Trueque y remedios caseros: así sobrevive la crisis el consumidor venezolano
Las cifras recientes del Banco Central de Venezuela dejaron en claro la magnitud de la caída del consumo. Una crisis nunca antes vista en la historia económica del país y, por lo tanto, se han registrado importantes cambios en los hábitos y decisiones de los consumidores.
Los consumidores venezolanos ahora prefieren comprar alimentos en atención a una mejor relación entre rendimiento y calidad, además de que recurren a plantas medicinales y remedios con ingredientes naturales para tratar sus padecimientos de salud, en un contexto de contracción severa de ingresos.
Según Elizabeth Martín, gerente de Consultoría de Datanálisis, los consumidores han desarrollado una serie de tácticas, que funcionan como respuestas a una crisis que, además, causan severas consecuencias en la emocionalidad de los venezolanos.
En primer lugar, la experta señala que el venezolano promedio no puede planificar su existencia, sino que su día a día está condicionado por situaciones externas. «Si hay disponibilidad para resolver una necesidad, es esto lo que condiciona el quehacer diario», explica Martín.
– Perfil de un consumidor en crisis –
El consumo de alimentos está determinado por la frase «como lo que haya». Esto se traduce en que la compra se focaliza casi exclusivamente en solventar necesidades imperiosas y concretas; se adquiere «lo que llene más»; hay una severa autorregulación del consumo, por lo que no hay espacio ni para las gratificaciones más pequeñas; los hijos pequeños son la prioridad; y ya no hay placer en la alimentación.
En consecuencia, el consumidor se siente ansioso, preocupado, triste y frustrado.
Cuando se trata de medicamentos y gastos clínicos, la frase que determina la conducta del consumidor venezolano es «ni de broma me enfermo». Las emociones de los consumidores, en este caso, están determinadas porque, en general, carecen de presupuesto para atender gastos de salud; tampoco tienen recursos para afrontar una emergencia; mientras las personas con afeccciones crónicas ajustan los tratamientos a su disponibilidad.
Esta situación genera sentimientos de miedo, desesperación y ansiedad. Varias organizaciones no gubernamentales han puesto el acento en las situaciones de los pacientes con VIH, enfermedades neurológicas y padecimientos cardiovasculares.
Incluso, el tratamiento de enfermedades prevenibles también se ha convertido en una suerte de tragedia personal.
¿Y qué pasa con la gestión de ingresos? La frase clave clave aquí es «trabajo, trabajo y no me alcanza». En consecuencia, la situación de los consumidores en promedio es de ausencia de poder adquisitivo; generación de ingresos no planificable, una característica típica de empleos informales, temporales e insostenibles; y se impone, además, la generación de ingresos paralelos.
Los sentimientos asociados a esta situación son, en general, rabia, frustración y ansiedad.
¿Y cuáles son los efectos de la crisis en la emocionalidad del venezolano? Elizabeth Martín, directora de Consultoría de Datanálisis, presentó cifras reveladoras. Por ejemplo, el porcentaje de venezolanos que dicen sentirse tristes pasó de 32% en 2014 a 47% en mayo de 2019; los que reconocen sentir rabia pasaron de 17% a 37% -un porcentaje preocupante-; los preocupados subieron de 25% a 31%; los frustrados de 15% a 29%; los angustiados de 17% a 23%; los que sienten miedo ante la crisis se mantienen en un segmento de 15% de la población; la sensación de confianza cayó de apenas 9% en 2014 a solo 2% en 2019; mientras que los venezolanos satisfechos apenas representan 1% de la población.
Padrón sostiene que los venezolanos viven en una condición de «indefensión aprendida».
– Sobrevivir es el nombre del juego –
En consecuencia, el consumidor ha desarrollado tácticas para sortear la crisis, cosa que logra apenas parcialmente. Sin embargo, la especialista sostiene que los venezolanos han aprendido con la crisis y son consumidores más informados.
En el contexto crítico, se han diversificado las formas de compra, lo que supone conductas como:
– Comprar presentaciones detalladas y más pequeñas.
– Realizar compras por bultos entre familiares, compañeros de trabajo, familia.
– Aplicar formas de trueque, especialmente para el consumo de alimentos.
– Organizarse en grupos de WhatsApp para revisar precios, buscar ofertas y transar compras. Fuentes distintas a Datanálisis sostienen que cerca de 20% de las compras en las ciudades más pobladas se originan en esta plataforma.
– Tratar de recibir envíos de productos -básicamente no perecederos- desde el extranjero.
Igualmente, se han diversificado los lugares de compra, en función de la lógica de conseguir mejores precios o una mejor relación precio/valor. Por lo tanto, el consumo se mueve desde los «bachaqueros» y ferias a cielo abierto hasta cadenas formales, bodegas y las tiendas «multiservicios».
Otro rasgo que caracteriza el consumo actual es que la figura que centralizaba las compras en el hogar tiende a desaparecer y ahora todos los que están en capacidad y posibilidad hacen las adquisiciones necesarias. En este punto, la tecnología bancaria ayuda, al permitir mecanismos de pago y transferencia que pueden hacer más eficiente la compra.
En el caso de la compra de alimentos, los consumidores han generado hábitos específicos, como prestar atención prioritaria a la relación precio/rendimiento, una conducta que aplica, realmente, a todas las categorías de productos y servicios.
No hay fidelidad. Los compradores cambian constantemente de categorías y marcas, en función de precios y rendimientos y, además, ha caído fuertemente la demanda de categorías que no se consideran básicas.
En el área de salud, la situación es realmente compleja. Los consumidores recurren a preparaciones con hierbas tradicionales, ha aumentado dramáticamente la automedicación y la preparación de remedios caseros; se ha propagado el trueque -especialmente en grupos de WhatsApp-, el uso de fármacos vencidos, la práctica de rendir las dosis y las solicitudes de medicamentos por redes y medios.
Un rasgo que destaca Elizabeth Martín, de Datanálisis, es que el consumo de bienes y servicios de gratificación ha caído de manera relevante. «La gratificación ahora viene de actividades cotidianas, como ver televisión en casa», apunta. En consecuencia, la TV satelital ha pasado a ser la principal fuente de recreación en el país.
De acuerdo con los datos presentados por Martín, las categorías que más se han dejado de consumir son: salsas, bebidas, embutidos, papel higiénico, productos de cuidado personal, ropa y calzado, productos de limpieza y actividades recreativas.
– Aprendizajes –
La crisis obviamente deja lecciones en los consumidores que, sin duda, conforman cambios permanentes, por lo que ninguna empresa puede pensar que volverá a encontrar a los mismos clientes y con los mismos hábitos previos a esta largo proceso de depresión económica.
Elizabeth Martín, gerente de Consultoría de Datanálisis, resume los principales aprendizajes del comprador «experimentado y entrenado» que ha surgido de las duras circunstancias nacionales:
– El consumidor se da cuenta de que otras marcas pueden tener un buen desempeño.
– En consecuencia, prueba sin complejos otras marcas para optimizar los gastos.
– Se abre a nuevos lugares de compra.
– Incluso, analiza los componentes de los productos para buscar mayor eficiencia en el consumo.
– Aprendió a darle distintos usos a un mismo producto.
– Descubre nuevas opciones de marcas.
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