La alianza de centro del presidente Emmanuel Macron perdió este domingo su mayoría absoluta en el Parlamento, ante el progreso del frente de izquierdas y el auge espectacular de la extrema derecha en las elecciones legislativas.
«La bofetada», tituló el diario Libération junto a una imagen del mandatario liberal, que deberá buscar nuevos aliados en el Parlamento para poder sacar adelante su programa reformista, como el retraso de la edad de jubilación de 62 a 65 años.
Según las proyecciones del instituto Elabe a las 22H40 (20H40 GMT), la alianza ¡Juntos! de Macron obtendría entre 230 y 245 escaños en la Asamblea (cámara baja), la Nueva Unión Popular Ecológica y Sociales (Nupes, izquierda) entre 150 y 160 y la Agrupación Nacional (extrema derecha), de 85 a 90.
Con la mayoría absoluta en 289 escaños, la primera ministra Élisabeth Borne consideró un «riesgo» para el país estos resultados y prometió buscar desde el lunes «una mayoría de acción». «No hay alternativa a esta unión para garantizar la estabilidad», dijo.
Aunque la negociación es habitual en la mayoría de democracias a falta de una mayoría absoluta en el Parlamento, la nueva legislatura puede volverse un quebradero de cabeza para el oficialismo en Francia, acostumbrado a la apisonadora.
Para alcanzar la mayoría absoluta, el partido Los Republicanos (derecha) y sus aliados UDI (67 a 71 escaños) podrían volverse claves para Macron. El presidente de LR, Christian Jacob, aseguró que se quedarán en la oposición, descartando un pacto de gobierno.
La izquierda planteó los comicios como una «tercera vuelta» de la presidencial, al considerar que los franceses reeligieron a Macron el 24 de abril para impedir la llegada al poder de su rival ultraderechista Marine Le Pen, y no por sus ideas.
Aunque el mandatario pierde su mayoría absoluta, el primer frente de izquierdas en 25 años –izquierda radical, ecologistas, comunistas y socialistas– se queda lejos de su objetivo de ganar e imponer a Jean-Luc Mélenchon como primer ministro.
«Es una situación totalmente inesperada, inédita, la derrota del partido presidencial es total y no aparece ninguna mayoría», aseguró ante sus simpatizantes Mélenchon, quien acusó al oficialismo de haber reforzado a la extrema derecha.
El partido ultraderechista RN, aunque queda en tercera posición, es uno de los principales ganadores de los comicios, al superar con creces los 8 diputados de 2017 y lograr así formar grupo parlamentario propio por primera vez desde 1986.
«Encarnaremos una oposición firme, sin connivencia, responsable, respetuosa de las instituciones», dijo Le Pen desde su bastión en Hénin-Beaumont (norte), donde revalidó su escaño, felicitándose de haber hecho de Macron un «presidente minoritario».
La participación era clave en la segunda vuelta, pero, según el ministerio del Interior, un 53,08% de los 48,7 millones de franceses llamados a las urnas no acudieron a votar.
– «Mayoría casi imposible» –
Tras un primer mandato marcado por las protestas sociales contra su política hacia las clases populares, por la pandemia de coronavirus y los efectos de la guerra en Ucrania, el segundo mandato se anuncia complicado para Macron.
«Es una mayoría casi imposible que necesitará (…) un giro hacia LR y posiblemente hacia una decena de socialistas no Nupes», según Étienne Ollion, experto del CNRS, para quien esto podría dar lugar a una «reparlamentarización de la vida política».
La votación cierra un ciclo de comicios crucial para el rumbo de Francia los próximos cinco años. La próxima cita electoral será las elecciones al Parlamento Europeo en 2024, dos años en que los partidos podrán asentar la recomposición en curso.
La irrupción del centrista Macron en 2017 sacudió el tablero político francés, que ahora se divide en tres bloques principales –izquierda radical, centro y extrema derecha–, dejando en segundo plano a los partidos tradicionales de gobierno.
En la recta final de la campaña, la alianza de Macron advirtió del caos que supondría tener que gobernar con mayoría simple y, sobre todo, del «peligro» que supondría la llegada del frente de izquierdas al poder.
De no conseguir aprobar sus reformas, el mandatario podría disolver la Asamblea anticipadamente y convocar nuevas elecciones, como hizo el presidente socialista François Miterrand (1981-1995) en 1988.
Para los miembros del gobierno francés que optaban a un escaño, los comicios representaban un doble reto, porque deberán dimitir si pierden, según una regla no escrita. Tres se encuentran en ese caso, entre ellos Amélie de Montchalin, próxima a Macron.
El revés al presidente se traduce también por la derrota de líderes de su movimiento como el actual presidente de la Asamblea Nacional, Richard Ferrand, o el presidente de su grupo parlamentario, Christophe Castaner.