Rusia impulsa exportaciones de granos a América Latina ante la excesiva regulación en Argentina
La URG admite que el principal mercado para el cereal ruso sigue siendo el norte de África y Oriente Medio.
Rusia ha impulsado los suministros de cereal a América Latina aprovechando la excesiva regulación en Argentina, tradicional granero en la región, y la renuncia del Kremlin a los acuerdos de grano del mar Negro, que había provocado grandes pérdidas en el sector ruso.
«Hemos logrado organizar un flujo de doble dirección entre la soja latinoamericana y el cereal ruso. Esto abarata en gran medida la logística y convierte en competitivos nuestros recursos cerealísticos en América Latina», comentó a EFE Arkadi Zlochevski, presidente de la Unión Rusa del Grano (URG).
La URG, organización sin ánimo de lucro, admite que el principal mercado para el cereal ruso sigue siendo el norte de África y Oriente Medio, pero cree que existe un gran potencial entre los países latinoamericanos.
Soja a cambio de trigo
Rusia cuenta con una fábrica de procesamiento en el enclave báltico de Kaliningrado, que «recibe anualmente tres millones de toneladas de soja», destacó.
«La soja llega en grandes buques de la clase Panamax», con una capacidad para 52.500 toneladas, procedente de Brasil, Uruguay o Paraguay, precisó Zlochevski.
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Ese trasiego no es nuevo, «tiene cinco o seis años», pero ahora funciona «de manera fluida» y las cantidades «son mucho mayores que antes».
La URG mencionó como destino del trigo ruso en agosto pasado a Brasil (253.000 toneladas), México (124.000 toneladas), Venezuela (59.000) y Perú (55.000). Otro potenciales receptores son Chile -ya importó grano ruso en 2022-, Costa Rica y Nicaragua.
«Creo que los envíos se ampliarán. Hay potencial en otros países. Ese flujo es mutuamente rentable. Por supuesto, el principal granero de trigo en la región es Argentina y seguramente lo sigue siendo, pero Argentina tiene un sistema de regulación no muy eficaz. Y eso reduce la competitividad del trigo argentino en América Latina», señaló.
Rusia paga unos 260-270 dólares por cada tonelada de soja, mientras los clientes latinoamericanos importan trigo a 246 dólares la tonelada.
No a la iniciativa del mar Negro
Con respecto a la Iniciativa del mar Negro, Zlochevski destacó que la industria cerealística rusa perdió 1.200 millones de dólares durante el año de vigencia del memorándum con Rusia.
«Ya no es posible recuperar ese dinero. Ahora las pérdidas se han terminado, volvemos a vender a precio de mercado», explicó Zlochevski.
Moscú vendía una tonelada de grano a 235 dólares «justo antes de abandonar el acuerdo» en julio pasado y ahora el precio ha ascendido a los 246, la misma tarifa que exige Francia, que antes cobraba 256 dólares.
«Nuestro precio es tremendamente bajo. Para nosotros la iniciativa no es rentable, pero para el mundo tampoco realmente», señaló.
Negó que haya un «déficit» de recursos en el mercado mundial y acusó a las organizaciones internacionales de «no mirar donde deben».
«Los recursos son más que suficientes. Es verdad que hubo un alza brusco justo después de abandonar el acuerdo, hasta los 286 dólares por tonelada. Pero como no hay fundamento para ello, la situación volvió pronto a su cauce», resaltó.
En su opinión, «el problema no está en el suministrador, sino en los países importadores. Al consumidor no le llega el dinero. Los países pobres no tienen dinero para comprar alimentos, pero recursos hay más que suficientes», aseveró.
Harina turca para los países pobres
La URG considera factible la reciente iniciativa acordada por los presidentes ruso, Vladímir Putin, y turco, Recep Tayyip Erdogan, de envío de trigo de Rusia a Turquía para su transformación en harina para los países pobres.
«Creo que comenzará en 2024. No es mucho cereal (un millón de toneladas). Turquía tiene una larga tradición de molienda de harina. Faltan los detalles técnicos. Catar se encargará de la financiación», explicó.
Con todo, no escatima críticas a las prácticas proteccionistas de Ankara, que ha impuesto un arancel de 130 dólares a la importación de grano, política que rusos y franceses han recurrido en vano ante la Organización Mundial de Comercio (OMC).
«Nosotros también tenemos fábricas de harina, pero las exportaciones no superan el 50%. De las 16 millones de toneladas de harina en el mercado mundial, seis pertenecen a Turquía. Pero esa harina está hecha de nuestro cereal y también de ucraniano», lamenta.
Zlochevski niega que la continuación de las acciones militares afecten al suministro y pronostica que las exportaciones rusas superarán hasta mediados de 2024 el récord de la pasada cosecha, cuando ascendieron a 60 millones de toneladas.
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