En plena pandemia de COVID-19, que llegó a una Venezuela golpeada por hiperinflación y seis años consecutivos de recesión, «el ingreso por exportaciones petroleras (…) va a ser el más bajo al menos en los últimos 70 años», dice el economista José Manuel Puente, profesor del Centro de Políticas Públicas del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).
La caída es dramática para un país con ingresos altamente dependientes del crudo.
Solo durante un paro petrolero entre diciembre de 2002 y marzo de 2003 se observaron cifras menores de producción que las actuales en las últimas ocho décadas.
La oferta venezolana, después de ubicarse en 3,2 millones por día hace 12 años, venía cayendo por una mezcla de falta de inversión y corrupción, según especialistas.
Sin embargo, las sanciones de Washington han acelerado el declive. Con capacidad de almacenamiento al límite por dificultades para colocar su petróleo, Venezuela se ha visto forzada a mayores recortes en la extracción, según la firma S&P Global Platts, con base en Londres.
Hasta 2018 Venezuela enviaba 500.000 bd de crudo a Estados Unidos y recibía de ese país 120.000 bd de petróleo liviano y diluyentes, vitales para procesar su crudo pesado.
En ese contexto, el número de plataformas de crudo activas de Venezuela cayó a cero en junio, según el conteo mensual de la firma estadounidense Baker Hughes, frente a 22 operativas en igual mes un año atrás. La cifra superaba el centenar en 1998.
«Es una paradoja: Venezuela, el país con las mayores reservas de crudo del mundo, no produce petróleo», lamenta Puente.
Y una recuperación a corto plazo, de acuerdo con expertos, es complicada.
«No solo estamos en un nivel mínimo, sino que es posible que no podamos levantar ese nivel mínimo», explica Carlos Mendoza Potellá, asesor del Banco Central de Venezuela (BCV) en materia petrolera.
«Abrir un yacimiento después que se cierra, no es una tarea inmediata», agrega.
Ante el colapso, Mendoza Potellá considera que el petróleo deja de ser «palanca» para la economía venezolana y que, por el contrario, necesitará «ayuda y estímulo» para «que se recomponga y no sea una carga».