¿Hasta dónde subirán los precios en Venezuela?
Muchas personas se preguntan hasta donde podrían llegar los precios, incluyendo el tipo de cambio. Hay quienes creen que por un fenómeno de dolarización de hecho como referente de los precios, así como por la pérdida de la demanda y pérdida del poder de compra del bolívar; la escalada de los precios encontraría un límite. Lamentablemente lo anterior tiene sus bemoles.
Primero, mientras coexistan «dos sistemas» de moneda, por un lado el bolívar para pretender crear ilusión monetaria como política de Estado, y por el otro lado el dólar como bien escaso, líquido y apetecido; difícilmente ajustes del precio relativo entre estos dos tendrán un techo.
Segundo, la «caída» o «desaparición» de parte de la demanda no tiene por qué necesariamente «reducir» la presión sobre el nivel de los precios. De hecho, empresas consultoras y de análisis de mercado parecen haber identificado un cambio sustantivo en la estructura del consumo en Venezuela, ocurriendo que el 20-25% de la población con mayor nivel de ingresos estarían representando alrededor del 70% del consumo, mientras que el 75% de la población con ingresos inferiores representaría el otro 30% del consumo.
En este sentido, la crisis económica venezolana, producto, por decir lo menos, de políticas desacertadas, evidencia su regresividad, como suelen señalar y advertir los analistas económicos.
Existe un fenómeno microeconómico que estaría reforzando el alza del nivel de los precios asociado con lo expuesto anteriormente. Por un lado, la reducción de la actividad económica, la pérdida de escalas, imposibilidad de reducir los costos medios, la inflación de costos, los costos de reposición, y el valor del dólar paralelo; estaría sacando del mercado a una serie de demandantes supramarginales cuya disponibilidad de pago resulta inferior a los costos de ofertar bienes y servicios.
Por el otro lado, un sector económico, comercial e industrial operando a niveles inferiores al 30% -prácticamente «independientemente» del nivel de precios alrededor del margen- sólo podrán ofertar un número reducido de bienes producto de cuellos de botellas como serían los problemas de acceso a materias primas, a divisas, a insumos, a empaques, botellas, envases, tintas, etiquetas, etc.
Ante este escenario se produce un fenómeno de «descreme» del mercado o de «price skimming«, por medio del cual los demandantes inframarginales terminan fijando precios altos que vacían el mercado. Advertimos que independientemente que se crea que se puede perfeccionar un control de precios extremadamente amenazante y punitivo sobre los oferentes primarios o sistemas distópicos como el carnet de la patria, los CLAPs y los sistemas biométricos; será prácticamente imposible que en el mercado negro no se ajusten los precios a niveles que vacíen el mercado.
Lo lamentable de todo es que en los mercados de consumo masivo de productos perecederos, quienes suelen fijar los precios son los demandantes «supramarginales» porque suelen representar un volumen muy representativo y sus ingresos asociados suelen superar a cualquier intento de descremar del mercado inframarginal. Sin embargo, cuando el mal público conocido como la inflación deja a los primeros consumidores fuera del mercado; terminarán siendo los segundos, «anómalamente», quienes fijen los precios al alza.
Paradójicamente, en estos casos no son los precios el origen de la pérdida de bienestar social y de la exclusión (Ver Jean Tirole: The Theory of Industrial Organization. The MIT Press, 1988); sino la inflación producto de las desacertadas políticas económicas.
Así las cosas, el control de precios y la errada doctrina de la Sundde no sólo son inocuas sino que generan una distorsión producto de su control de la rentabilidad y de la ganancia definida por: (P-C/C) y no por el Índice de Lerner. Toda empresa que realice esfuerzos por aumentar la oferta y reducir sus costos medios unitarios, tendrá la sanción de la Sundde como espada de Damocles sobre sus cuellos, creando falsos positivos y erigiéndose como otra de las barreras legales-regulatorias contra la actividad económica, la eficiencia, la reducción de costos y el aumento de la oferta de bienes y servicios.
* Economista UCV. Master in Competition and Market Regulation, BarcelonaGSE, Universidad Pompeu Fabra, Universidad Autónoma de Barcelona. Master en Economía Industrial, Universidad Carlos III de Madrid. Master en Economía y Derecho del Consumo, UCLM. Postgraduate Diploma in Economics for Competition Law, Kings College London, University of London. Especialización en Economía de los Sectores Telecomunicaciones, Energía, Farmacéutico, Transporte, Agua y Banca, Universidad Carlos III de Madrid, Universidad Pompeu Fabra. Programa Avanzado en Política de Competencia, Instituto de Empresas, IE.
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