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07/08/2016 08:50 AM
| Por

Luis Vicente León

¿Qué hace falta que ocurra para que se convoque el referendo?

Hay dos palabras que parecen definir la realidad venezolana actual: crisis e incertidumbre. Sobre la primera hemos escrito y hablado hasta la saciedad. Venezuela vive la peor crisis económica desde la guerra. Y no se refiere sólo a desequilibrios en sus variables macroeconómicas, como la mayor inflación del mundo, el desplome de la producción, la pulverización de las inversiones y la feroz escasez. Se trata también de la destrucción de la calidad de vida de los ciudadanos.

Este cóctel molotov se conecta con la política. 95% de la población indica que el país está mal. Y entonces ocurre…lo que siempre ocurre. La popularidad del Presidente se debilita y no está en capacidad de ganar ninguna elección. En este momento, el Presidente perdería el referendo, la elección presidencial, la elección de gobernadores y, si llegamos al extremo micro, también una elección primaria en el PSUV.

Pero esta información, que puede dar esperanza a la oposición en relación con la posibilidad real de cambio, en un país donde dos de cada tres venezolanas quieren que el gobierno se vaya este mismo año y tienen el derecho constitucional de conseguirlo, pacíficamente, a través de un referendo revocatorio, se convierte, sin embargo, en una gran incertidumbre alrededor de una pregunta que jamás se haría en un país de democracia integral, pero que aquí se convierte en la más importante incertidumbre: ¿y será posible hacer ese referendo?

Podemos agregar más preguntas para ampliar la incertidumbre: ¿habrá algún tipo de elección, incluyendo gobernadores y asambleas legislativas, mientras el resultado de esa elección ponga en peligro la permanencia y el poder de la revolución que controla las instituciones claves para ejecutarlas?

La respuesta a esas preguntas capciosas no es lineal. Entiendo que los políticos tienen que generar la motivación y la esperanza y me parece correcto que lo hagan, deben soñar y hacer soñar con el cambio para tener la fuerza de lograrlo. Y deben tener la fe que los mueva en ese sentido. Pero como yo no soy político, ni aspiro a ningún cargo de elección popular, me permito actuar como un bionalista, quien da un reporte de la sangre y escribe sobre el rollo sin anestesia, porque es la única forma de que tu médico y tú actúen en consecuencia e intenten resolver el problema.

Para que haya un referendo, en el medio de un control férreo del gobierno sobre las instituciones que pueden convocarlo y ejecutarlo, tiene que responderse la pregunta clave: ¿Y por qué el Presidente permitiría ese referendo, que es garantía de entregar su cabeza política y la de toda la revolución?

No me vengan con que esa pregunta no es válida, porque el Presidente y las instituciones simplemente deben convocarlo porque es un derecho constitucional y ya. Esa respuesta sólo indica que no entienden nada. Que no se han dado cuenta que ese no es el tablero de ajedrez donde se está jugando. Que no se ha entendido que ésta no es una batalla jurídica ni ética, es una batalla política y que esos derechos no se podrán ejercer a menos que se tenga la fuerza suficiente como para presionar que te los den. Y me refiero a presionar a quien ordena que se abra la compuerta o a quienes la abren efectivamente. Y entonces, la incertidumbre crítica y fundamental, que definirá el rumbo de esta historia en el futuro y responderá si habrá o no un referendo o una elección, es: ¿y qué tienes tu en la mano, lo suficientemente fuerte y sólido como para lograr que se convoque esa elección, que de entrada los que están en el poder saben que significaría su salida automática?

No hace falta que me lo respondas a mí, lo relevante es que te lo respondas a ti mismo.

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