El aplastante triunfo electoral del izquierdista Luis Arce provocó desazón y hasta incredulidad en sectores de la derecha en Bolivia: unos alegan «fraude» y otros temen que el retorno de Evo Morales al país genere otra convulsión social.
En rechazo a la elección de Arce como presidente, cientos de personas se manifestaron el martes en la ciudad oriental de Santa Cruz, la más rica de Bolivia y bastión del candidato derechista Luis Fernando Camacho.
También hubo otra protesta en Cochabamba (centro), un tradicional reducto de Morales, y como en Santa Cruz los manifestantes gritaban «¡Fraude, fraude!».
Las protestas «están motivadas por la frustración que sienten al ver sus expectativas político-ideológicas fracasadas», dice a la AFP el analista político Carlos Borth.
En la zona sur de La Paz, epicentro de las protestas que condujeron a la dimisión de Morales hace 11 meses, el desánimo se percibe en las calles.
«Honestamente lo que pensé es que hubo fraude. Ha sido un golpe de realidad», declara a la AFP Pablo Acosta, de 32 años, dueño de un estudio de tatuajes.
– Observadores –
Pero no hay indicios de un fraude en favor de Arce. Los comicios fueron conducidos por un tribunal electoral depurado tras la caída de Morales y el conteo oficial, aunque lento, ha ido confirmando las proyecciones que hicieron dos encuestadoras privadas la noche de los comicios.
Además, la votación fue supervisada por al menos cuatro misiones de observadores internacionales -entre ellas de la OEA, la Unión Europea y el Centro Carter-, sin que ninguna haya hecho cuestionamientos, a diferencia de lo sucedido en los comicios de 2019, ganados por Morales y luego anulados.
Asimismo, la campaña y la votación se desarrollaron bajo un gobierno de derecha, no de izquierda.
La propia presidenta transitoria, Jeanine Áñez, que sucedió a Morales tras su renuncia y archienemiga declarada del Movimiento al Socialismo (MAS) del líder indígena, reconoció rápidamente el triunfo de Arce el domingo en la noche.
Lo mismo hizo el lunes el candidato centrista Carlos Mesa, segundo en la votación, quien afirmó que la victoria de su rival no admite discusión. «El resultado (…) es muy contundente y muy claro», expresó.
– «Peor que el MAS» –
Los propios rivales de Morales facilitaron el triunfo de su delfín, pues no conformaron un frente unido, en el peor momento del MAS. Siete dirigentes se lanzaron como candidatos, entre ellos Mesa, Camacho, Áñez y el expresidente Jorge Quiroga.
Si bien Áñez y Quiroga tiraron la toalla días antes de la votación con llamados de última hora a la unidad, lo hicieron después de que un sondeo nacional confirmó que no tenían ninguna opción de ganar.
«Me sentí muy decepcionado porque pensé que la gente había tomado conciencia de todo el daño que le había hecho Evo al país», sostiene Julián Cirvián, un empresario de 45 años de La Paz.
«Siento bronca, (fue) fraude. Bajo ningún concepto podemos admitir este supuesto resultado. No habían cálculos para que se dé esto», dice Luis Esteban Hurtado, un manifestante en Santa Cruz.
Para el exdiplomático y activista ambiental Pablo Solón, exembajador en la ONU que luego rompió con Morales, la gestión de Áñez facilitó al triunfo de Arce.
«El gobierno de Áñez mostró con hechos que un gobierno de derecha podía ser peor que el gobierno del MAS», escribió Solón en su blog.
– «Totalmente miedo» –
La inminencia del retorno de Morales a Bolivia del exilio en Argentina preocupa también a algunos bolivianos. Hay quienes temen que se repitan los hechos de violencia de 2019, cuando en las calles del país se desataron violentos enfrentamientos que dejaron más de 30 muertos y 800 heridos, según la ONU.
«Miedo, totalmente miedo, nos vamos a ir por la línea de Venezuela«, dice sentir Camila, quien participó en la manifestación de Cochabamba.
«Tenemos miedo, sí, pero la población (opositora a Arce) va a tener que estar activa, si hay que hacer vigilias, hay que hacerlas; si hay que ir a marchar hay que hacerlo; no queremos volver a vivir lo mismo», indica por su lado Pablo Acosta.