Alerta economista: sin cambios profundos en la economía no habrá salario mínimo que resista
El salario mínimo debería ser de US$208 mensuales según el experto Manuel Sutherland, pero advierte que ninguna remuneración será suficiente sin cambios.
Venezuela ha pasado por 60 aumentos de salario mínimo sin que esto se traduzca en poder de compra y, por lo tanto, bienestar para la población. La última vez que el salario mínimo cubrió la canasta alimentaria – y a duras penas – fue en 2013.
El salario mínimo de Venezuela está entre los cuatro más bajos del mundo. Puede costear apenas 1% de una canasta alimentaria que de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas), costó 523,29 dólares en mayo.
Continúan las discusiones para fijar un nuevo salario mínimo en el Foro de Diálogo Social en el que participan la Organización Internacional del Trabajo (OIT), gremio empresarial (empleadores), algunos sindicatos de trabajadores y el Gobierno nacional.
Este último ha demostrado no tener hasta el momento la voluntad política para solucionar el problema toda vez que responsabiliza de la crisis a las sanciones internacionales y pide a los trabajadores resistir.
Pasó el primero de mayo, y el Ejecutivo nacional no aprobó un nuevo incremento salarial pese a que la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) y economistas señalaron que era posible un aumento salarial de al menos 130 dólares.
Esta decisión afectó a la mesa de diálogo y pulverizó la seguridad social en el país.
Especialistas coinciden en que es importante apoyar las propuestas del aumento salarial para mejorar las condiciones de vida de las bases obreras, pero también urge abordar los problemas estructurales de la economía que destruyeron el salario y la capacidad de compra de las personas.
A lo largo del tiempo expertos han concordado en que ningún incremento salarial sería sostenible frente a la inflación sin cambios estructurales profundos en la economía del país que permitan aumentar la producción y la productividad.
En ese contexto, el economista y director del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO) Manuel Sutherland hace una serie de planteamientos económicos y políticos que, a su juicio, sentarían las bases de un aumento salarial sostenible.
Por cierto, la indexación del salario no es una de estas propuestas.
En todo caso, el criterio base para fijar un salario mínimo vital es la canasta alimentaria familiar. Que es el equivalente mensual en dinero de lo que costaría alimentar a una familia de cinco miembros, el importe básico de subsistencia que incluye apenas las calorías mínimas que debería ingerir una familia.
De ahí parte una propuesta: realizar un promedio entre una media de la canasta alimentaria familiar, en este caso del Cendas, un ingreso mínimo para salir de la pobreza extrema, el 90% del salario mínimo en el sector privado y el promedio del salario mínimo en América Latina sin incluir a Venezuela.
“Eso daría como resultado inicial un salario mínimo de 208 dólares mensuales, que recogería una media de cuatro indicadores relativos a la economía laboral».
Salario mínimo con acuerdo humanitario
De acuerdo con el economista, la solución parte de la construcción urgente de un acuerdo humanitario integral. ¿En qué consistiría? En el desarrollo de un plan de estabilización macroeconómica participativo y consensuado.
Para ello, advierte Sutherland, las partes involucradas deben empequeñecer el conflicto político y ceder sus intereses en favor de las necesidades urgentes del país.
El pacto debe contener los aspectos políticos, sociales, económicos y laborales esenciales para salir del estancamiento actual.
“Creemos más en la necesidad de lograr una serie de pequeños acuerdos de índole incremental, en los que el país vaya observando avances paulatinos, que un macroacuerdo totalizante de difícil consecución”, manifiesta el economista.
“Severos problemas como una gestión económica desastrosa y de espaldas a la sociedad civil, una pugnacidad política intensa, las sanciones, el encaje legal más alto del mundo, la destrucción del crédito, la crisis institucional, una tenaz inseguridad, la bajísima calidad de los servicios públicos, la aniquilación de la seguridad social e infinidad de leyes que impiden el flujo de inversiones; abortarán cualquier intento de recuperación económica que sirva de base para un aumento del salario mínimo sostenible”, opinó en un artículo publicado en Politika UCAB.
Publicar cifras, siempre
El Gobierno ha dicho que no tiene recursos para asumir un aumento del salario mínimo y por eso catalogó de “milagro económico” las bonificaciones anunciadas el 1 de mayo. Pero no hay cifras oficiales del ingreso nacional o la proporción de gastos del gobierno desde 2016.
En este sentido, el economista Manuel Sutherland señala que toda proposición formal para construir un incremento salarial sostenible requiere de una extensiva publicación de la data institucional.
Conocer la magnitud de la nómina del Estado, índice real de inflación, Producto Interno Bruto (PIB) por sectores, balanza de pagos, productividad agregada y demás factores es vital para formular propuestas, y el Gobierno debe facilitar las cifras.
Hasta ahora, diversos estudios económicos, ONGs y demás especialistas han basado sus proyecciones sobre estimaciones.
“Es obligante conocer cifras detalladas del presupuesto nacional. Mientras la ilegal y grotesca censura estadística permanezca, es imposible hacer propuestas salariales detalladas por tamaña falta de información”, opina Sutherland.
El especialista señala que el proyecto de presupuesto público para el 2023 habla de una cantidad absurda de empleados, de los cuales la gran mayoría serían militares.
Esto sugiere que la nómina estatal está inflada y llena de trabajadores inexistentes que forman parte de nóminas paralelas para el beneficio de funcionarios de alto rango y para la movilización política.
En sus palabras: “considerando la emigración de millones de personas y la caída del PIB, la nómina estatal parece aún más desproporcionada. Para lograr un aumento salarial sostenible, es esencial depurar exhaustivamente la burocracia y poner fin a la beneficencia clientelar que existe en ella. Esto es fundamental para la reconstrucción productiva del país”.
La política monetaria actual fracasó, ¿Qué sigue?
Para lograr un aumento salarial sostenible, se requieren medidas drásticas de política monetaria para preservar los acuerdos de remuneración.
Eso implica necesariamente una reforma de las leyes que rigen al Banco Central de Venezuela (BCV), instancia que el Gobierno utiliza para emitir dinero sin respaldo, que genera ilusión monetaria, pero provoca inflación y deprecia el tipo de cambio.
“Sin estas reformas, el gobierno pudiera pagar cualquier cantidad de bolívares, que, a la sazón, le saldría gratis emitir. El costo a pagar sería la suba exponencial de los precios: Hiperinflación”, dice Sutherland.
Según el Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), la tasa de inflación anualizada a febrero de 2023 fue de 537 %, el especialista califica la cifra como la inflación más alta del mundo.
La sobrevaluación del tipo de cambio se mantiene por decisión política: el Gobierno basa su estrategia en el control artificial del tipo de cambio a través de la inyección de divisas, pero esto no es sostenible en el tiempo.
Sutherland estima que el gobierno impulsará nuevas ventas de divisas para evitar que el tipo de cambio suba, pero asegura que eso solo retrasa lo inevitable: la depreciación.
“Esta espiral de devaluaciones continuas destruye el poder adquisitivo que despliega el salario nominal. La continuidad de esta práctica impide a la clase trabajadora la estabilidad económica requerida para poder cubrir sus necesidades básicas”, asegura en su columna.
De ahí la necesidad de impulsar reformas legales que impidan al BCV sobrevaluar el tipo de cambio a través de la venta de divisas por debajo del precio de la productividad real de la economía no petrolera.
El economista señala que, dado el contexto actual en el que el BCV mantiene su política monetaria inflacionaria, la forma más rápida de preservar el poder adquisitivo del salario es la dolarización formal de la economía, aunque admite que esto traería tantas ventajas como desventajas.
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