Senado de EEUU toca fondo con la disputa de Kavanaugh
La dura batalla para ratificar a Brett Kavanaugh, designado por el presidente Donald Trump para ocupar un sitio en la Suprema Corte de Estados Unidos, expuso las profundas fisuras políticas y culturales que hay en ese país, una crítica división que también se refleja en el senado.
Agotados y con amargura, los 100 senadores que ocupan la cámara alta reconocen que la otrora venerada institución cayó en picada por la contenciosa lucha que terminó el sábado con la confirmación de Kavanaugh.
La cámara de Senadores vivió tres polémicas semanas por las acusaciones de Christine Blasey Ford, quien señaló a Kavanaugh ante un comité del senado de haberla agredido de manera sexual hace 36 años, una denuncia que el juez rechazó de manera vehemente.
Durante el proceso, el senador republicano Lindsey Graham protagonizó una de las diatribas más feroces, al calificar la férrea oposición de los demócratas contra Kavanaugh como «la farsa más poco ética desde que estoy en la política», indicó.
Los demócratas hicieron su mejor esfuerzo, con el senador Richard Blumenthal, quien acusó a Trump de «encubrimiento» en un intento por evitar que el juez conservador fuera confirmado en el más alto tribunal y que inclinará así la balanza de la Corte Suprema hacia la derecha.
Los manifestantes, por su lado, expresaron su ira en los pasillos del Senado, en los escalones del Capitolio y frente a la Corte Suprema de Estados Unidos.
Pocos salieron ilesos de esta guerra y muchos quedaron agonizando para el futuro del Senado estadounidense, que una vez fue definido por su civilidad y logros bipartidistas.
«Hemos tocado fondo y ciertamente no tenemos a dónde ir sino hacia la superficie (…), así que espero que todos aprendamos de esto y lo hagamos mejor», dijo a la AFP el republicano número dos del Senado, John Cornyn.
«El proceso político estadounidense descendió a un punto jamás visto en mi carrera política de 42 años», dijo de su lado, el senador Ed Markey, un demócrata de Massachusetts.
– Lazos políticos «desgastados» –
La espiral descendente en el Senado lleva unos años en proceso.
Los demócratas que controlaban la cámara en 2013, bajo el entonces presidente Barack Obama, emplearon la llamada «opción nuclear» para permitir que sus candidatos a cargos judiciales, excepto los de la Corte Suprema, avanzaran por mayoría simple, en lugar de cumplir con el umbral tradicional que requería de 60 votos.
En 2017, el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, usó la misma fórmula estableciendo un umbral de mayoría simple para los nominados a la Corte Suprema, y de esa manera colocó en ese sitio a Neil Gorsuch, el primer elegido de Trump, después de bloquear al candidato final de Obama, Merrick Garland, lo que enfureció a los demócratas.
Las discusiones con varios senadores de ambos lados sugieren que la mayoría todavía cree que es posible regresar a la normalidad y la cortesía.
Markey dijo que a pesar de que las relaciones políticas entre los 100 senadores se han «desgastado», los vínculos personales siendo sólidos.
Jim Risch, un republicano de Idaho, coincidió, y dijo que las amistades que cruzan las líneas del partido son genuinas, aunque reconoció que no ve una solución rápida para acortar lo que llamó los «burdos extremos de esta polarización» que afligen a la política estadounidense.
«Realmente no tengo una respuesta. El país está muy polarizado, y los ciudadanos eligen a las personas que tienen el mismo punto de vista que ellos para que los represente», dijo recientemente.
– «Necesitamos una sanación» –
«En este momento, las heridas están abiertas», dijo la senadora por Alaska Lisa Murkowski, la única republicana que rechazó a Kavanaugh.
Su amiga íntima, la senadora republicana moderada Susan Collins, también dudó de Kavanaugh.
Pero las dos republicanas finalmente cayeron en bandos opuestos, cuando Collins apoyó la confirmación del juez.
La pareja compartió un abrazo en el Senado después de que culminó la votación. «Necesitamos una sanación», dijo Murkowski a los periodistas al término.
«Por aquí, es bastante polémico, partidario, puntiagudo, divisivo», agregó. «El Senado no es lugar para mariquitas».
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