligente» –
A causa de la pandemia de COVID-19, que ya mató a más de 5.000 personas en el país y causó más de 80.000 contagios, según datos oficiales, Irán cerró todas las tiendas y empresas no esenciales a mediados de marzo.
Según algunos expertos del extranjero, pero también iraníes, el balance podría ser más alto que el facilitado por las autoridades.
Sin embargo, tras varias semanas de confinamiento, el gobierno asegura que se puede combatir el virus y reanudar la actividad económica al mismo tiempo, siempre y cuando se respeten las medidas de «distanciamiento social inteligente».
Las tiendas que deseen volver a abrir tienen que notificárselo por internet al ministerio de Sanidad, que les envía unas normas generales para garantizar la seguridad y examina las peticiones.
Sin embargo, Jafari, el vendedor de bolsos, no parecía convencido de que los funcionarios sean capaces de hacer cumplir las normas sanitarias. Según él, los vendedores se pondrán la mascarilla mientras dure la inspección y, en cuanto los funcionarios salgan por la puerta de la tienda, se la quitarán.
– «Obligado a volver» –
La decisión de reabrir tiendas que presenten «un riesgo bajo» causó un gran rechazo entre los expertos sanitarios y algunos responsables gubernamentales, pero el presidente, Hasan Rohani, insistió en que «no hay otro camino».
La economía iraní se vio duramente golpeada por el restablecimiento de las sanciones por parte de Washington en 2018, por el desplome de los precios del petróleo y, ahora, por una disminución en los ingresos fiscales a causa del confinamiento.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía de Irán cayó un 7,6% en 2019, mientras que este año podría contraerse un 6%.
Los pequeños vendedores fueron los grandes perjudicados por la pandemia, pues tuvieron que bajar la persiana en pleno Año Nuevo persa, una época de gran actividad comercial.
Ahora, tratan de reponerse, pese al riesgo que esto implica.
Este sábado, en una tienda de ropa de la elegante zona alta de la capital, los dependientes, ataviados con mascarilla y guantes, atendían a un grupo de clientes, sin protección, observó un reportero de la AFP.
Un empleado de un banco del norte de Teherán explicó a la AFP que este sábado había tenido más clientes en su sucursal que en las últimas semanas, empresarios en su mayoría.
«Todos esperábamos hacer buenas ventas este año, y nos topamos de bruces contra la pared», declaró a la AFP Kwan Ghane, que regenta una óptica en el centro de la ciudad.
Según explicó el óptico, de 36 años, de momento ha preferido no abrir su establecimiento. No está seguro de que vaya a tener clientes y, además, teme infectarse.
«Examinar a alguien da mucho miedo, estando tan cerca, puedes contagiarte», señaló. «Pero quizá me acabe viendo obligado a volver [a abrir] a causa de mi situación económica».
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