¿Por qué falta el efectivo en Venezuela?
La escasez de dinero en efectivo agobia a los venezolanos en medio de la crisis económica más intensa que han vivido en su historia. Conseguir billetes para pagar el transporte público, estacionamiento o comprar comida, requiere invertir horas de espera en bancos o cajeros e incluso hasta pagar por ellos.
Comprar en efectivo se ha vuelto una forma de conseguir los productos más baratos, desde un cartón de huevos hasta un pasaje al interior del país. Además, las plataformas digitales de los bancos trabajan a toda máquina agotando sus sistemas que en muchas ocasiones fallan ante la cantidad inédita de transacciones.
¿Cómo llegó el país a ese punto?
El gobierno asegura que hay una «conspiración» contra la moneda venezolana que es dirigida desde el exterior. Cúcuta (Colombia) es señalada como epicentro de la aspiradora de billetes, sin embargo no hay datos que sustenten esa tesis, al menos no lo muestran las cifras del Banco Central de Venezuela.
Lo que sí indican las cuentas del organismo emisor es cómo el gobierno rompió la represa de la liquidez que ha inundado la economía provocando una crisis de efectivo y acelerando la hiperinflación mes tras mes.
¿Cuánto efectivo debe circular en la economía?
No hay un monto o porcentaje exacto. Depende del tamaño de la economía y otras características de sus sistemas financieros. En Venezuela, si nos movemos a fechas en que no había crisis de efectivo, por ejemplo, abril de 2013, podemos ver que por cada 100 bolívares que había en la economía 11 eran monedas y billetes, es decir, 11% de la liquidez.
Al cierre de marzo de 2018 ese indicador se ubica en 2,9%, o lo que es lo mismo, de cada 100 bolívares que circulan, solo 3 están en efectivo.
La proporción de efectivo sobre la liquidez se mantuvo relativamente estable hasta 2016. A principios de ese año, la inflación y el aumento de la liquidez comenzaron a impactar y desde entonces solo ha empeorado.
¿Dónde están los billetes?
Otra de las razones por las que el efectivo escasea es que frente a este mismo fenómeno, las personas y empresas comienzan a reservarlo y no lo depositan en los bancos. Desde el año pasado existe una limitación no oficializada que restringe la cantidad de efectivo que se puede retirar en las taquillas y cajeros automáticos. En el caso de este último el límite es de Bs 10.000, mientras que en una agencia bancaria depende de la disponibilidad. Puede ocurrir que haya billetes de Bs 100.000 y se pueda retirar esa cantidad, pero en caso contrario el monto puede variar entre Bs 20.000 y Bs 40.000, si hay efectivo en taquilla. Recordemos que el Banco Central de Venezuela, tiene el monopolio de emisor primario de dinero en la economía y es el único autorizado a entregar monedas y billetes a la banca.
Solo en marzo de 2017 (cuando entraron en circulación billetes de mayor denominación) y en noviembre de ese año (cuando llegó el billete de Bs 100.000) los bancos registraron alzas en la proporción de efectivo en sus arcas.
En enero de 2013, el 25% del efectivo estaba depositado en los bancos, en marzo de 2018 esa proporción es 10,38%.
Otra razón por la que el dinero en efectivo no regresa a los bancos es que se ha convertido en una mercancía. Contrabandistas y “revendedores de dinero” retienen altas sumas para su uso como producto.
Así, obtener Bs 500.000 en efectivo puede costar otros Bs 500.000, con lo que el “comerciante de efectivo” logra una ganancia de 100% sobre los billetes.
¿Y los billetes nuevos?
El gobierno puso en circulación en enero de 2017 un nuevo grupo de billetes con denominaciones desde Bs 500 hasta Bs 20.000. En noviembre de ese mismo año comenzó a circular el de Bs 100.000. Sin embargo, tanto la cantidad como su distribución entre las denominaciones chocaron con el muro de la inflación, haciéndolos insuficientes ante la demanda de efectivo.
Además, el gobierno comenzó a incrementar la liquidez a niveles inéditos, mientras la cantidad de dinero en efectivo se quedó rezagada, al punto a un año y tres meses de su llegada, los billetes nuevos no han sustituido a los anteriores, cuyo uso quedó relejado a material para artesanías.
La capacidad de producción e importación de los billetes se quedó corta frente a la carrera que desató el gobierno impulsado en el financiamiento monetario de su déficit fiscal. Es decir, en lugar de producir más o pedir prestado, el Ejecutivo le solicita al BCV crear dinero para cubrir sus gastos, a lo que mansamente el organismo emisor accede.
Una muestra son los llamados “bonos protectores” que son depositados directamente en la cuenta de los beneficiarios por el Banco Central de Venezuela. El gobierno no ha explicado el origen de los fondos para ese programa ni por qué es una transferencia directa del organismo emisor.
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