«¡Ha sido un traidor! (…) Todo se ha ido al suelo», dijo a la AFP Gregoria Cordero, de 75 años, tras la quema de un muñeco de Super Bigote hecho con ropa vieja y una caricatura de Maduro a mano sobre un cartón, en Barquisimeto, estado Lara (oeste).
Cada Domingo de Resurrección, en la Semana Santa católica, los venezolanos encienden en llamas muñecos de trapo que emulan a personajes o situaciones ocurridas en esta nación caribeña.
Hubo controversia en un sector de clase alta de Barquisimeto, donde policías decomisaron un muñeco de Súper Bigote, pero al otro costado de la ciudad, en un barrio popular, vecinos se las arreglaron para quemar el suyo.
Representaciones de políticos ‘corruptos’ fueron comunes en Caracas, algunos con la efigie de capturados en la «cruzada anticorrupción» que adelanta desde hace unas semanas el gobierno, y que deja más de 50 detenidos, la mayoría vinculados con la estatal petrolera PDVSA.
«Él nos traicionó (…) Todo lo que hizo esta mafia le hizo mucho daño a la gente. No tiene perdón», comentó la activista chavista Yugli Alvarado, de 57 años, antes de la quema de un muñeco de Hugbel Roa, diputado detenido en estos operativos.
Manojos de viejos billetes sacados de circulación al diluirse por la inflación y la depreciación de la moneda local, el bolívar, sobresalían de los bolsillos del fantoche.
Un muñeco de cuatro cabezas fue quemado por opositores en La Candelaria, en el centro de Caracas, con fotos de Maduro, el ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, la oficialista alcaldesa de Caracas Carmen Meléndez y el ahora exministro de Petróleo Tareck El Aissami, quien renunció tras el escándalo de corrupción.
No faltó uno de los blancos favoritos del chavismo: Estados Unidos.
En el popular barrio caraqueño de El Valle fue quemada una serpiente de cartón de tres cabezas: una, el presidente estadounidense, Joe Biden; otra, la dirigente opositora Maria Corina Machado; y la última, un hombre indeterminado, el ‘corrupto’.
¿Su autor? Julio César Gutiérrez, un hombre de 79 años que ha fabricado Judas por más de cinco décadas.
«Vamos a mantener viva la tradición (…), es parte de nosotros», comentó a la AFP.
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