Trasladan el oro a Moscú
El principio de no intervención se desprende de otro proveniente del derecho internacional público como lo es el de la autodeterminación de los pueblos. Son los pueblos -no los gobernantes, como su nombre lo indica- los que tienen derecho a la autodeterminación. También sus gobiernos siempre y cuando emanen del pueblo y sean respetuosos de otros principios de naturaleza superior como el respeto a los derechos humanos.
Apegándose al principio de no intervención en los asuntos internos de otros países, a veces las naciones democráticas occidentales se abstuvieron de actuar en situaciones que de haberse atendido oportunamente hubiesen evitado tragedias que aún hoy en día abruman la conciencia de la humanidad. Un caso que inmediatamente salta a la memoria es el de Chamberlain tratando, inútilmente, de apaciguar a Hitler (appeasement policy) en nombre del no intervencionismo. Aquello irremediablemente condujo a la II Guerra Mundial donde murieron unas 60 millones de personas.
Pero el tema al cual me quiero referir hoy tiene más bien que ver con el envío del oro a Moscú. Fueron 510 toneladas de oro que fueron trasladadas a Rusia por decisión del gobierno para pagar deudas provenientes de la compra de armas a ese país y también para evitar que cayeran en manos de sus oponentes. A otros países también se enviaron cantidades sustanciales del precioso metal.
La tragedia que se desarrollaba en aquellos momentos resultó devastadora y quizá hubiera podido ser evitada si las democracias occidentales -EEUU, Gran Bretaña y Francia- hubiesen intervenido a tiempo. Pero aferradas al principio de la autodeterminación de los pueblos no lo hicieron.
Como suele ocurrir, otras naciones sí intervinieron. Moscú lo hizo en favor de la República, en tanto que Hitler, Mussolini y Salazar (Portugal) lo hicieron en favor del bando franquista.
Para evitar malos entendidos debo aclarar que me estoy refiriendo al caso de la Guerra Civil española en 1936.
El episodio del traslado del oro a Moscú fue una decisión del gobierno de la II República, presidido por Francisco Largo Caballero, por iniciativa de su ministro de Hacienda, Juan Negrín, quien por cierto nunca rindió cuenta ante las Cortes de aquella operación.
El oro trasladado subrepticiamente a Moscú representaba el 72,6% de las reservas en poder del Banco Central de España (20,54 millones de onzas troy). Tendrían actualmente un valor mínimo bruto de 12.200 millones de euros (en términos del año 2010) por su contenido metálico y un valor numismático que podría superar los 20 000 millones de euros. Otro 25% de esas reservas del Banco Central -unas 193 toneladas- fueron trasladadas a Francia en una operación que se conoce como el «Oro de París».
Lo cierto es que España nunca más pudo recuperar el oro enviado a Moscú. La URSS alegó que fue vendido a pedido del gobierno republicano español para financiar gastos vinculados a la compra de armas rusas.
La decisión de enviar el oro a Moscú sigue siendo objeto de polémica entre los historiadores. Unos afirman que el Gobierno republicano no tenía otra opción que recurrir a esas reservas para pagar el armamento ruso. Menos de tres años después, en 1938, Moscú afirmó que aquel oro se había agotado. Las especulaciones sobre si los soviéticos se quedaron con parte de ese botín o si realmente se gastó siguen despertando resquemores.
Pero volviendo al tema del derecho a la autodeterminación de los pueblos, el mismo día en que las ingenuas democracias occidentales anunciaron su decisión de no intervenir en España, Hitler daba su consentimiento para el envío de un primer lote de aviones, tripulación y equipo técnico a Marruecos. Famoso fue el Bombardeo de Guernica (Operación Rügen) realizado el 26 de abril de 1937 por parte de la Legión Cóndor alemana que quedó inmortalizado en un cuadro de Picasso. El gobierno nazi utilizó una empresa fantasma, la Sociedad Hispano-Marroquí de Transportes, como tapadera para canalizar sus suministros a Franco.
Por su parte, el 27 de julio, Mussolini enviaría numerosos aviones de transporte que serían utilizados para el puente aéreo de tropas hacia Sevilla que tuvo lugar el 29 de julio de 1936. También envía tropas, incluyendo a su propio hijo, Bruno, a combatir como voluntario.
Mientras tanto, a finales de septiembre de 1936, los partidos comunistas de diferentes países recibieron instrucciones del Komintern desde Moscú para el reclutamiento y organización de las Brigadas Internacionales que combatieron junto al bando de la República.
La historia parece tener una terca tendencia a repetirse. El tema -incluyendo el caso del oro o mutatis mutandis del petróleo- nos luce intensamente actual. Mientras por un lado las dictaduras se rasgan las vestiduras alegando derecho a la autodeterminación de los pueblos, por el otro son las primeras en violar el principio de la no intervención al recurrir a fuerzas extranjeras para que vayan a sostenerlas, mientras violan a gusto los DDHH de sus ciudadanos.
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