Los mercados decidieron que Venezuela es "muy grande para caer"
Empujar a Venezuela a los límites en sus compromisos de deuda en bonos parece no ser lo que buscan los actores en ese mercado. «Simplemente hay demasiado en juego» y mucha presión ahora no ayudará a los bonistas a recuperar su dinero, señala Marcus Ashworth en una publicación de Bloomberg Businessweek.
«La complejidad del universo de la deuda venezolana sugiere una maraña de enredos ocultos», afirma Ashworth frente al escenario que se puede desatar su la Isda declara que se pueden cobrar los seguros por los pagos atrasados en los vencimientos recientes en los casos de la Pdvsa y de la República.
La empresa petrolera estatal canceló el capital de sus papeles 2017 y 2020, además anunció el pago de intereses atrasados. La misma ruta siguió la República con los cupones de otros dos bonos. Lo que ha transmitido el mensaje de que los fondos llegan, aunque tarde.
La Asociación de Comerciantes de Mercados Emergentes (EMTA, por sus siglas en inglés) ha considerado que, por ahora, las operaciones que involucran deuda pública venezolana deben incluir intereses devengados. Normalmente, si las compañías de calificación crediticia han colocado a una empresa o un estado soberano en estado de incumplimiento, las operaciones con bonos serían solo por el importe principal. La decisión de EMTA sugiere que sus miembros prefieren operar bajo la expectativa o ilusión de que el país realizará sus pagos de cupones.
Aunque Venezuela no ha pagado a los acreedores unos $650 millones en ingresos por intereses en un grupo de bonos, según Stuart Culverhouse de Exotix Partners, los inversores no se están uniendo para exigir el pago inmediato de ninguno de estos. Esto equivaldría a una aceleración, y empujaría a los fideicomisarios para una garantía a declarar que el bono está en mora.
«Aquí es donde se vuelve preocupante», apunta Ashworth, porque «la mayor parte de los valores que han perdido el pago de cupones probablemente tengan lo que se conoce como cláusulas de incumplimiento cruzado, donde un incumplimiento en un bono provoca un incumplimiento en otros del emisor».
Agrega que la documentación y la estructura de los préstamos de Venezuela son «un campo de minas», por lo complicado y variado.
«Tiene sentido que los inversores se mantengan alejados de este juego de contagio (en relación a las cláusulas de incumplimiento cruzado), especialmente cuando el prestatario está haciendo ruidos tranquilizadores y todavía existe la posibilidad de recuperar al menos parte de su dinero. La sombra de Lehman Brothers se cierne sobre Venezuela», concluye.
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