Pastillas para cepillarse los dientes caen dentro de un frasco. Un chorro de miel sale por un grifo. Un polvo para lavavajillas cruje al recogerlo con una pala metálica. Así suenan los productos de la vida cotidiana cuando abandonan los envases de plástico
En Mason & Greens, en Washington, el punto es que no haya empaques. La filosofía de esta tienda de productos del hogar es la de cero desperdicios a través de la reposición y la venta a granel, una tendencia que se está expandiendo por Estados Unidos.
Los clientes llegan con sus propios recipientes para llenarlos con artículos a granel. Incluso «hay gente que ha traído los sobres donde vienen los periódicos», dice a la AFP Anna Marino, de 34 años, propietaria del local.
Tiendas como esta son un ejemplo de lo que los expertos consideran un cambio de cultura necesario en las economías de consumo más grandes del mundo, donde una persona genera 2,2 kilos promedio de desperdicios al día.
Marino dice que el objetivo es ayudar a cualquiera, desde novatos a expertos, a transitar hacia una rutina de menos desperdicios. «Renunciar a las toallas de papel fue una de las primeras cosas que hizo mi familia y representó una reducción significativa en los desperdicios que estábamos generando cada semana», dice Marino, cofundadora de la tienda junto a su esposo.
Las toallas reutilizables de «papel» hechas de tela son solo uno de los productos que ahora vende en su local, donde también se compran frijoles y arvejas a través de dispensadores fijados en la pared. Hay contenedores metálicos con aceite de oliva y vinagre, y estanterías con pan artesanal sin empacar, además de comida vegetariana y vegana.
Menos de un tercio de los residuos municipales sólidos en Estados Unidos se recuperó para reciclaje o compostaje en 2018, según la Agencia de Protección Ambiental, y solo un 9% del material plástico fue reciclado.
Por eso Marino pide a sus proveedores que envíen sus productos embalados en material compostable o con la menor cantidad de envoltorios.
Primero «reducir y reutilizar»
«No podemos escapar de la crisis de los plásticos con reciclaje», dice Jenny Gitlitz, del grupo activista Beyond Plastics.
Afirma que las toxinas del plástico son cancerígenas, pueden causar mutaciones genéticas o actuar como un agente disruptivo hormonal.
Los microplásticos se han descubierto en prácticamente cualquier ambiente, desde el fondo marino hasta el monte Everest, e incluso en el cuerpo humano dentro de los pulmones y la sangre.
Contrario a como sucede con el aluminio y el vidrio, el plástico solo se puede reciclar pocas veces antes de que sus biopolímeros se descompongan. De hecho, muchos tipos de plástico ni siquiera son reciclables.
«Si todo lo demás falla, entonces recicla», resume Shelie Miller, profesora de la Escuela de Ambiente y Sostenibilidad de la Universidad de Michigan.
«Creo que la gente a menudo salta directo al reciclaje y se olvida de reducir y reutilizar», dice a la AFP.
Miler advierte que los problemas derivados del plástico no se resolverán si solo unos cuantos cambian la forma de consumo.
Crear un futuro sostenible «realmente es un modelo completo de responsabilidad compartida» que involucra a corporaciones, gobiernos y gestores de desperdicios, dijo.
«No hay opción»
Rini Saha, copropietaria de FullFillery, otra tienda a granel del área de Washington espera poder influir desde abajo: «Reciclar todavía deja una enorme huella de carbono», dice la mujer de 46 años a la AFP.
Saha y sus colegas fabrican en la misma tienda productos de cuidado y aseo personal.
Además de la ventaja de no usar empaques, la profesora Miller dice que las ventas a granel mejoran el medioambiente al ayudar a los consumidores a comprar solo la cantidad que necesitan.
Luego de tres años de existencia, FullFillery ha pasado de ser un mercado campesino a convertirse en una gran tienda llena de productos amigables con el medioambiente y que limita al extremo los empaques.
Del mismo modo, el local de Mason & Greens en Washington, que abrió sus puertas apenas en septiembre, es el resultado de una expansión tras el éxito que tuvo su primera tienda en otro suburbio.
El modelo «es rentable», explica Saha. «No creo que sea tan rentable como un negocio con productos desechables pero siento que, inevitablemente, no hay opción. Así es como debe ser este negocio».
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