Miguel Díaz-Canel adapta el estilo de Fidel Castro a una Cuba de tiempos modernos
Camina por una plaza, abraza gente, se anima a cantar en un show. El presidente Miguel Díaz-Canel, de 58 años, intenta marcar un estilo propio, de delegación de funciones, en una Cuba aún acostumbrada al fuerte liderazgo de Fidel Castro.
La semana pasada estuvo en Guantánamo, provincia del extremo este, como parte de una intensa gira a provincias.
En un hecho poco común desde que asumió el mando en abril de 2018, lo acompañaron dos medios extranjeros, uno de ellos la AFP.
En las visitas era usual ver a Fidel Castro, fallecido en 2016, llegar sólo y administrar las demandas. Cuando Raúl Castro gobernó entre 2008 y 2018 fue más discreto mientras que Díaz-Canel acude con sus ministros y delega las respuestas.
Poder compartido
«Bajo Fidel había una gran centralización, él era presidente, primer ministro, comandante en jefe (…) Raúl fue descentralizando, ahora hay un esfuerzo para que el gobierno funcione de manera colectiva», dice el analista político cubano Carlos Alzugaray.
En Guantánamo, los ministros acompañaron a Díaz-Canel en una reunión con estudiantes y profesores universitarios, con varios pedidos. Hasta que el ministro de Economía, Alejandro Gil, aterrizó las expectativas y pidió contenerse en las compras, en un país que importa casi todo lo que come.
Los contextos son difíciles. Estados Unidos arrecia el embargo que le aplica a la isla desde 1962, Y La Habana avanza lenta en la reforma de su economía de corte soviético, que busca dar espacio al sector privado.
«No vamos a esperar a que se levante el bloqueo y que aparezcan fuentes de financiamiento. No sabemos cuándo va a pasar. Y si aparecen fuentes de financiamiento hay que pagarlas, y para pagarlas hay que generar dinero», explicó Gil.
«El bloqueo juega un papel, pero también está la lentitud de las transformaciones económicas. Es un gobernante nuevo pero con experiencia, tiene que enfrentar todo eso y tiene un peso muy grande», considera Alzugaray.
Esta delegación de responsabilidades se hará más evidente cuando, en diciembre, el Congreso elija a un primer ministro.
Baño de popularidad
En Guantánamo visitó la Casa de la Cultura, donde lo esperaba un grupo musical. Allí se animó a subir al escenario, intentó cantar y luego fue a saludar a los comensales en un restaurante.
«Ese estilo de estar con las personas es lo que necesita el pueblo cubano. Un presidente de pueblo, que piense como la población, como fue Fidel en su momento», dijo Yamilka Duvergel, de 46 años, trabajadora estatal.
Recorrió parte de la plaza de Guantánamo en medio de una multitud, mientras la seguridad permitía el contacto. «Demuestra que está con el pueblo. Vino a ver cómo vivíamos y cómo estábamos», comenta Esteban Cintra, de 58 años y administrador de una panadería.
En Cuba, la Asamblea Nacional elige de entre sus miembros al presidente de la República, por un período de 5 años, con derecho a una reelección.
Los legisladores pasan antes por elección popular en una candidatura cerrada -igual número de parlamentarios para igual número de escaños- en un proceso bajo la supervisión del gobernante y único Partido Comunista (PCC).
Cosas que siguen
Díaz-Canel enfrenta un período hostil en las relaciones con Washington.
Donald Trump aplica sanciones en busca de un cambio del sistema socialista en la isla, acusándola de vulnerar los derechos de sus ciudadanos y apoyar a Nicolás Maduro en Venezuela, acusaciones que el gobierno rechaza.
En pleno recrudecimiento del embargo, el presidente acudió hasta Caimanera, pueblo ubicado a 2 kilómetros de la base naval que Estados Unidos mantiene en la isla hace más de un siglo.
Allí alentó a sus ciudadanos a resistir las sanciones a los envíos de combustible, que han complicado el transporte y forzado a aplicar un programa de racionamiento de energía.
«Los yanquis nos siguen apretando pero nosotros resistimos», dijo a un grupo de vecinos.
Su mandato transcurre en un período complejo, por la «agresividad» de Estados Unidos, dice Alzugaray, pero también «con expectativas de la ciudadanía respecto del socialismo próspero y sustentable», que debe ser consecuencia de las reformas.
Cosas que cambian
También enfrenta nuevos tiempos. Desde la llegada de la 3G hace un año a Cuba, Díaz-Canel interactúa a diario en Twitter con ciudadanos que no reparan en críticas.
Los nuevos desafíos involucran a su esposa, Lis Cuesta, cuya función de primera dama no se había usado en 60 años de revolución y que durante la reciente visita de los reyes de España a la isla estuvo expuesta a los comentarios de las denominadas «revistas del corazón».
«Contrasta con Fidel Castro, que protegió su privacidad y nadie sabía a ciencia cierta que estaba casado (…) Cuesta es una mujer profesional, con un trabajo propio. En aquellos casos que amerita, allí está. Es un tema nuevo», considera Alzugaray.
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