18/08/2024 10:11 AM
| Por Alejandro Ramírez Morón (Exclusivo)

#Reportaje: Mercados a cielo abierto, una forma de regularizar la informalidad que prolifera

Los mercados a cielo abierto. algunos privados y otros organizados por alcaldía, se han convertido en una fuente relevante de abastecimiento. Cedice sostiene que en Caracas funcionan entre 250 y 300.

#Reportaje: Mercados a cielo abierto, una forma de regularizar la informalidad que prolifera

Los mercados a cielo abierto no representan una presencia nueva en Caracas, pero -de un tiempo a esta parte- ha habido una proliferación y, tanto en el este como en el oeste, pueden verse los tenderetes de pequeños comerciantes que venden desde frutas, verduras y legumbres, hasta pollo, pescado, chocolates, harina precocida, gaseosas, detergentes, quesos, entre otros productos.

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Es un fenómeno digno de análisis, porque –en cierta medida- la severa crisis económica que ha atravesado el país, y que aún no se supera del todo, hace que estos “mercaditos” –como se les llama coloquialmente-, generen en las zonas a donde se instalan una especie de sensación de bienestar.

Además, el trato es personalizado. También, algo que debe ser resaltado, es que estos pequeños comerciantes llegan a vender algunos de sus productos a crédito o «fiado» a sus clientes más conocidos y regulares, porque se genera un vínculo de confianza.

Para analizar el fenómeno de los mercados a cielo abierto, Banca y Negocios conversó con dos economistas, expertos en la materia.

Oscar Torrealba es un economista venezolano y presidente de la firma consultora Datatá Consulting. En efecto, Torrealba confirma que los mercados a cielo abierto no son una novedad.

Hay que referir que se dan casos en los cuales, verbigracia, el señor que viene de la Colonia Tovar, heredó el negocio del hermano, y que fue echado a andar por el padre de ambos 40 años atrás.

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Estos mercados son unidades económicas pequeñas, con precios más bajos que los hipermercados, probablemente.

Regularización de la economía informal

Este fenómeno tiene un origen –explica- y es la regularización de la economía informal. En primer término, se utilizan ciertos espacios públicos para que artesanos y pequeñas empresas familiares vendan sus productos.

Y, lo otro, son los mercados de cielo abierto. “Se trata de unidades económicas pequeñas, con precios más bajos que los hipermercados –probablemente-. No necesariamente están organizados por las alcaldías”, puntualiza Torrealba.

El economista explica que los mismos comerciantes se organizan para solicitar un permiso a la Alcaldía municipal; pero puede pasar que –para regularizar la informalidad, como se dijo- las alcaldías, en efecto, los propicien.

Estos mercados a cielo abierto no son estrictamente propios de las zonas de lujo, pero es una realidad que muchos mercados buscan áreas donde resida gente con buen poder adquisitivo.

Algunos negocios, que arrancaron con fuerza, han disminuido su tamaño con la crisis. “Siguen siendo empresas pequeñas, aunque generen cierta ganancia”, subraya Torrealba. Comenta que hay muchas empresas familiares, en buena parte, de portugueses.

“Si los comerciantes se organizaron y lograron instalarse en una zona de lujo, es probable que tengan mejor ganancia, pero hay que destacar que no es un fenómeno del este de Caracas solamente; hacia el oeste hay muchos mercados de este tipo. Inclusive, el gobierno nacional organiza este tipo de estructuras donde prácticamente regala los productos”, enfatiza en experto.

Es algo muy común en el centro de Caracas –acota- al tiempo que agrega que hay artesanos que se organizan para hacer ferias. Los mercados a cielo abierto son –más bien- informalidad regularizada.

La fidelización del cliente

Algunos negocios de los que se instalan en estos mercados pagan impuestos municipales, y, además, pueden tener precios más altos que una red de automercados, por ejemplo, porque cobran al cliente la cercanía y la comodidad.

“Pueden suceder muchas cosas distintas. Cada quien consigue su cupo, y unos cobran más caro, mientras otros venden más barato”, indica Torrealba.

En consecuencia, se produce un fenómeno relevante, porque funciona una lógica de mercado efectiva. Por ejemplo, los vendedores de frutas y hortalizas manejan modelos de descuentos y promociones, en función del tiempo de permanencia de la mercancía o en días festivos.

En las zonas residenciales, suelen haber chats en redes sociales de la urbanización, y no bien se instala el mercadito rueda la noticia y se promueven las ofertas. Estos mercados a cielo abierto dotan de vida a las zonas residenciales y se convierten en centros de encuentro a escala comunitaria.

“Hay una relación mucho más cercana y amigable con el cliente, una fidelización”, dice Oscar Torrealba al echar mano de un término más propio del marketing de los grandes retails.

Un hipermercado suele estar abierto unas 50 horas a la semana, expone Torrealba. Pero los mercados a cielo abierto están disponibles en días precisos y en ciertos horarios; sin embargo, se han convertido en opciones válidas de consumo para estratos sociales medios, porque acercan los productos con precios competitivos a sus residencias.

