Menos ventas, pasajes aéreos costosos, escasez de gasolina. Las sanciones de Estados Unidos comienzan a ahogar a los venezolanos, ya golpeados por una crisis que no parece tocar fondo.
En su negocio de videojuegos en Caracas, Manuel Saavedra cuenta que importa menos y vende más caro, luego de que el 15 de mayo el Departamento de Transporte estadounidense suspendiera los servicios aéreos de pasajeros y carga desde y hacia Venezuela, alegando razones de seguridad.
Las empresas de envíos aéreos subieron sus costos de 3,5 a 4,5 dólares por el equivalente a una libra o 0,45 kilos de carga; y las marítimas de 8 a 10 dólares el pie cúbico, comenta Saavedra, de 39 años.
Los courriers envían la mercancía a República Dominicana o Panamá antes de despacharla a Venezuela, triangulación que les evita ser penalizados.
«Esto incrementa el costo y provoca que se venda menos», señala a la AFP el comerciante, en una economía colapsada por la hiperinflación, cuyo tamaño se redujo a la mitad desde 2013.
Antes de las sanciones, la profunda crisis en que cayó la otrora potencia petrolera durante el gobierno de Nicolás Maduro había obligado a Saavedra a cerrar un local y reducir su nómina de 14 a dos trabajadores.
Washington busca estrangular a Maduro para sacarlo del poder y que el opositor Juan Guaidó, reconocido como presidente encargado por medio centenar de países, asuma y convoque a elecciones.
Pero Saavedra cuestiona la estrategia: «Nos están asfixiando a nosotros, al ciudadano de a pie (…), yo no sé hasta cuándo van a seguir con eso, en cualquier país afecta a todos, menos a los que están en el gobierno».
Las encomiendas son clave para muchos venezolanos, que reciben incluso provisiones de sus familiares en el exterior por la escasez de bienes básicos. Unos 3,3 millones emigraron desde 2016, según la ONU.
– Aislados –
La suspensión de vuelos también ha vuelto una odisea comprar boletos, si bien antes de las sanciones solo sobrevivía una ruta directa entre Caracas y Miami.
«Es complicado conseguirlos, y cuando lo logras, los precios son exorbitantes», dijo a la AFP el cardiólogo Luis Cressa, de 37 años, quien viaja frecuentemente a Estados Unidos por motivos laborales y académicos.
Las tarifas venían en alza, pero se dispararon tras la medida. Un pasaje a Miami pasó de 600 a casi 1.200 dólares, relata el médico.
Así, se agrava el aislamiento ante el éxodo de aerolíneas registrado desde 2013 por deudas estatales de 3.800 millones de dólares. De 32 compañías que operaban, quedan nueve, declaró a la AFP Humberto Figuera, presidente de la Asociación de Aerolíneas de Venezuela.
Enfocadas inicialmente en Maduro y decenas de funcionarios, las sanciones fueron individuales hasta 2017, cuando Washington prohibió negociar nueva deuda de Venezuela y su petrolera Pdvsa, declaradas en default.
La medida cerró el financiamiento a un país con una deuda externa de unos 150.000 millones de dólares y sin liquidez por la caída de la producción petrolera, de 3,2 millones de barriles diarios a un millón en la última década.
Como estocada, desde el 28 de abril el gobierno de Donald Trump impide a Venezuela negociar su crudo -que representa 96% de los ingresos- en el mercado estadounidense y restringió el acceso a dólares por parte del Banco Central.
También Washington congeló fondos y activos venezolanos, como Citgo, filial de PDVSA en Estados Unidos, cuyo control entregó a Guaidó.
– «Bloqueo» como trinchera –
El embargo petrolero prohíbe vender a Venezuela combustibles y diluyentes para procesar su crudo pesado, lo que acentuó la escasez de gasolina que ya era crítica en los estados fronterizos.
El país solo refina unos 100.000 barriles diarios, la mitad de la demandada, viéndose obligado a importar el resto.
Colas de hasta dos días para aprovisionar los vehículos son comunes en regiones del interior.
«No debería haber racionamiento en un país petrolero (…), esto es un atraso», se queja Iván Herrera tras una fila de varias horas en Barquisimeto, estado Lara.
El precio de la gasolina es absurdo: con un dólar se pueden comprar 600 millones de litros.
Con la denuncia que las sanciones han causado un daño a la economía de 30.000 millones de dólares, Maduro ha convertido el «bloqueo criminal» en una trinchera.
El mandatario culpa a esas medidas del severo desabastecimiento de medicinas e insumos médicos e incluso de la muerte, en mayo, de cuatro niños que esperaban ser enviados a Italia para un trasplante de médula ósea.
La oposición, en cambio, atribuye el «desastre» a políticas disparatadas y a una gigantesca corrupción, y sostiene que el programa oficial que subsidiaba a esos niños estaba paralizado antes de las sanciones.
Maduro ha advertido que Trump ahora quiere «destruir» el Clap, programa mediante el cual el gobierno vende alimentos subsidiados a seis millones de familias, sancionando a sus proveedores por supuesta corrupción. Para muchos, esa es su única fuente de comida.