Maduro, protagonista de la debacle... aún en pie
No hace mucho era impensable que a esta altura siguiera en el poder. Más aún, buscando reelegirse. Nicolás Maduro, protagonista del colapso venezolano, arrasó con adversarios, dentro y fuera del chavismo, encarnando al hombre fuerte cuyos críticos llaman «dictador».
Saliendo de la sombra de su mentor Hugo Chávez, este exchofer de metrobus de 55 años, corpulento y de tupido bigote negro, no duda de que logrará otro mandato de seis años en los comicios del domingo, adelantados por el oficialismo.
«Su autoridad nace heredada por Chávez (presidente de 1999 hasta su muerte en marzo de 2013). Pero ahora tenemos un Maduro distinto, que se sabe fuerte y es más agresivo», dijo a AFP Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos.
Bajo su presidencia, Venezuela sufrió oleadas de protestas que dejaron unos 200 muertos, la debacle socioeconómica y el aislamiento internacional.
«Hace cinco años yo era un novato. Hoy soy un Maduro de pie, experimentado con la batalla, que ha enfrentado a la oligarquía y el imperialismo. Aquí estoy: más fuerte que nunca», se describió durante la campaña.
Sus oponentes lo acusan de empujar al país al abismo con medidas económicas disparatadas, de someter al hambre a la gente y de ser un «dictador» sostenido por los militares.
A todo ello pone oídos sordos. Se dice un «presidente democrático» y «víctima» de Estados Unidos y la «guerra económica de la derecha», a la que culpa de la hiperinflación y falta de alimentos.
Pese a su impopularidad de 75% según sondeos, vencería al opositor disidente del chavismo, Henri Falcón, quien enfrenta a la maquinaria oficial y los llamados a la abstención de los mayores partidos opositores que consideran la elección una «farsa».
– Metamorfosis –
Ungido por Chávez para liderar la «revolución bolivariana», Maduro ganó la presidencia por muy poco, en abril de 2013, frente al opositor Henrique Capriles, inhabilitado políticamente en 2017.
Dos años después, sufrió un duro golpe cuando la oposición arrasó en las parlamentarias. Pero revirtió la derrota y desde agosto de 2017 cuenta con una Asamblea Constituyente de poder absoluto.
Chávez, a quien conoció en 1993, lo consideraba un verdadero «revolucionario». Pero adversarios y excamaradas lo acusan de enriquecer a empresarios amigos y a la cúpula militar. «Será madurista, pero no chavista», comentó a AFP Ana Elisa Osorio, exministra chavista.
«Fue subestimado por los opositores y por muchos chavistas. Pero ha sabido aprovechar los errores de unos y otros, logrando anular a sus adversarios dentro y fuera del chavismo», comentó a AFP Andrés Cañizalez, investigador en comunicación política.
Uno de ellos -anotó- es Rafael Ramírez, expresidente de la petrolera Pdvsa, hombre de confianza de Chávez y potencial aspirante presidencial, quien fue sacado de la embajada en la ONU acusado de corrupción.
«Maduro ha tenido una metamorfosis y estas elecciones culminan ese proceso: podríamos estar pasando del chavismo al ‘madurismo’. Sin duda está apuntando a consolidar un espacio de poder autónomo», agregó Cañizalez.
Seijas cree que ha sido «un gran equilibrista que logró mantener una distribución de las cuotas de poder» en el chavismo, ganando «autoridad para imponer su candidatura».
– «¡Vamos Nico!» –
Sin el carisma de Chávez, Maduro intentó imitarlo con largas apariciones cotidianas en televisión, verbo populachero y retórica antiimperialista. Pero ha venido construyendo su propia imagen.
Se autodenomina «presidente obrero», conduce su camioneta, se burla de su mal inglés y de quienes lo llaman «Ma’burro» por sus frecuentes gazapos, baila salsa, bolero y reguetón, y es muy activo en las redes sociales.
Su discurso moderado y capacidad negociadora como sindicalista, canciller y vicepresidente de Chávez, mutó a agitadas arengas contra sus adversarios, a quienes remeda e insulta con desparpajo.
Se declara católico, es apasionado del béisbol y de adolescente fue guitarrista de una banda de rock. Sus opositores aseguran que nació en Colombia, pero él remarca insistentemente que es caraqueño.
Está casado con la exprocuradora Cilia Flores, a la que llama «primera combatiente» y con quien baila frecuentemente en los mítines. Es padre de «Nicolasito», miembro de la Asamblea Constituyente de 27 años, fruto de un matrimonio anterior.
Recibió formación comunista en Cuba en los años 1980 y con frecuencia viaja a la isla.
Buscando refrescar su imagen, el coro de «Vamos Nico» se impuso en su campaña, mientras bajaron las referencias a su mentor.
En 2013, la canción de campaña decía: «Chávez para siempre, Maduro presidente. Chávez te lo juro, mi voto es por Maduro».
Hoy, dice el estribillo de un pegagoso reguetón: «Todos con Maduro, lealtad y futuro. El pueblo manda con Maduro».
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