El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Mike Pompeo, urgió al mandatario Nicolás Maduro a irse para poder «restaurar la democracia» en Venezuela, tras negar que el gobierno estadounidense haya intentado derrocarlo en los últimos días.
Maduro, cuya salida Washington promueve desde hace más de un año por considerar fraudulenta su reelección, denunció el lunes que la administración del presidente Donald Trump estaba detrás de una supuesta incursión por mar de «mercenarios» que planeaban sacarlo del poder.
Una veintena de personas fueron detenidas en el marco del presunto operativo, entre ellas dos identificados como estadounidenses, «miembros de la seguridad» de Trump, según Maduro.
En declaraciones a una radio, Pompeo reiteró el jueves la negativa de Washington de cualquier participación en la denunciada trama. Pero insistió en la partida de Maduro, que Estados Unidos impulsa desde enero de 2019, cuando desconoció la legitimidad de su segundo mandato.
«Este esfuerzo de los últimos días no fue un esfuerzo estadounidense, pero creemos que Maduro debe irse», dijo el secretario de Estado en el programa de entrevistas del conductor consevador Chris Stigall.
Pompeo recordó que Maduro ha sido inculpado por «narcoterrorismo» en Estados Unidos, y lo responsabilizó por el éxodo de millones de venezolanos en los últimos años.
Venezuela, otrora una potencia petrolera, vive un colapso económico agudizado desde que el socialista Maduro llegó al cargo en 2013, que provocó la huida del país de más de cinco millones de personas, según la ONU.
«Es un tipo que ha causado enormes estragos en Venezuela», dijo Pompeo sobre Maduro.
«¡Qué calamidad ha traído este socialismo a una nación que alguna vez fue rica! Queremos intentar restaurar esa democracia para el pueblo venezolano. Ciertamente es importante para ellos, pero eso también aumentará la seguridad para Estados Unidos», añadió.
El Departamento de Estado ofrece desde fines de mazo una recompensa de hasta 15 millones de dólares por información que permita detener a Maduro, acusado por la justicia de Estados Unidos de usar la cocaína «como un arma» contra ese país en las últimas dos décadas.
El gobierno de Trump, que considera a Maduro un dictador y le atribuye corrupción generalizada y graves abusos de derechos humanos, aplicó una batería de sanciones para presionar un cambio en Venezuela. Pero Maduro sigue en el cargo con apoyo de las fuerzas de seguridad y Cuba, y sus principales acreedores: China y Rusia.