Torrealba piensa que este fenómeno habla de una recuperación de la economía nacional, pero, por supuesto, una verdadera recuperación pasa por la reactivación de las grandes y medianas empresas formales, señala.

Algunos de estos comerciantes, como se dijo, deben pagar impuestos al fisco, como IVA, ISLR y contribuciones a escala municipal, por lo que llegan a generar, en algunos casos, una importante fuente de ingresos al sector público.

El analista desconoce la cantidad de mercados a cielo abierto que funcionan en Caracas. En cuanto a la calidad de los productos, hay dos tipos de pequeños empresarios: el que tiene proveedores, y los que generan su propio producto, como detergentes artesanales, así que este puede ser un punto ciego.

#Reportaje: Mercados a cielo abierto, una forma de regularizar la informalidad que prolifera

En el fondo de estos mercados cabalga entre lo formal e informal y opera mucho el crédito privado como fuente de financiamiento.

La calidad es variopinta

“La calidad de los productos es variopinta. Porque uno puede usar el estándar Norven o los productos artesanales, que pueden ser buenos o malos”, va al quid del tema el economista y consultor Oscar Torrealba.

Algunos puestos comerciales venden desde pollo hasta golosinas, harina PAN, refrescos, yesqueros, cigarrillos, pastichos caseros, etcétera.

En el fondo de este negocio que cabalga entre lo formal e informal «opera mucho el crédito privado como fuente de financiamiento. Siguen siendo pequeñas unidades económicas, porque lo que se ve a la venta no es de los vendedores, sino que es comprado a crédito o a consignación”, cierra el círculo de sus ideas.

En su trinchera, Raúl Córdoba es economista, y forma parte del Observatorio de Gasto Público de Cedice Libertad. También ofrece sus opiniones en torno a este particular fenómeno.

Coincide con Torrealba en que los mercados a cielo abierto son de vieja data, pero hay una especie de “fiebre” en los años más recientes. Una efervescencia o proliferación que se nota a escala nacional, derivada de la escasa oferta de empleo formal.

“Este fenómeno está asociado íntimamente a la facilidad de consumo en las zonas residenciales. Estos comerciantes se percataron de la dificultad de desplazarse –a veces- a los hipermercados”, abre fuegos.

– ¿Los precios son mejores o peores que en un hipermercado?

– Suelen ser mejores. Un hipermercado tiene todo un andamiaje empresarial, pero los mercaditos no cargan con ese peso, y pueden ofrecer precios más competitivos, y esa suele ser una clara ventaja comparativa.

Córdoba pone sal y pimienta: 70% de estos mercados son autónomos y 30% organizados por las alcaldías.

En torno a los mercados organizados por el gobierno nacional, dice que “funcionan básicamente con estructuras de carnicería, pescadería, entre otros rubros generalmente perecederos, pero todo bajo subsidio, y no compiten con los mercaditos privados; prácticamente regalan los productos”, remacha.

La cadena de suministros

Pero ¿Cómo es la cadena de suministros de estos pequeños comerciantes? ¿Tienen sus propios huertos? ¿Se surten de mayoristas?

“En algunos casos, tienen huertos propios, como los que vienen de la Colonia Tovar o de zonas más lejanas como Táchira y Mérida, y están los que trasladan el producto a la cercanía del consumidor. Asimismo, están los vendedores de artesanía, que fabrican sus propios productos”, subraya el economista Córdoba.

El analista de Cedice Libertad se refiere a la calidad de los productos. “A veces las verduras, frutas y hortalizas, no tienen la misma calidad de los hipermercados, pero se ofrecen a mejores precios”, asevera la fuente.

No obstante, en algunos casos, un pollo –por poner un caso- puede costar el doble del precio que fija un hipermercado, porque el comerciante “cobra la cercanía y la comodidad”.

“El consumidor decide qué hacer: si pagar la cercanía, o decantarse por ir hasta el hipermercado”.

Refrenda que no se trata solo de un fenómeno solo de zonas de poder adquisitivo elevado -para los estándares actuales del país-, pues en las zonas más depauperadas donde consejos comunales, que reciben subsidios, también instalan sus puestos.

“Una de las diferencias entre un hipermercado y los mercaditos es justamente el trato personalizado. El patrón de consumo no es necesariamente la compra del producto, sino la cercanía, y la figura del “fiar” el producto, cosa que no se puede ver jamás en un hipermercado”, contrasta el analista.

Estos centros de venta tienen otros efectos. “Hay un poco más de ruido en la calle, un poco más de luz, es menos probable que puedan producirse robos, y se crea la sensación de que la comunidad está organizada”, analiza el aspecto emocional de este fenómeno, que ha florecido con fuerza en los últimos años.

– ¿Usted tiene idea de cuántos mercaditos funcionan en Caracas cada semana?

– A principios de este año, en CEDICE hicimos una investigación, y encontramos que –para enero y febrero- en un par de turnos semanales, había entre 250 y 300 mercados a cielo abierto.

Lo cierto es que, en medio de la severa crisis económica, han crecido este tipo de círculos comerciales; sin duda, es un indicio de que la gente quiere calidad de vida, comunidades menos lúgubres, y precios que golpeen con menos fuerza el bolsillo.

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