Reparación de satélites en órbita, una nueva industria emerge
Una especie de aeropuerto donde miles de aviones, sin combustible, quedan abandonados en la pista. Eso es lo que sucede desde hace décadas con los satélites que giran alrededor de la Tierra.
Cuando pierden todo su combustible, no pueden mantener más su órbita y se vuelven inútiles, aunque sus sistemas sigan intactos.
«Literalmente es lanzar cientos de millones de dólares por la ventana», dijo Al Tadros, vicepresidente de infraestructura espacial de la empresa SSL este mes en un foro en Washington dedicado al creciente sector de reparación y mantenimiento de satélites desde el espacio.
En los últimos años, nuevas empresas aeroespaciales se han lanzado para intentar extender la vida útil de los satélites, esperando que muchos clientes lo vean como una alternativa más barata a relanzar nuevos.
En 2021, SSL lanzará un vehículo, bautizado RSGS, capaz de atender de dos a tres decenas de satélites en órbita geoestacionaria, a 36.000 km de la Tierra, donde se encuentran unos 500 satélites activos, en su mayoría de telecomunicaciones.
La nave podrá tomar el satélite para inspeccionarlo, abastecerlo de combustible, y eventualmente repararlo, cambiar sus partes, y moverlo a la órbita correcta. Al Tadros lo describe como «un camión grúa en órbita geoestacionaria».
«En términos financieros, representa una oportunidad muy, muy grande», añade.
El gigante de las telecomunicaciones Intelsat, que opera 50 satélites geoestacionarios, escogió una opción diferente y firmó un contrato con Space Logistics, una filial de Northrop Grumman, por su vehículo MEV, un «sistema muy simple» comparable a un «remolque», explica a AFP Ken Lee, vicepresidente para sistemas espaciales.
Cuando se lance en 2019, el vehículo se acoplará a un satélite averiado, lo transportará y lo mantendrá en la órbita correcta. El MEV seguirá acoplado al satélite y usará su propio motor para mantener a ambos en órbita.
– Creciente problema de basura –
Estas naves de reparación podrían también ayudar a resolver un problema que preocupa a toda la industria aeroespacial: los desechos espaciales.
De los 23.000 objetos espaciales contabilizados por el ejército de Estados Unidos, solo 1.900 son satélites activos.
El resto -que se desplaza a velocidades de hasta 28.000 km/h- incluye cerca de 3.000 satélites inactivos, 2.000 piezas de cohetes y miles de fragmentos provocados por dos sucesos: la explosión deliberada de un satélite chino por un misil en 2007, y el choque en 2009 entre un satélite Iridium y un antiguo satélite ruso.
No se ha encontrado ninguna solución a corto plazo para los desechos pequeños, pero algunas compañías quieren desalojar los satélites vencidos de la órbita baja, a menos de 2.000 km de la Tierra.
Desde 2008, Francia obliga a los operadores a «desorbitar» sus satélites inactivos, programándolos para regresar a la atmósfera terrestre en menos de 25 años para que se consuman, explica a la AFP Laurent Francillout, jefe de seguridad de vuelos espaciales del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES), presente en Washington.
Para la órbita geostacionaria, los viejos satélites deben, a la inversa, alejarse de la Tierra a una «órbita cementerio», 300 km más lejos.
«Tratamos de promover estos principios» en otros países, dice Francillout.
Astroscale, una pequeña empresa japonesa fundada de 2013, desarrolla un sistema de imanes para atrapar y reubicar satélites. La clientela no existe aún, pero su director de operaciones, Chris Blackerby, anticipa que el negocio será «muy viable». Un lanzamiento de prueba está previsto para 2020.
El futuro «remolcador espacial» de Airbus, previsto para 2023, hará descender los viejos satélites a 200 km de altura para que se consuman.
El problema de la basura espacial solo empeorará. El número de satélites en el espacio aumentó 50% en cinco años, según la Satellite Industry Association, y el crecimiento continúa.
Mientras tanto, el debate crece en Estados Unidos sobre la necesidad de una mejor regulación internacional de tráfico espacial, para evitar los accidentes y manejar futuros conflictos.
«No queremos que sea el Salvaje Oeste», dijo Fred Kennedy, director del despacho de tecnología en DARPA, el brazo de desarrollo tecnológico del Pentágono, subrayando que Estados Unidos, con su flota de satélites militares, tiene interés también de establecer buenas prácticas más allá de los límites de la Tierra.
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