Opinión | José Guerra: En el siglo XXI 'hay otra forma de esclavitud, más sutil, menos evidente pero igualmente opresiva'
En su monumental obra de 1967, «La vida de los esclavos negros en Venezuela», Miguel Acosta Saignes describió con precisión el proceso de la esclavitud en Venezuela y la forma de vida de los esclavos traídos de África por los españoles durante la colonia.
También el libro de Eduardo Arcila Farías «El régimen de la encomienda en Venezuela» da cuenta de ese episodio traumático de esa institución española que regulaba la esclavitud en América. Más recientemente nuestro amigo Jesús “Chucho” García, también llamado “Chucho Conga”, documentó exhaustivamente la vida de los esclavos en Barlovento, hoy estado Miranda.
El esclavo era propiedad del hacendado esclavista quien lo hacía trabajar hasta el límite humanamente admisible para una persona. La alta proporción de hombres esclavos respecto a las mujeres se puede explicar por la renuencia de éstas a engendrar nuevos esclavos.
El esclavista le proporcionaba al esclavo un refugio para vivir y algunas veces también un lote de tierra para cultivar para así poder adquirir algunos bienes más allá del pago mediante el sistema de fichas, especie de moneda que circulaba en la hacienda o entre un grupo de haciendas.
Para el esclavista era importante tener al esclavo alimentado para que pudiese trabajar doce horas diarias. De allí lo que Carlos Marx denominó la paradoja del amo y el esclavo porque el uno depende del otro.
Todo ello motivó a que Fray Bartolomé de las Casas, elevara ante la Corona Española la denuncia de esas terribles condiciones y por ello se le considera el primer defensor de los derechos humanos.
Las rebeliones de los negros fueron frecuentes antes ese sistema opresivo. Bolívar prometió la libertad de los esclavos para que estos participasen en la lucha por la independencia pero quien finalmente la otorgó fue José Gregorio Monagas el 24 de marzo de 1854.
Esa era la esclavitud que implantó la colonización en Venezuela durante más de dos siglos. Pero en el siglo XXI hay otra forma de esclavitud. Más sutil, menos evidente pero igualmente opresiva. Aquella que no recurre al látigo del mayoral de las haciendas, sino al temor y la represión de las policías.
¿Cómo se puede calificar actualmente la situación de un empleado u obrero de la Administración Publica de Venezuela cuya remuneración promedio no alcanza a US$ 20 mensuales? ¿Cuál es la categoría sociológica en la que se puede ubicar a más de cuatro millones de jubilados del Seguro Social que reciben una pensión básica de menos de US$ 2 mensuales más unos bonos que no llegan a US$ 10 mensuales?
¿Qué se puede decir de aquellos que laboran en los distintos ministerios, empresas del Estado, gobernaciones y alcaldías que no pueden alimentarse porque su remuneración no cubre ni siquiera el 10% del costo de la canasta alimentaria? Es obvio quienes son los esclavos. ¿Quién es el esclavista?
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