#Salud: La enfermedad de la prisa
Este ritmo de vértigo, en el que vivimos hoy día, dificulta la fluidez y la eficacia en procesos mentales relevantes e indispensables como la introspección

Hoy por hoy vivimos en una sociedad muy particular, múltiple y veloz, que nos empuja a atender numerosos compromisos y a hacerlo apresuradamente. Además, estamos saturados de estímulos y de información que demandan energía, atención y tiempo. Y eso puede resultar abrumador para muchos.
Este ritmo de vértigo, dificulta la fluidez y la eficacia en procesos mentales relevantes e indispensables como la introspección, la planificación o la auto reflexividad, capacidades que demandan frenar, hacer pausa, e incluso, encontrar algo de soledad y silencio, lo cual se hace cada vez más difícil en este vertiginoso día a día.
Decir «Stop»
Poco a poco, a causa de esas exigencias internas y externas, vamos perdiendo el control y descuidando prioridades como la familia, la salud y la alegría, y a cederle terreno al estrés, la ansiedad y la depresión. Entonces, lo queramos o no, la pérdida del equilibrio puede propiciar una crisis que nos obligue a decir “stop”. Esta dinámica perversa bien podría denominarse “la enfermedad de la prisa.”
Al asumir la prisa como la normalidad descuidamos las experiencias del presente para enfocarnos en el futuro, y terminamos por creer que lo que se es, se hace o se tiene no es lo suficientemente bueno y que hay otras posibilidades que pueden escaparse si no actuamos con diligencia, audacia y sin “perder” tiempo.
Se ha propuesto la hipótesis la dopamina para explicar por qué seguimos haciendo algo que amenaza con cobrarnos un alto precio. Para algunos estudiosos de la psicología, vivir en ese estilo “tornado”, es un modo subconsciente de romper la rutina, superar el aburrimiento y mantenernos en emociones altas. Una estrategia que tiene mucho de neurótica y que nos insta a permanecer “vibrando.”
Como quiera que sea, lo cierto es que muchos contextos imponen ritmos anormales de funcionamiento, que nos llevan a subvalorar la experiencia del aquí y el ahora, de modo que nos perdemos lo sencillo, lo cotidiano, las sonrisas de los niños, los amaneceres, lo que nos debe llevar a aprender a frenar y aquietar la mente.
Emocionalmente, estamos irritables e intranquilos; reaccionamos ante la más mínima provocación, campea el mal humor y termina siendo el testimonio de que la serenidad se nos ha extraviado. Y sabemos de gente que siente culpa cuando busca un poco de distracción o reposo.
Necesitamos reestructurar las prioridades y crear un orden que nos quite de encima lo accesorio, lo inútil, lo que poco o nada aporta a nuestras metas de vida. Debemos volver a la respiración profunda, la risa fácil y el abrazo fraterno. Sacar tiempo para mirar hacia adentro y darle más fuerza al Ser que al parecer. Y como ya se ha señalado, es hora de soltar el acelerador porque como ha dicho Osho: no importa lo que hagas igual te mueres. Gracias por leerme.
* El autor es PhD en psicología, Conferencista y Escritor.
Lea otras noticias de interés y actualidad:
China o Estados Unidos: ¿Cuál es el principal socio comercial de Venezuela?
#Análisis: Los países con más excedente comercial con EEUU
Somos uno de los principales portales de noticias en Venezuela para temas bancarios, económicos, financieros y de negocios, con más de 20 años en el mercado. Hemos sido y seguiremos siendo pioneros en la creación de contenidos, análisis inéditos e informes especiales. Nos hemos convertido en una fuente de referencia en el país y avanzamos paso a paso en América Latina.