¿Quién es el mejor inversor de todos los tiempos?
Warren Buffett y George Soros son los inversores más mediáticos que ha habido jamás. En el caso del primero, el Oráculo de Omaha, su fama se debe a la extensísima duración de su carrera como gestor de activos y a los colosales retornos conseguidos: 23% de media anual a lo largo de 65 ejercicios. El segundo labró su leyenda en 1992 con una apuesta en corto contra la libra esterlina que puso en jaque al mismísimo Banco de Inglaterra. Ahora bien, siendo los más famosos ¿también son los mejores?
Responder a la pregunta de quién es el mejor inversor de la Historia no es tan evidente como pudiera parecer. Hay que tener en cuenta no solo las rentabilidades acumuladas, sino también durante cuántos años se consiguieron esos beneficios. Además, hay que ponderar qué hicieron los mercados durante esa época. No es lo mismo ganar dinero en medio de fuertes recesiones que hacerlo subido a la ola de una gran expansión económica.
Además, el resultado cambia mucho en función del tipo de activo y las estrategias adoptadas. Una inversión en capital riesgo, con toma de participaciones en compañías no cotizadas, nunca podría compararse con la operativa de un fondo convencional de Bolsa. De igual modo, la flexibilidad (y cierta opacidad) con la que invierten los fondos de cobertura (hedge funds) hace que sus resultados no sean homologables con los de otros inversores.
Si de lo que se trata es de comparar los retornos sostenidos en renta variable, es difícil que alguien ponga en cuestión el liderazgo de Warren Buffett. A través de su vehículo de participadas Berkshire Hathaway (que también cotiza en Bolsa), ha conseguido un retorno medio anual del 20%, desde 1965. De acuerdo con los cálculos del inversor, si se añaden los primeros años, cuando gestionaba un capital familiar, entre 1955 y 1965, la rentabilidad media anual llega al 23%, reseña Cinco Días, de El País.
Tal vez la cifra no deslumbre, pero lo que es excepcional es el prolongadísimo periodo de buenos retornos. 100 dólares invertidos con Buffett en 1955 se habrían convertido hoy en 64 millones de dólares. Hoy el inversor es el sexto hombre más rico del mundo, con un patrimonio de 102.000 millones de dólares.
Buffett tiene 91 años. Su mano derecha, Charlie Munger, 97 años. Aunque ya han delegado parte de la gestión, cada año, cuando se celebra la junta de accionistas de Berkshire Hathaway, responden a decenas de preguntas que van desde la política monetaria, a las plataformas de streaming pasando por el futuro del sector asegurador. Cualquier persona puede invertir de la mano de Buffett y Munger comprando acciones de tipo B de Berkshire Hathaway. Valen 281 dólares y en el último año se han revalorizado un 33%.
George Soros, que tiene la misma edad de Warren Buffett, nació en Budapest (Hungría) en 1933. En 1971, después de trabajar para varios bancos, fundó su propio fondo de cobertura con Jim Rogers. Entre ese año y 2011 logró un retorno medio anual del 20% para los participantes de este vehículo. Es una rentabilidad alta, aunque para un hedge fund no tanto.
La anécdota más llamativa de la trayectoria de Soros es la apuesta en corto contra la libra esterlina, pero lo cierto es que ya en los años 80 empezó a utilizar lo que se denomina inversión por medio de algoritmos. Soros coincidió durante un breve periodo con otra figura de la industria que, este sí, ha logrado resultados estratosféricos, Jim Simons.
Los fondos de cobertura o hedge funds, frente a los fondos de inversión convencionales, apenas tienen restricciones en su operativa. Pueden ponerse en corto frente a cualquier activo, endeudarse, comprar y vender en milisegundos, adquirir opciones, coberturas y todo tipo de contratos derivados, o concentrar la cartera en un puñado de valores. Cosas que los gestores normales de fondos no pueden hacer con tanta libertad.
Simons, matemático de formación, convirtió la inversión a través de su hedge fund Renaissance Technologies en una herramienta de precisión como nunca antes se había visto. Como decía el periodista Gregory Zuckerman en The Wall Street Journal, “Simons logró pasarse los mercados”. El vehículo que gestionó logró una rentabilidad anual bruta del 66% entre 1988 y 2018. El rendimiento neto de comisiones fue del 39%. Esas comisiones se las repartían entre Simons y su reducido equipo de matemáticos.
Ahora bien, Renaissance desde su creación fue un vehículo cerrado al gran público. Muy pocos inversores institucionales pudieron invertir de la mano de Simons, y lo que ocurría dentro del fondo era una auténtica caja negra, por lo que muchos autores sacan a Simons de la lista más convencional de los mejores inversores.
Con información de Cinco Días.
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