Maduro allana la vía a una elección parlamentaria "con oposición" mientras sube la presión contra Guaidó
El gobierno de Nicolás Maduro afina un acuerdo con la oposición minoritaria que firmó el «Pacto de la Casa Amarilla» para realizar elecciones parlamentarias en el segundo trimestre de 2020, a cambio de viabilizar una serie de iniciativas como el programa de Petróleo por Alimentos que propone el economista Francisco Rodríguez, y que respaldan los partidos que ahora el chavismo llama «oposición nacionalista».
Luego de una reunión en la que participó directamente Maduro, la denominada «Mesa de Diálogo Nacional» terminó con una declaración de intenciones que supone el rechazo a la intervención extranjera en los asuntos de Venezuela y el convenimiento de resolver pacíficamente las controversias.
Claudio Fermín, ex alcalde de Caracas adeco y ahora jefe de un grupo denominado «Soluciones para Venezuela», señaló que la «mesa» está estableciendo una regulación electoral que no solo se limite a modificar la composición del Consejo Nacional Electoral (CNE), sino que revise el sistema completo para establecer, entre otros mecanismos, la representación proporcional de las minorías.
Fermín, quien sostiene que hace oposición «con los pies en la tierra», apunta que también se están acordando con el gobierno una serie de medidas de emergencia para enfrentar la grave situación humanitaria que vive el país y, de hecho, ya se consolidó el compromiso del implantar un programa de «Petróleo por Alimentos» para el cual Nicolás Maduro ofreció una parte de la escasa producción de crudo de la que dispone Pdvsa.
– Última oportunidad –
Fuentes de una de las organizaciones participantes en el diálogo de la Casa Amarilla indican a Banca y Negocios que el objetivo sigue siendo designar un nuevo CNE en la Asamblea Nacional, y que esperan poder iniciar conversaciones «con el resto de la oposición» para alcanzar un acuerdo que ven «con buenas posibilidades».
Sin embargo, si en el parlamento legítimamente electo en 2015 no se logra el objetivo, los grupos de la oposición «nacionalista» reconocerán el nuevo CNE que surja del Tribunal Supremo de Justicia controlado por el chavismo, porque, indican los informantes consultados, no hay otra alternativa, puesto que no están dispuestos a aceptar la existencia de dos entes electorales.
En esencia, el objetivo del chavismo es aislar al núcleo duro del presidente de la Asamblea Nacional y mandatario interino reconocido por más de 50 países, Juan Guaidó, con una propuesta electoral que resulte más o menos potable para ciertos partidos, como Acción Democrática, y minar la alianza internacional que respalda al líder parlamentario con una propuesta de diálogo que no descarta aceptar la mediación de Noruega.
Para que esa idea de estrategia tenga algún sentido, el chavismo debe conservar el control del país, por lo que la línea es no tolerar una nueva escalada de protestas masivas de calle. Para los grupos firmantes del Pacto de la Casa Amarilla convocar protestas con el fin de «cesar la usurpación» carece de sentido, porque, a diferencia de lo ocurrido en Bolivia, no ven quiebre militar posible.
En general, la oposición que se arrima a la izquierda del espectro político y que se desmarca de la visión supuestamente liberal de la oposición mayoritaria tiene la convicción de que se puede concertar con el chavismo un torneo electoral parlamentario competitivo y si el antichavismo obtuviera la mayoría en la Asamblea Nacional, se podría alcanzar un pacto para adelantar comicios presidenciales.
– Guaidó: ¿se trancó el juego? –
¿Sueños o realidades posibles? No se sabe. Una visión superficial de la situación indica que el chavismo juega con ventaja, a pesar de la crisis social y económica, en lo político, porque la oposición mayoritaria parece haber llegado a su máximo de presión posible y estaría obligada a repensar su estrategia. Si la unidad opositora mayoritaria no se preserva, todo el andamiaje de apoyo internacional corre el riesgo de quebrarse y muchos de los gobiernos que hoy apoyan a Guaidó podrían avenirse a un entendimiento con Maduro.
Para la oposición, considerada como un todo, se abre un abanico de opciones que van desde el diálogo hasta insistir en una confrontación abierta con el gobierno chavista. Hay sectores que sostienen que todavía es posible conseguir un quiebre en la Fuerza Armada, pero la situación es sumamente incierta.
Guaidó se juega lo que puede ser su última carta con una agenda de protestas en el país que debe cobrar intensidad en las próximas semanas, pero la respuesta no es la esperada, reconocen fuentes de diversos partidos que lo respaldan.
El año que viene luce complicado, porque el dirigente de Voluntad Popular, aunque conservará la presidencia del parlamento y ha defendido la polémica tesis de que su mandato interino no termina con la legislatura, tendrá que vérselas con la elección de una nueva AN en la que, al menos en lo formal, habrá presencia opositora.
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