Nadal le quita la corona de Roma a Zverev
Rafael Nadal es el nuevo rey de Roma tras derrotar en la final a Alexander Zverev por 6-1, 1-6 y 6-3. En una final condicionada por las dos interrupciones por la lluvia, el español llegará pleno de confianza a la cita con Roland Garros, segundo ‘Grand Slam’ del calendario que aparece a partir del 27 de mayo. Suma su trigésimo segunda corona de Masters 1.000 y recupera el número 1 mundial.
Con empate a un set y 1-3 para Zverev, la lluvia fue la aliada del posterior campeón. Desde que empezó a caer agua, con dos interrupciones, el alemán no sumó un juego más y Nadal, cinco consecutivos para lograr su título número 78.
El inicio de la final fue parecido a la semifinal con Djokovic. La diferencia es que Zverev sí aprovechó una de las tres opciones de ‘break’ para adelantarse en el marcador y presentar candidatura a repetir título. Rafa no había empezado con marcador adverso en ninguno de los cuatro partidos anteriores en el Foro Itálico.
Lo que pasa es que Nadal, sobre tierra, es igual de peligroso o más al resto que al servicio. Lo comprobó Sascha. El joven alemán, que no encajó una sola rotura para conquistar la semana pasada el Mutua Madrid Open, cedió también su primer saque y, además, lo hizo en blanco. Rafa volvía a estar de lleno en el partido y con la moral intacta.
Los 10.500 aficionados que llenaban el Campo Central estaban expectantes por ver el duelo entre el rey de la tierra y el que está llamado a ser su heredero. Nadal, sacada la tensión del momento, se adelantó en el marcador con un 2-1 en blanco. Había ganado los últimos ocho puntos ante un Zverev que sabía perfectamente quién tenía delante. Tenía claro que debía ser agresivo y tomar la iniciativa en el punto por eso subía a la red a cerrar las jugadas siempre que podía.
En un visto y no visto se había pasado de un 0-1 a un 6-1 para el manacorí, que repartía tiros ganadores desde el fondo de la pista con su derecha. 25 de los últimos 32 puntos había caído de su lado. Zverev empezaba a pagar el maratón de tres semanas y 13 victorias sin descanso.
Zverev se sentía tan perdido que perdió el guión. Subía sin sentido a la red y eso le costaba una infinidad de pasantes. El único juego que presentaba en su casillero a la conclusión de la manga inicial era el primero cuando su adversario estaba aún en el calentamiento.
En el inicio del segundo asalto, Zverev parecía otro. Se puso 0-5 y cerca estuvo de sumar un histórico rosco a su favor. En la primera manga sólo había sumado cinco puntos al saque y en la segunda acabaría con 16, suficientes para firmar las tablas. Rafa fallaba más de la cuenta, en especial con su revés, que es donde dirigía todos sus ataques el espigado tenistas alemán.
Dejó de ser agresivo, como en algunos momentos de su partido con Fognini y sólo se anotó un ganador. El pupilo de Francis Roig, parado de piernas, encajaba un punto tras otro. Todas sus derechas eran mordidas y, por tanto, no hacían daño.
En el primer juego del set de desempate, Zverev ya dispuso de tres pelotas de rotura. La lluvia amenazaba el desenlace de la final. El alemán tomó otra vez la delantera. «No puede ser que mientras estoy sacando estén repartiendo chubasqueros, en qué torneo estamos», le decía Nadal al juez de silla, que le daba la razón.
Con 1-3, y cuando peor pintaban las cosas para Nadal, apareció la lluvia al rescate. Rafa se fue a los vestuarios a refrescar sus ideas mientras su rival preguntaba cuánto tiempo iba a alargarse el parón. Damian Steiner le informa que entre 10 y 15 minutos.
El español estaba especialmente preocupado por las pelotas. Bajo ningún concepto quería que se mojaran y se pusieran pesadas, algo que favorecía los tiros de su rival. Se reanudaba la final 11 minutos después sin calentamiento previo. Rafa empezaba con doble falta.
No se perdía detalle de lo que allí pasaba Manolo Santana, presente en la primera línea del palco al lado de su amigo Nicola Pietrangeli. Con 2-3, los dos protagonistas se fueron a los vestuarios. La tormenta aumentaba. Eran las 18.09 horas. Pasados 25 minutos, los operarios quitaban la lona.
A las 18.50, los dos finalistas aparecieron de nuevo en el coso romano. Esta vez sí hubo calentamiento por espacio de cinco minutos. Siete minutos después se reanudaron las hostilidades. Como era de esperar, el balear mejoró y recuperó el ‘break’ de desventaja. 3-3. Todo empezaba de cero o, mejor dicho, todo lo que pasó después de la lluvia lo hizo Nadal.
Número 1 en Roland Garros
Una semana después de perder el cetro ATP en manos de Roger Federer, el balear recuperará mañana esa privilegiada posición e iniciará la semana 174 de dominación. Eso quiere decir que llegará a Roland Garros como número 1 mundial, aunque hubiese sido igualmente primer cabeza de serie por la ausencia de Federer.
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